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viernes, 2 de agosto de 2013

CHRISTIAN GREY - Anastasia 3 (1996celta) Primera revelación: Elena

( Basado en el texto de Cincuenta sombras de Grey)



Anastasia quiere indagar algo más sobre la vida de Christian.  Aprovechando el momento , se decide a preguntar. No termina de comprender cómo siendo un hombre tan sensual, no haya tenido una relación estable, u esporádica..., pero más normal

—¿Por qué nunca has echado polvos vainilla? ¿Siempre has hecho… bueno… lo que hagas? —le pregunto intrigada.

Asiente lentamente.


—Más o menos —me contesta con cautela-, según el momento.  Contigo han sido los dos- me responde con una sonrisa.

 


Por un momento frunce el ceño y parece librar una especie de batalla interna. Luego levanta los ojos, como si hubiera tomado una decisión.  Christian se queda algo cortado ante la pregunta de Anastasia.  No esperaba que fuera tan inquisitiva, que deseara saber sobre él... tan pronto.  Respiró profundamente, e ignorando la razón, se decidió a responder su pregunta dando una cauta explicación del porqué de sus preferencias sexuales.

—Una amiga de mi madre me sedujo cuando yo tenía quince años.
—Oh. ¡Dios mío, tan joven!
—Sus gustos eran muy especiales. Fui su sumiso durante seis años.-Se encoge de hombros.
—Oh.- Su confesión me deja helada, aturdida.
—Así que sé lo que implica, Anastasia —me dice con una mirada significativa.- Sé de lo que hablo 
Lo observo fijamente, incapaz de articular palabra… Hasta mi subconsciente está en silencio.
—La verdad es que no tuve una introducción al sexo demasiado corriente.

Llegado este punto, a la mente de Christian llegaron unos recuerdos que dieron origen a su relación con Elena, y cómo pudo descargar la furia que tenía en su interior, canalizándola hacia las "sumisas", aunque ellas llegaron después, pasado un tiempo.  Primero fue Elena la que gozó de sus preferencias.

 
Me pica la curiosidad.
—¿Y nunca saliste con nadie en la facultad?
—No —me contesta negando con la cabeza para enfatizar su respuesta.
La camarera entra para retirar nuestros platos y nos interrumpe un momento.
—¿Por qué? —le pregunto cuando ya se ha ido.
Sonríe burlón.
—¿De verdad quieres saberlo?
—Sí.
—Porque no quise. Solo la deseaba a ella. Además, me habría matado a palos.  Estaba totalmente fascinado por esa mujer-. Sonríe con cariño al recordarlo.
Oh, demasiada información de golpe… pero quiero más.
—Si era una amiga de tu madre, ¿cuántos años tenía?
Sonríe.
—Los suficientes para saber lo que se hacía.
—¿Sigues viéndola?
—Sí.
—¿Todavía… bueno…?-. Me ruborizo.
—No —me dice negando con la cabeza y con una sonrisa indulgente—. Es una buena amiga.  Tenemos una relación en los negocios, nada más... Cenamos juntos alguna noche, cambiamos impresiones... pero no tenemos sexo desde hace mucho.  Para eso tengo a las "sumisas", y ahora...  espero tenerte a ti.

 
—¿Tu madre lo sabe?- prosigo mi interrogatorio ruborizada por su declaración
Me mira como diciéndome que no sea inocente.  Sus ojos denotan asombro.  Nadie, excepto,  ahora ella, lo sabe
—Claro que no.  Deseo mantenerles al margen.  Es algo que sólo
me incumbe a mi, a mi vida personal.
 
La camarera vuelve con sendos platos de venado, pero se me ha quitado el hambre. Toda una revelación. Christian, sumiso… Madre mía. Doy un largo trago de Pinot Grigio… Christian tenía razón, por supuesto: está exquisito. Dios, tengo que pensar en todo lo que me ha contado. Necesito tiempo para procesarlo, cuando esté sola, porque ahora me distrae su presencia. Es tan irresistible, tan macho alfa, y de repente lanza este bombazo. Él sabe lo que es ser sumiso.  No deseo desaprovechar la ocasión de revelaciones, y prosigo
—Pero no estarías con ella todo el tiempo… —le digo confundida.
—Bueno, estaba solo con ella, aunque no la veía todo el tiempo. Era… difícil. Después de todo, todavía estaba en el instituto, y más tarde en la facultad. ..  Come, Anastasia- me recrimina al ver el contenido de mi plato
—No tengo hambre, Christian, de verdad.
Lo que me ha contado me ha dejado aturdida. Su expresión se endurece.
—Come —me dice en tono tranquilo, demasiado tranquilo, pero noto que se va impacientando
Lo miro. Este hombre… abusaron sexualmente de él cuando era adolescente… Su tono es amenazador.
—Espera un momento —susurro.  Tengo que tomar aire. Le observo y veo cómo pestañea un par de veces.
—De acuerdo —murmura,  y sigue comiendo.
Así será la cosa si firmo. Tendré que cumplir sus órdenes. Frunzo el ceño. ¿Es eso lo que quiero?  ¿ De verdad quiero ser su sumisa?

 
Cojo el tenedor y el cuchillo, y empiezo a cortar el venado. Está delicioso. Reflexiva, vuelvo a preguntarle
—¿Así será nuestra… bueno… nuestra relación? ¿Estarás dándome órdenes todo el rato? —le pregunto en un susurro, sin apenas atreverme a mirarlo.
—Sí —murmura.
—Ya veo.
—Es más, querrás que lo haga —añade en voz baja.
Lo dudo, sinceramente. Pincho otro trozo de venado y me lo acerco a los labios.
—Es mucho decir —murmuro, y me lo meto en la boca.
—Lo es.
Cierra los ojos un segundo. Cuando los abre, está muy serio.
—Anastasia, tienes que seguir tu instinto. Investiga un poco, lee el contrato… No tengo problema en comentar cualquier detalle. Estaré en Portland hasta el viernes, por si quieres que hablemos antes del fin de semana. —Sus palabras me llegan en un torrente apresurado—. Llámame… Podríamos cenar… ¿digamos el miércoles? De verdad quiero que esto funcione. Nunca he querido nada tanto.

 
Sus ojos reflejan su ardiente sinceridad y su deseo. Es básicamente lo que no entiendo. ¿Por qué  yo? ¿Por qué no una de las quince? Oh, no… ¿En eso voy a convertirme? ¿En un número? ¿La dieciséis, nada menos?
—¿Qué pasó con las otras quince? —le pregunto de pronto.
Alza las cejas sorprendido y mueve la cabeza con expresión resignada.  Suspira y se dispone a responderme
—Cosas distintas, pero al fin y al cabo se reduce a… —Se detiene, creo que intentando encontrar las palabras—. Incompatibilidad.
Se encoge de hombros.  No parece que le importara mucho cortar la relación con cada una de ellas. ¿ No habría alguna que llegara a conquistar su corazón?  Viéndole tocar el piano, denotaba sensibilidad ¿ Por qué no puede enamorarse?
—¿Y crees que yo podría ser compatible contigo?
—Sí.
—Entonces ya no ves a ninguna de ellas.
—No, Anastasia. Soy monógamo.
Vaya… toda una noticia.
—Ya veo.
—Investiga un poco, Anastasia.
Dejo el cuchillo y el tenedor. No puedo seguir comiendo.
—¿Ya has terminado? ¿Eso es todo lo que vas a comer?
Asiento. Me pone mala cara, pero decide callarse. Dejo escapar un pequeño suspiro de alivio.
Con tanta información se me ha revuelto el estómago y estoy un poco mareada por el vino. Lo observo devorando todo lo que tiene en el plato. Come como una lima. Debe de hacer mucho ejercicio para mantener la figura. De pronto recuerdo cómo le cae el pijama…, y la imagen me desconcentra. Me remuevo incómoda. Me mira y me ruborizo.
—Daría cualquier cosa por saber lo que estás pensando ahora mismo —murmura.
Me ruborizo todavía más. Me lanza una sonrisa perversa.
—Ya me imagino… —me provoca.   Su mirada me deja descolocada

 
—Me alegro de que no puedas leerme el pensamiento- le digo
—El pensamiento no, Anastasia, pero tu cuerpo… lo conozco bastante bien desde ayer —me dice en tono sugerente sonriendo levemente
¿Cómo puede cambiar de humor tan rápido? Es tan volátil… Cuesta mucho seguirle el ritmo.
Llama a la camarera y le pide la cuenta. Cuando ha pagado, se levanta y me tiende la mano.
—Vamos.
Me coge de la mano y volvemos al coche. Lo inesperado de él es este contacto de su piel, normal, íntimo. No puedo reconciliar este gesto corriente y tierno con lo que quiere hacer en aquel cuarto… el cuarto rojo del dolor.
 
Hemos llegado a casa.  Son las cinco de la tarde y pienso en que he de separarme de él y una sombra de melancolía ensombrece mis pensamientos.  Además he de enfrentarme a Kate.  A medio camino, me giro y le miro " alegra esa cara, Steele ", me riño a mi misma
 
- A propósito, me he puesto unos calzoncillos tuyos
 
Le sonrío y tiro de la goma de los calzoncillos para que lo vea.  Christian abre la boca sorprendido.  Una reacción genial.  Mi humor cambia de inmediato y entro en casa pavoneándome
 
 Kate me recibe impaciente por saber algo sobre mi aventura con Christian.  Yo le cuento lo imprescindible, y ella me confiesa que está loca con su hermano, con Elliot.  Han pasado una noche increíble.  Me anuncia que nos ayudará con la mudanza a Seattle programada para ese mismo fin de semana.

Mientras comemos una pizza, vamos embalando las pocas cosas que aún nos quedan por guardar.  En una caja pongo los libros tan especiales que me ha enviado Christian.  Tengo que devolverlos, ahora con más motivo. Son muy costosos y no puedo admitirlos.

Ambas estamos cansadas.  Kate me abraza y me dice


  
-Me alegro de que hayas vuelto sana y salva. Hay algo raro en Christian —añade en voz baja, en tono de disculpa
 
Sonrío para tranquilizarla, aunque pienso: ¿Cómo demonios lo sabe? Por eso será una buenísima periodista, por su infalible intuición.
Cojo el bolso y me voy a mi habitación con paso desganado. Los esfuerzos sexuales de las últimas horas y el total y absoluto dilema al que me enfrento me han dejado agotada. Me siento en la cama, saco con cautela del bolso el sobre de papel manila y le doy vueltas entre las manos. ¿Estoy segura de que quiero saber hasta dónde llega la depravación de Christian? Resulta tan intimidante…

Respiro hondo y rasgo el sobre con el corazón en un puño.  En el sobre hay varios papeles.  Son las Normas.  Recelosa me propongo leerlas y averiguar de una vez de qué va todo esto.  Me asusto al comprobar los requisitos 
¡Dios mío!  Ni siquiera tengo fuerzas para echar un vistazo a la lista de los alimentos. Trago saliva y tengo la boca seca. Vuelvo a leerlo. Me da vueltas la cabeza. ¿Cómo voy a aceptar todo esto? Y al parecer es en mi beneficio, para que explore mi sensualidad y mis límites de forma segura… ¡Por favor! Es de risa. Servirlo y obedecerlo en todo. ¡En todo! Muevo la cabeza sin terminar de creérmelo. En realidad, ¿los votos del matrimonio no utilizan palabras como… obediencia? Me desconcierta. ¿Todavía dicen eso las parejas? ¡Solo tres meses! … ¿Por eso ha habido tantas? ¿No se las queda mucho tiempo? ¿O ellas tuvieron bastante con tres meses? ¿Todos los fines de semana? Es demasiado. No podré ver a Kate ni a los amigos que pueda hacer en mi nuevo trabajo, suponiendo que encuentre trabajo. Quizá debería reservarme un fin de semana al mes para mí. Quizá cuando tenga la regla… Parece… práctico. ¡Es mi dueño! ¡Tendré que hacer lo que le plazca! Dios mío.
Me estremezco al pensar en que me azote o me pegue. Probablemente los azotes no sean tan graves, aunque sí humillantes. ¿Y atarme? Bueno, ya me ha atado las manos. Fue… bueno, fue excitante, muy excitante, así que quizá tampoco sea tan grave. No me prestará a otro Amo… Maldita sea, por supuesto que no. Sería totalmente inaceptable. ¿Por qué me tomo siquiera la molestia de pensar en todo esto?

 
No puedo mirarlo a los ojos. ¡Qué raro! Es la única manera de tener alguna posibilidad de saber lo que está pensando. Pero ¿a quién intento engañar? Nunca sé lo que está pensando, pero me gusta mirarle a los ojos. Son bonitos, cautivadores, inteligentes, profundos y oscuros, con secretos de dominación. Pienso en su mirada ardiente, aprieto los muslos y me estremezco.
Y no puedo tocarlo. Bueno, esto no me sorprende. Y esas estúpidas normas… No, no, no puedo.


 
 
LA MUSICA DE CHRISTIAN GREY:    Witchcraft (Sinatra)


http://www.youtube.com/watch?v=oFmNgiEgPoQ

 

LAS FRASES DE GREY: 

 
 TRAILER:

 

 http://www.melty.es/50-sombras-de-grey-matt-bomer-y-alexis-bledel-en-un-nuevo-trailer-a133294.html










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