“Cariño,
mama necesita descansar”. Ese soy yo. Yo soy “cariño”. A veces soy Christian a
veces soy “Cariño”. Se gira y me mira. Tiene unos ojos preciosos.
“¿Estas
cansado cariño?” Sus labios están secos, necesitan agua. Me gustaría
abrir la boca y poder decirle que no, que no estoy cansado, que quiero comer,
que tengo frío. Sin embargo no puedo. Mi voz no funciona. No funciona como la
de ella. No funciona como el de resto de la gente. Asiento con la cabeza. Digo
que sí. Que estoy cansado, aunque no lo estoy. Miento. Soy un mentiroso. Los
mentirosos son malas personas. Los mentirosos deberían ser castigados.
“Vale
Christian, hora de ir a dormir”. Me gustaría poder dormir con mama, pero ella
me da la espalada, se estira en el suelo y cierra los ojos. Tiene un manta,
pero aún tiembla. Le doy también mi manta, y voy corriendo a buscar a
Car. Car quiere que lo sujete de la mano, así que lo hago. Me quedo tumbado en
el suelo en la esquina. Lo abrazo le doy un beso. Él sonríe. Mama hace un
ruido. Sus ojos gotean. Se abren. Me mira. Me mira a mí ¿Por
que están goteando?
“Son solo
lágrimas, Cariño”. Su voz suena cansada. Ella sabe que es lo que estoy
pensando. Lágrimas, las lágrimas son agua. A veces de mis ojos también brotan
lágrimas, pero no se porque. Cuando mi estomago hace ruidos y me duele el
pecho, lagrimas escurren de mis ojos como de los de mama.
Me gustaría decírselo, pero otra vez no me salen las palabras. Me
vuelvo hacía Car. Car nunca llora.
La puerta se
abre, mama se asusta, le cuesta respirar. Lágrimas. Él está ahí. Él no tiene
nombre. No conozco el nombre de ninguna otra persona salvo el de mama y el mío.
Yo tengo dos nombres, Cariño o Christian. ¿Porqué dos nombres? Car solo tiene
un nombre, Car. Yo le puse ese nombre. También le puse un nombre a él. Le llamo
el Hombre Malo. Mama, Cariño Chritian, Car y el Hombre Malo.
“Levanta
puta. Tengo un trabajo para tí”. Mamá intenta levantarse. ¿Puta? Su nombre es
mama. El hombre malo está enfadado, le da una patada. A mama se le saltan las
lágrimas.
¡Mama esta
cansada!, quiero decirle. Que esta cansada significa que necesita descansar, no
trabajar. No se como decírselo al Hombre Malo. Quizás Car pueda. Lo miro.
Parece que él tampoco puede hablar
“¡Christian
necesita comer!” Ese soy yo. Yo soy Christian, y estoy hambriento. ¿Como
sabe mama eso?
“Déjalo… ya
le daré yo de comer a ese bastardo” ¿Tengo tres nombres?
Lleva un
pequeño palo en la boca. Esta encendido y hace luz. Odio los palos de luz,
huelen mal. Están calientes y hacen mucho daño cuando me los
restriega en la piel. Mama trata de levantarse pero lo hace demasiado lento. El
Hombre Malo la coge del pelo y la estira. A veces me pregunto si mi pelo es
bonito. Lo siento en mi cabeza pero no se como es. El Hombre Malo empuja a
mama. La levanta suelo de un tirón. Dice algo sobre encontrarse con Ricky en el
piso de abajo. ¿Es Ricky un nombre? Golpea la puerta. La pared tiembla. Cada
vez que el Hombre Malo me mira, no puedo evitar que más lagrimas escurran de
mis ojos.
“¿Qué
quieres de comer imbécil?” Cuatro nombres. No quiero comida fría. Cuando
como comida fría me hacen daño los dientes. Quiero decirle al Hombre
Malo que quiero comida caliente, pero de nuevo no me salen las palabras.
Levanto a Car y lo sostengo hacía él con la esperanza de que le diga algo. No
le dice nada. El Hombre Malo lo coge de la cabeza y le da una patada. Hace un
ruido gracioso. Car no llora cuando el Hombre Malo lo golpea contra la pared,
pero yo sí. Me duele el corazón. Tiembla y hace ruido. No se si el Hombre Malo
y Car pueden oírlo
El
Hombre Malo me coge del brazo y me levanta de un tirón. Mi garganta hace un
ruido extraño. He oído a mama hacer ese ruido antes. Caigo. Me vuelve
a sujetar por el brazo. Me restriega el palo de luz en la espalda.
Dolor.
Finalmente salen de mi boca algunas palabras. Es el único momento en el que soy
capaz de decir algo, cuando el Hombre Malo me toca con el palo de luz. Mi boca
se abre. Grito. Mis ojos se inundan de lagrimas. Él coge el palo de luz y
vuelve a ponérselo en la boca, me arrastra hasta hasta la esquina. Me aprieta.
Pienso que me va a arrancar el brazo. Espero que no me arranque los dos para
poder sujetar a Car con el otro. El Hombre Malo me tira un plato de comida fría
a los pies. Son guisantes. Me duele la tripa solo mirarlo. No dice nada más.
Abre la puerta y se va otra vez. Oigo un clic. Se que la puerta no se volverá a
abrir. Al menos hoy no. Ha cerrado con llave así que hoy ya no podré salir.
Corro hacia
Car. El brazo por el que me cogió el Hombre Malo aún me duele, así
que utilizo el otro para abrazarlo. Car debe estar hambriento
también. Le doy un beso contento de ver que él no tiene lágrimas en los ojos.
Me siento junto a los guisantes. Están fríos. Pongo uno en mi
boca. Están fríos y duros. Intento masticarlos pero no puedo. Dejo de
intentarlo cuando comienzan a dolerme todos los dientes. Le doy un guisante a
Car pero a él tampoco parecen gustarle. Cojo la manta y me tapo. Me tapo yo a
Car y a los guisantes. Me duele la tripa. Vuelven a escurrir lágrimas de mis
ojos y no entiendo por que.
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