( Texto basado en la obra original Cincuenta sombras de Grey )
Marcho hacia la editorial sin decir adiós a Christian que permanece dentro del baño. Tengo sentimientos contradictorios dentro de mi. Por un lado siento el impulso de llamar a la puerta y lanzarme a sus brazos. Por otro pienso que he de mantenerme firme. Me ha hecho daño al salir corriendo, y además se ha ido a refugiar en sus brazos. ¡ Imbécil !, no se da cuenta de lo que ocurre. ¿ Qué pasara con nuestro matrimonio,¿ será el final? ¿ Me abandonará, se ha cansado de mi? ¿ Por qué ha salido corriendo a las primeras de cambio?
Sencillamente no lo esperaba, ni se imaginaba lo que pudiera ocurrir. Confiaba en que yo estaba tomando medidas, pero eso no es óbice para comportarse como lo ha hecho. Yo tampoco he tenido tiempo de hacerme a la idea, y sin embargo aquí estoy, enfrentándome a esta locomotora que es Christian Grey. Mi pequeño, viniste demasiado pronto y ahora tengo que bregar con dos niños ¿ tendré fuerzas, podré con ello? Contigo sí, mi pequeño Bip, pero con tu padre... ¡ Dios !
Voy acurrucada en el coche. Sawyer me mira de vez en cuando y refleja en su rostro un signo de tristeza. Yo miro, sin ver , por el cristal de la ventanilla inmersa en mis pensamientos. Los ojos se me llenan de lágrimas, que no puedo ocultar.
- Señora, ya hemos llegado- me saca Sawyer de mi reflexión.- Voy a buscar el desayuno ¿ quiere que le traiga algo?
- No, gracias Sawyer
Subo hasta mi despacho. Ya tengo preparado el café que Hannah me ofrece. El estómago se me revuelve ¿ han comenzado los primeros síntomas de embarazo? Posiblemente si, me repugna el olor al café. Hasta mi garganta sube la primera náusea y corro directamente al lavabo. Al no haber tomado nada , las náuseas son secas y el estómago sube hasta mi garganta y parece que va a salírseme por la boca. Es una punzada de dolor, que se repite una vez más. Al fin consigo calmarlo.
- Ana ¿ te encuentras bien? Estás muy pálida. Quizá mejor un té ¿ verdad?
- Si Hannah, gracias, mejor un té- la digo mientras seco mi boca con un pañuelo.
Me siento, al fin, en el escritorio y conecto el ordenador. Deseo tener un mensaje de Christian, que no llega. Y de nuevo la angustia atenaza mi pecho. Le he perdido. ¿Dónde está el amor que me declaraba a penas hace dos días ? No ha podido cambiar en tan poco tiempo, por voluble que sea. Ha estado a mi lado con lo de Ray, me ha preparado un cumpleaños de cine... todo eso no se puede hacer si no te quieren. Pero...
ha rechazado de pleno a mi pequeño, que aunque no lo quiera es de los dos, lleva nuestra sangre... ¡ Cómo puede ser tan ... !
Suena mi BlackBerry. Pienso que es él, pero se trata de Kate
- ¿ Dónde estabas? Christian llamó anoche desesperado
- Tuvimos una pelea...
- ¿ Y te fuiste?
- No, yo no. Dormí en otra habitación. Ahora tengo mucho trabajo y no te puedo atender. Ya te llamaré más tarde
- No cuelgues... ¿ Estás bien ?
- Si Kate, perfectamente. Ahora te dejo
- De acuerdo. Llámame en cuanto puedas ¿ vale ?
- Vale - y cuelgo. No me siento con fuerzas para explicarle ahora el motivo de nuestra pelea. Primero tengo que racionalizarlo yo.
La mañana transcurre sin recibir noticias de Christian. Pienso que su furia no ha disminuido, pero la mía tampoco. Me centro en el trabajo, y de momento aparco mis propias preocupaciones. Llega la hora de la comida y degusto un bagel con queso y salmón. ¡ Humm ! qué sabroso estaba y qué bien ha sentado a mi vacio estómago. Parece que me reconforta y me siento mejor.
Llega la hora de salir y Sawyer me lleva hasta el hospital para ver a Ray. Entro en la habitación y me alegro al comprobar que mi padre está mejor. Sawyer me ofrece un té mientras estoy con Ray y lo rechazo.
- ¿ Cómo te encuentras, papá?
- Estoy bien Annie. Estoy mejor, si no fuera por este endemoniado picor de la escayola
De nuevo la angustia me atenaza. Recuerdo los pasados días en que creí perderle. Voy hasta su cabecera y me abrazo a él mientras le repito lo que le quiero. El me corresponde con una brazo de "oso", que tanto necesito en esos momentos y no puedo evitar el emocionarme
- Annie ¿ qué te ocurre, por qué lloras?
Cómo contarle lo que me ocurre. La alegría por su mejoría y, la atroz situación a la que me ha llevado la actitud de Christian. Máxime cuando no hace más que ensalzarle una y otra vez. Reconozco que todo lo que me dice es cierto, la generosidad de mi marido es enorme. Sin embargo conmigo no lo ha sido. Ni siguiera me ha dado el beneplácito de la duda.
- No me ocurre nada, papá - respondo a su pregunta- Sólo que estoy tan contenta de verte así...
- Espero poder recuperarme y tener algún día un nieto sobre mis rodillas, y jugar con él como hacía contigo.
Me es difícil ahogar el llanto que pugna por salir, pero al fin lo consigo y sonrío feliz.
- Niña, te noto algo rara, muy emocionada, demasiado. Cuéntame lo que te ocurre. ¿Estáis bien?
-Mas o menos, papá. Hemos tenido una pelea, pero ya lo arreglaremos
- Es un buen hombre tu marido ¿ sabes? Al principio tuve mis dudas cuando me llamó para pedirme tu mano. Después he comprobado lo mucho que te quiere, que es capaz de hacer cualquier cosa por ti
- Si papá. Me quiere mucho, pero también tiene su genio. Bueno... me voy para que descanses. Mañana volveré. Te quiero mucho papá
- Yo también Annie, eres mi pequeña. Hasta mañana, cielo, y solucionar lo vuestro.
Sawyer me lleva a casa. Frente a su entrada, una especie de hormigueo me entra por el estómago. Tengo miedo de enfrentarme de nuevo a Christian, no sólo a su reacción sino a mi fragilidad frente a él. Sé que no van haber gritos, ya no, ya han pasado. Pero me duele su frialdad, temo a su frialdad, a la que presencié con la visita de Leila ¿ seré yo la próxima?
Saludo a Gail que está en la cocina preparando algo. Ella corresponde a mi saludo
- Buenas noches Ana.
- ¿ Está Christian?
- No, llamó para decir que vendrá tarde. Tiene trabajo
- Oh gracias por decírmelo- ¿ por qué no me lo ha dicho directamente a mi ? sigue furioso
- Ana ¿ vas a cenar? - noto que Gail me tutea y su voz es muy cariñosa y dulce- Ahora lo tienes que hacer por los dos. ¿ Te apetece algo especial?
- Pasta, spaguetti con tu especial salsa boloñesa
- Estupendo, ya mismo te lo pongo- me toma una mano con cariño y me dice- He de decirte que esta mañana Christian estaba fuera de si cuando no te encontraba. Estaba como loco
- Ya - la respondo
Después de cenar me dirijo a mi dormitorio y saco la BlacBerry. Deseo ardientemente que me haya puesto algún mensaje, aunque sea para regañarme... pero no hay nada. Decido dar yo el primer paso y le llamo
- Ana- me contesta frio y lacónico
- Gail me ha dicho que tienes trabajo. ¿ Estás en la oficina?
- ¿ Dónde crees que puedo estar?
- ¿ Vas a venir a casa?
- Luego
- Bien, será mejor que te deje trabajar
Y tras un largo silencio por parte de ambos, cuelgo el teléfono. Voy a la biblioteca no sé muy bien para qué. No me apetece leer. Estoy rabiosa por la actitud de él. No ha cedido ni un palmo y yo tampoco lo voy hacer. No puedo hacerlo. He sido yo la ofendida y no él. Me ha herido anímicamente y además no acepta a mi Bip. Recuerdo, mirando la mesa de billar, nuestros juegos y me siento mal. Me encamino hacia mi antigua habitación y al cabo de un rato, los párpados por fin se rinden ante el sueño
Los rayos solares del Otoño, me dan en los ojos y me hacen despertar. La cabeza me duele terriblemente. Mi primer pensamiento es para Christian, no está, señal de que sigue enfadado. Mi estado anímico está por los suelos. Miro el reloj y compruebo que es la hora de levantarse. Al poner los pies en el suelo, me rozo con algo suave. Bajo la cabeza y veo que es mi corbata favorita. La recojo , acaricio suavemente y la llevo hasta mi mejilla, mientras de nuevo la emoción me invade. Anoche cuando me acosté no estaba, estoy segura. Eso quiere decir que ha estado en esta habitación ¿contemplándome mientras dormia? ¿ Fue anoche ó esta mañana? ¿ Hay aún esperanzas para nosotros?
Después de arreglarme, bajo hasta la cocina en donde la señora Jones trajina
- Buenos días, Ana- me dice risueña
- Buenos días Gail ¿ ha desayunado ya Christian?
- El se ha marchado, ya
- Está bien-respondo- ¿ Pero vino a casa?
- Si, tarde pero vino. Sé que no debo, pero permíteme que te diga algo. Soy mayor que tú y ya he recorrido un largo camino por la vida: mantente firme con él, no cedas. Tú tienes la razón. Sé que lo estáis pasando mal, que es duro tanto para ti como para él, pero hazme caso. Es muy obstinado, pero te quiere y tú a él. Lo solucionaréis, sólo dale algo de tiempo
La escucho en silencio. Son las mismas palabras que me repito una y otra vez, pero mientras él no se de cuenta de lo que ocurre, no conseguiré nada.
- Ya..., gracias Gail, solo que es una situación muy difícil- la respondo mientras aprieto su mano en agradecimiento. Sé que lo hace por nuestro bien.
A la hora puntual, llego al trabajo. Enciendo el ordenador. Mientras arranca pienso qué hacer... La cabeza me da martillazos horribles, pero no voy a tomar ningún calmante. Saludo a mi Bip y le sonrio, aunque él no pueda verlo.
Tengo un correo de Christian, y por un momento mi corazón salta por la esperanza, pero es frio y escueto
" Tengo que viajar a Portland. Iré en helicóptero. Tengo que solucionar asuntos en la Universidad. He pensado que querrías saberlo"
Nada más... Y de nuevo se me llenan los ojos de lágrimas. Ni una palabra suave, ni un solo asomo de cariño. Sigue en sus trece. Unos golpecitos suaves en la puerta hacen que abandone mis pensamientos
- ¿Puedo pasar?
- Adelante Hannah
- ¿ Estás bien? Tu semblante está muy pálido
- Si Hannah, sólo me duele la cabeza. Ya pasará. Dime ¿ qué querías?
- Ha llegado Boyce Fox y desea verte
- Llévale por favor a la sala de reuniones. Ahora voy. Por favor Hannah ¿ puedes prepararme un té y me lo llevas allí?
- Desde luego. Le preguntaré si él quiere tomar algo
- De acuerdo, gracias.
He charlado con el autor, hemos puntualizado algunas cosas, y a su marcha voy a almorzar. Indiscutiblemente me alimento poco. Quizá mi Bip es comilón y reclama más. Por poca cantidad de comida que ingiera, me siento mucho mejor después de haberlo hecho.
- Lo siento pequeño, pero tengo poca hambre y enseguida me lleno. No puedo comer más.
Le hablo a menudo, quizá porque encuentro consuelo, y pienso que de alguna manera él me escucha y comprende lo que me pasa. Sentada frente al ordenador pienso en el modo en que vamos a solucionar todo esto que nos pasa, y no encuentro respuesta porque tampoco él hace nada por acercarse. No he recibido ninguna noticia. Estoy preocupada por su viaje en el Charlie Tango. Aún no se me ha borrado el sabotaje.
La BlackBerry repiquetea. Es Mia y agradezco su llamada, porque por lo menos con su alegría de siempre me distraerá y olvidaré aunque sea por un momento mi preocupación
- ¡ Hola Mia ! ¿ qué te cuentas?
- ¡ Ah ! si es la zorra del SIP-me contesta una voz que de inmediato reconozco
- ¿ Jack, Jack Hyde?
- Si pequeña zorra, y tengo a tu cuñada aquí a mi lado
- Por favor, dila que se ponga- mi mente funciona a mil por hora y procuro estar serena
- Pues va a ser que no... me dice con sorna
-¿ Qué quieres Jack?
- Quiero su dinero, el de tu marido, el de los Grey. Me han truncado mi carrera y me lo van a pagar. Si quieres recuperar a tu cuñada tendrás que darme cinco millones de dólares. Si no los tengo dentro de dos horas, la mataré
- Jack, Jack, espera un momento. Yo no tengo ese dinero... No puedo recopilarlo en tan poco tiempo, dame más plazo por favor
- Dos horas, putita. Ni una más. Si dentro de dos horas no lo tengo en mi poder, despediros de ella. Te daré un plazo de tiempo que yo crea oportuno para que puedas reunirlo. Ya te llamaré, y no digas nada a nadie, o ya sabes lo que haré con ella, después de fo...
Y cuelga. Yo comienzo a mirar a mi alrededor sin saber qué hacer. No puedo decirle nada a Christian porque sabe Dios cómo reaccionaría, no bien, por supuesto. Por lo menos al estar en Portland, le mantengo alejado. Recojo mis cosas rápidamente y le digo a Hannah que no me encuentro bien y vuelvo a casa. " Suspende todas las visitas para esta tarde". Es lo único que la digo antes de emprender rápido escaleras abajo.
Sawyer me ve aparecer en el vestíbulo con la cara desencajada y se alarma, pero no hay tiempo para las explicaciones. Tampoco él debe saber nada pues contactaría inmediatamente con Christian y se presentaría rápidamente
- Señora ¿ se encuentra bien?
- No Sawyer, Lléveme a casa, no estoy bien. Y lo más rápido posible... es el estómago
El me mira y mueve la cabeza sonriendo. ¡ Cosas de su estado !, seguro que es lo que piensa. Mientras voy trazando un plan a seguir para tener el tiempo suficiente y que ese canalla no haga una barbaridad. Oigo que habla con alguien referente a mi, y al final se despide " Si la señora está conmigo,"
- ¿ Hablas con Taylor?- le pregunto
- Si señora. Le he dicho lo que pasaba
- Christian está con él
- Si, señora- me responde
-Bien, gracias
Me dirijo a mi habitación inmediatamente, me cambio de ropa y busco algún bolsón en el que quepa tanta cantidad de dinero. No tengo ni idea de lo que puede abultar. Después voy al estudio de Christian. Taylor está con él en Portland y Gail seguro que ha ido de compras. Abro el cajón del escritorio de mi marido. No puedo abrir la caja fuerte al no saber la combinación. Rebusco por el cajón a ver si la tiene apuntada en algún sitio, pero no encuentro nada. Veo los talonarios de cheque y elijo el que está a nombre de los dos. Sigo buscando y veo el arma de Leila. Lo abro y compruebo que está cargado. Le miro unos segundos y decido cogerlo, y me lo pongo en el pantalón por la parte de atrás.
Se me presenta un nuevo problema: deshacerme de Sawyer. Le llamo pidiéndole ayuda para unas cajas que tengo que mover. El sube apresuradamente, y cuando está en mi habitación, con la rapidez del rayo entro en el ascensor, bajo hasta el garaje y me meto en el coche. Salgo a toda velocidad, ante la expresión atónita de Sawyer. Llego inmediatamente al banco. No han pasado cinco minutos y veo que Sawyer entra en el establecimiento buscándome con cara de pocos amigos. Me localiza hablando con una de las cajeras, que posteriormente me conduce hasta el despacho del director.
El director es un hombre amable, aunque un poco empalagoso. me dice que mi esposo es unos de los más importantes clientes del banco, y por lo tanto pienso que no habré de tener muchos inconvenientes para el reembolso
- Señora Grey, cinco millones es mucha cantidad de dinero. Nos lo tenía que haber dicho con más antelación. Claro nuestra entidad es muy previsora y tenemos efectivo suficiente para atender con creces su petición. Habrá de rellenar unos impresos y darme alguna identificación.
- ¿ Le sirve un talón? Es de la cuenta que tengo conjunta con mi esposo
- Perdone señora, pero el carnet que me enseña es de Steele
- ¡ Oh, vaya, es mi apellido de soltera! Déjeme buscar algo en el que esté como Grey.
Le doy mi carnet de conducir y le entrego el talón
- Lo siento, tardaremos un rato para preparar el efectivo
-Tengo mucha prisa, señor. Por favor háganlo lo más rápido posible.
- ¿ Se le ofrece tomar algo, entretanto?
- No gracias, si acaso un vaso de agua
- Enseguida se lo traen. Con su permiso, señora
Entra una secretaria con una jarrita de cristal, con un vaso en una bandeja. Bebo unos sorbos de agua. Está fresca y lo agradezco, con los nervios tengo la boca seca. Al cabo de unos minutos, reaparece en el despacho el director, que tímidamente me dice
- Señora, en la línea uno está su esposo y quiere hablar con usted
- ¿ Le han llamado? ¡ Por Dios ! Eso que le advertí que no lo hiciera...
- Teníamos que pedir su conformidad, se trata de una fuerte suma de dinero
- Está bien
El director sale discretamente y yo procuro serenarme para parecer tranquila y, que Christian no note nada.
- Hola
-¿ Vas a dejarme?- esa pregunta de entrada me deja sin saber qué responder, pero ha de estar a salvo
- Si
-¿ Es por el dinero?- me dice con una voz desgarradora-¡ Siempre el maldito dinero!
¿ Te marchas?- sigue con la voz ronca
- Si
- ¿ Y el bebé?
- Yo cuidaré de él
- ¿Es eso lo que quieres?
- Exactamente eso- le digo aunque mi voz tiembla de angustia
- Llévatelo todo, coge todo. No quiero nada. Sin ti no necesito nada. Te querré siempre
Estoy a punto de flaquear y contarle que no es por mi, sino por su hermana que está en peligro. Pero antes de que salga la primera palabra, Christian ha colgado el teléfono.
El director entra para anunciarme que ya lo tengo todo dispuesto, y que me traerán el dinero en un instante. Me asomo a la cristalera de su despacho y veo que Sawyer está en la puerta. Por ahí no puedo salir. Mientras el director va a por el dinero, recibo una nueva llamada de Jack
- ¿ Has hecho cuanto te he pedido?
- Si Jack, pero tengo un serio problema. El guarda espaldas está esperándome en la puerta
- Apáñatelas y di al director que te lleve por la puerta de atrás. Allí hay un Dodge negro que te traerá hasta donde estamos. No pierdas ni un minuto. El plazo está por expirar.
¡ El Dodge !. Era él, todo va encajando. En ese momento se abre la puerta y entra el director con un seguridad que porta el bolsón . Pesa, pero no importa. Entonces se me ocurre una argucia
- Sr. Whelan, necesito que me haga un favor. Tengo miedo de que alguien me siga extrañado por el bolsón tan abultado.¿ Podría salir por la puerta lateral?
- Claro señora sin problema. Se lo llevarán hasta donde nos indique
- Ah y otra cosa. Tengo que avisar a mi guardaespaldas y no me he traído el móvil, ¿podría prestarme el suyo?
- Desde luego, tómelo
- Muchas gracias. Tengo que dar una clave y es secreta ¿ me dejan a solas un segundo, por favor?- Naturalmente- estaremos fuera.
Abro un lateral del bolsón e introduzco mi BlacBerry entre los billetes. Tengo una corazonada, o bien es que conozco la forma de actuar del entorno de Christian
- Bien, ya está¿ nos ponemos en marcha?- les digo amablemente
Llegamos hasta el Dodge. A nuestra llegada sale del interior una mujer vestida de negro con el cabello bajo una gorra. Le damos el bolsón y yo me despido de Whelan dándoles las gracias por su colaboración. Cuando se alejan puedo ver el rostro de la mujer que ha metido el dinero en la parte de atrás del coche.
- Sube- me dice escuetamente- y dame el móvil
- ¡ Elizabeth ! ¿ Por qué haces esto, eres acaso su cómplice?
- No preguntes, Ana y sube. No hay tiempo que perder, y créeme, cumplirá su amenaza
Yo a penas puedo articular palabra ante el descubrimiento ¿ era ella la que nos persiguió.¿ Qué tiene en común con Jack ? La oigo que habla con alguien
- Si lo tengo en el coche. No, no lo he contado pero abulta muchísimo. Si lo tiré a una papelera. Bien, vamos para allá.
-Ana, ponte el cinturón y no hables. Es mejor que estés calladita
- Pero Elizabeth, tú fuiste amable conmigo en la oficina ¿ Qué ganas haciendo esto?
Pero no me responde. Va pendiente del volante a buena velocidad. No conozco las calles por la que vamos. Es una zona ¿ industrial?, no sé. La mitad de los edificios están vacíos. Nos paramos frente a una fábrica en ruinas y de una puerta lateral, sale un hombre trajeado. Lleva el cabello cortado y se acerca lentamente hacia el coche que nos ha llevado hasta allí. Al bajar compruebo que es Jack ¿ con traje, y con el pelo cortado?. Una mueca de sonrisa llena su cara. Una centelleante mirada me recorre de arriba abajo y yo me encojo en mi. Estoy con muchísimo miedo. Ya conozco la talla del personaje. Lo primero que hago es preguntar por Mia
- No te preocupes, putita. La zorra esa está ahí dentro
- Quiero verla- y suelta una terrorífica carcajada
- La señora Grey quiere ver a la zorra de su cuñada...- dice como si hablara con alguien y yo cada vez siento más miedo.
Elizabeth está a unos pasos apartada de nosotros con cara muy seria, lo que me hace sospechar que las cosas no van a ser tan sencillas como yo creí en un principio. Rezo para que a Mia no le haya ocurrido nada. " Es el ojito derecho de Christian. Señor que no le haya hecho daño".
Doy unos pasos atrás , él se va acercando y tiemblo ante esa mirada lasciva, la misma que me dirigió aquella tarde. Está tan cerca que siento su repugnante aliento en mi rostro. De repente me sube una náusea. Procuro reprimirla y abro la boca para tomar aire en mis pulmones, y que pase. No quiero ni pensar si además se entera de que llevo en mi interior un hijo de Christian.
Se queda quieto durante unos momentos, y de repente levanta un brazo y con el dorso de su mano, con toda las fuerzas del mundo, me suelta una bofetada que me hace caer al suelo. Caigo sobre el brazo, siento mucho dolor en el hombro, pero el dolor más fuerte se produce en mi cabeza que choca estrepitosamente sobre el cemento del suelo. Algo estalla en mi interior. El dolor es insoportable, y yo levanto mis brazos para protegerme de un segundo golpe. Jack me da una patada en mi costado que me quita la respiración. Pienso en mi Bip. Deseo protegerle
- Por favor Jack, en la calle no. Puede haber algún indigente y dar el chivatazo a la policía.
Es un segundo, estoy a punto de perder el conocimiento. El dolor es insoportable, pero aprovecho que no me miran y saco de mi ropa la pistola de Leila. Con la vista nublada por el dolor apunto hacia Jack y disparo sin pensarlo encima de su rodilla´. Cae al suelo dando alaridos de dolor, mientras que de su pierna sale abundante sangre. Giro mi brazo apuntando a Elizabeth, cuando un sin fin de alarmas, chirriar de ruedas, voces y sirenas de policía llegan hasta mis oídos. Lo último que escucho es la voz desgarradora y horrorizada de Christian: " Ana, Ana "
Marcho hacia la editorial sin decir adiós a Christian que permanece dentro del baño. Tengo sentimientos contradictorios dentro de mi. Por un lado siento el impulso de llamar a la puerta y lanzarme a sus brazos. Por otro pienso que he de mantenerme firme. Me ha hecho daño al salir corriendo, y además se ha ido a refugiar en sus brazos. ¡ Imbécil !, no se da cuenta de lo que ocurre. ¿ Qué pasara con nuestro matrimonio,¿ será el final? ¿ Me abandonará, se ha cansado de mi? ¿ Por qué ha salido corriendo a las primeras de cambio?
Sencillamente no lo esperaba, ni se imaginaba lo que pudiera ocurrir. Confiaba en que yo estaba tomando medidas, pero eso no es óbice para comportarse como lo ha hecho. Yo tampoco he tenido tiempo de hacerme a la idea, y sin embargo aquí estoy, enfrentándome a esta locomotora que es Christian Grey. Mi pequeño, viniste demasiado pronto y ahora tengo que bregar con dos niños ¿ tendré fuerzas, podré con ello? Contigo sí, mi pequeño Bip, pero con tu padre... ¡ Dios !
Voy acurrucada en el coche. Sawyer me mira de vez en cuando y refleja en su rostro un signo de tristeza. Yo miro, sin ver , por el cristal de la ventanilla inmersa en mis pensamientos. Los ojos se me llenan de lágrimas, que no puedo ocultar.
Edificio SIP |
- Señora, ya hemos llegado- me saca Sawyer de mi reflexión.- Voy a buscar el desayuno ¿ quiere que le traiga algo?
- No, gracias Sawyer
Subo hasta mi despacho. Ya tengo preparado el café que Hannah me ofrece. El estómago se me revuelve ¿ han comenzado los primeros síntomas de embarazo? Posiblemente si, me repugna el olor al café. Hasta mi garganta sube la primera náusea y corro directamente al lavabo. Al no haber tomado nada , las náuseas son secas y el estómago sube hasta mi garganta y parece que va a salírseme por la boca. Es una punzada de dolor, que se repite una vez más. Al fin consigo calmarlo.
- Ana ¿ te encuentras bien? Estás muy pálida. Quizá mejor un té ¿ verdad?
- Si Hannah, gracias, mejor un té- la digo mientras seco mi boca con un pañuelo.
Me siento, al fin, en el escritorio y conecto el ordenador. Deseo tener un mensaje de Christian, que no llega. Y de nuevo la angustia atenaza mi pecho. Le he perdido. ¿Dónde está el amor que me declaraba a penas hace dos días ? No ha podido cambiar en tan poco tiempo, por voluble que sea. Ha estado a mi lado con lo de Ray, me ha preparado un cumpleaños de cine... todo eso no se puede hacer si no te quieren. Pero...
ha rechazado de pleno a mi pequeño, que aunque no lo quiera es de los dos, lleva nuestra sangre... ¡ Cómo puede ser tan ... !
Suena mi BlackBerry. Pienso que es él, pero se trata de Kate
- ¿ Dónde estabas? Christian llamó anoche desesperado
- Tuvimos una pelea...
- ¿ Y te fuiste?
- No, yo no. Dormí en otra habitación. Ahora tengo mucho trabajo y no te puedo atender. Ya te llamaré más tarde
- No cuelgues... ¿ Estás bien ?
- Si Kate, perfectamente. Ahora te dejo
- De acuerdo. Llámame en cuanto puedas ¿ vale ?
- Vale - y cuelgo. No me siento con fuerzas para explicarle ahora el motivo de nuestra pelea. Primero tengo que racionalizarlo yo.
La mañana transcurre sin recibir noticias de Christian. Pienso que su furia no ha disminuido, pero la mía tampoco. Me centro en el trabajo, y de momento aparco mis propias preocupaciones. Llega la hora de la comida y degusto un bagel con queso y salmón. ¡ Humm ! qué sabroso estaba y qué bien ha sentado a mi vacio estómago. Parece que me reconforta y me siento mejor.
Llega la hora de salir y Sawyer me lleva hasta el hospital para ver a Ray. Entro en la habitación y me alegro al comprobar que mi padre está mejor. Sawyer me ofrece un té mientras estoy con Ray y lo rechazo.
- ¿ Cómo te encuentras, papá?
- Estoy bien Annie. Estoy mejor, si no fuera por este endemoniado picor de la escayola
De nuevo la angustia me atenaza. Recuerdo los pasados días en que creí perderle. Voy hasta su cabecera y me abrazo a él mientras le repito lo que le quiero. El me corresponde con una brazo de "oso", que tanto necesito en esos momentos y no puedo evitar el emocionarme
- Annie ¿ qué te ocurre, por qué lloras?
Cómo contarle lo que me ocurre. La alegría por su mejoría y, la atroz situación a la que me ha llevado la actitud de Christian. Máxime cuando no hace más que ensalzarle una y otra vez. Reconozco que todo lo que me dice es cierto, la generosidad de mi marido es enorme. Sin embargo conmigo no lo ha sido. Ni siguiera me ha dado el beneplácito de la duda.
- No me ocurre nada, papá - respondo a su pregunta- Sólo que estoy tan contenta de verte así...
- Espero poder recuperarme y tener algún día un nieto sobre mis rodillas, y jugar con él como hacía contigo.
Ray |
Me es difícil ahogar el llanto que pugna por salir, pero al fin lo consigo y sonrío feliz.
- Niña, te noto algo rara, muy emocionada, demasiado. Cuéntame lo que te ocurre. ¿Estáis bien?
-Mas o menos, papá. Hemos tenido una pelea, pero ya lo arreglaremos
- Es un buen hombre tu marido ¿ sabes? Al principio tuve mis dudas cuando me llamó para pedirme tu mano. Después he comprobado lo mucho que te quiere, que es capaz de hacer cualquier cosa por ti
- Si papá. Me quiere mucho, pero también tiene su genio. Bueno... me voy para que descanses. Mañana volveré. Te quiero mucho papá
- Yo también Annie, eres mi pequeña. Hasta mañana, cielo, y solucionar lo vuestro.
Sawyer me lleva a casa. Frente a su entrada, una especie de hormigueo me entra por el estómago. Tengo miedo de enfrentarme de nuevo a Christian, no sólo a su reacción sino a mi fragilidad frente a él. Sé que no van haber gritos, ya no, ya han pasado. Pero me duele su frialdad, temo a su frialdad, a la que presencié con la visita de Leila ¿ seré yo la próxima?
Saludo a Gail que está en la cocina preparando algo. Ella corresponde a mi saludo
- Buenas noches Ana.
- ¿ Está Christian?
- No, llamó para decir que vendrá tarde. Tiene trabajo
- Oh gracias por decírmelo- ¿ por qué no me lo ha dicho directamente a mi ? sigue furioso
- Ana ¿ vas a cenar? - noto que Gail me tutea y su voz es muy cariñosa y dulce- Ahora lo tienes que hacer por los dos. ¿ Te apetece algo especial?
- Pasta, spaguetti con tu especial salsa boloñesa
- Estupendo, ya mismo te lo pongo- me toma una mano con cariño y me dice- He de decirte que esta mañana Christian estaba fuera de si cuando no te encontraba. Estaba como loco
- Ya - la respondo
Después de cenar me dirijo a mi dormitorio y saco la BlacBerry. Deseo ardientemente que me haya puesto algún mensaje, aunque sea para regañarme... pero no hay nada. Decido dar yo el primer paso y le llamo
- Ana- me contesta frio y lacónico
- Gail me ha dicho que tienes trabajo. ¿ Estás en la oficina?
- ¿ Dónde crees que puedo estar?
- ¿ Vas a venir a casa?
- Luego
- Bien, será mejor que te deje trabajar
Y tras un largo silencio por parte de ambos, cuelgo el teléfono. Voy a la biblioteca no sé muy bien para qué. No me apetece leer. Estoy rabiosa por la actitud de él. No ha cedido ni un palmo y yo tampoco lo voy hacer. No puedo hacerlo. He sido yo la ofendida y no él. Me ha herido anímicamente y además no acepta a mi Bip. Recuerdo, mirando la mesa de billar, nuestros juegos y me siento mal. Me encamino hacia mi antigua habitación y al cabo de un rato, los párpados por fin se rinden ante el sueño
Los rayos solares del Otoño, me dan en los ojos y me hacen despertar. La cabeza me duele terriblemente. Mi primer pensamiento es para Christian, no está, señal de que sigue enfadado. Mi estado anímico está por los suelos. Miro el reloj y compruebo que es la hora de levantarse. Al poner los pies en el suelo, me rozo con algo suave. Bajo la cabeza y veo que es mi corbata favorita. La recojo , acaricio suavemente y la llevo hasta mi mejilla, mientras de nuevo la emoción me invade. Anoche cuando me acosté no estaba, estoy segura. Eso quiere decir que ha estado en esta habitación ¿contemplándome mientras dormia? ¿ Fue anoche ó esta mañana? ¿ Hay aún esperanzas para nosotros?
- Buenos días, Ana- me dice risueña
- Buenos días Gail ¿ ha desayunado ya Christian?
- El se ha marchado, ya
- Está bien-respondo- ¿ Pero vino a casa?
- Si, tarde pero vino. Sé que no debo, pero permíteme que te diga algo. Soy mayor que tú y ya he recorrido un largo camino por la vida: mantente firme con él, no cedas. Tú tienes la razón. Sé que lo estáis pasando mal, que es duro tanto para ti como para él, pero hazme caso. Es muy obstinado, pero te quiere y tú a él. Lo solucionaréis, sólo dale algo de tiempo
La escucho en silencio. Son las mismas palabras que me repito una y otra vez, pero mientras él no se de cuenta de lo que ocurre, no conseguiré nada.
- Ya..., gracias Gail, solo que es una situación muy difícil- la respondo mientras aprieto su mano en agradecimiento. Sé que lo hace por nuestro bien.
A la hora puntual, llego al trabajo. Enciendo el ordenador. Mientras arranca pienso qué hacer... La cabeza me da martillazos horribles, pero no voy a tomar ningún calmante. Saludo a mi Bip y le sonrio, aunque él no pueda verlo.
Tengo un correo de Christian, y por un momento mi corazón salta por la esperanza, pero es frio y escueto
" Tengo que viajar a Portland. Iré en helicóptero. Tengo que solucionar asuntos en la Universidad. He pensado que querrías saberlo"
Nada más... Y de nuevo se me llenan los ojos de lágrimas. Ni una palabra suave, ni un solo asomo de cariño. Sigue en sus trece. Unos golpecitos suaves en la puerta hacen que abandone mis pensamientos
- ¿Puedo pasar?
- Adelante Hannah
- ¿ Estás bien? Tu semblante está muy pálido
- Si Hannah, sólo me duele la cabeza. Ya pasará. Dime ¿ qué querías?
- Ha llegado Boyce Fox y desea verte
- Llévale por favor a la sala de reuniones. Ahora voy. Por favor Hannah ¿ puedes prepararme un té y me lo llevas allí?
- Desde luego. Le preguntaré si él quiere tomar algo
- De acuerdo, gracias.
He charlado con el autor, hemos puntualizado algunas cosas, y a su marcha voy a almorzar. Indiscutiblemente me alimento poco. Quizá mi Bip es comilón y reclama más. Por poca cantidad de comida que ingiera, me siento mucho mejor después de haberlo hecho.
- Lo siento pequeño, pero tengo poca hambre y enseguida me lleno. No puedo comer más.
Le hablo a menudo, quizá porque encuentro consuelo, y pienso que de alguna manera él me escucha y comprende lo que me pasa. Sentada frente al ordenador pienso en el modo en que vamos a solucionar todo esto que nos pasa, y no encuentro respuesta porque tampoco él hace nada por acercarse. No he recibido ninguna noticia. Estoy preocupada por su viaje en el Charlie Tango. Aún no se me ha borrado el sabotaje.
La BlackBerry repiquetea. Es Mia y agradezco su llamada, porque por lo menos con su alegría de siempre me distraerá y olvidaré aunque sea por un momento mi preocupación
- ¡ Hola Mia ! ¿ qué te cuentas?
Jack Hyde |
- ¡ Ah ! si es la zorra del SIP-me contesta una voz que de inmediato reconozco
- ¿ Jack, Jack Hyde?
- Si pequeña zorra, y tengo a tu cuñada aquí a mi lado
- Por favor, dila que se ponga- mi mente funciona a mil por hora y procuro estar serena
- Pues va a ser que no... me dice con sorna
-¿ Qué quieres Jack?
- Quiero su dinero, el de tu marido, el de los Grey. Me han truncado mi carrera y me lo van a pagar. Si quieres recuperar a tu cuñada tendrás que darme cinco millones de dólares. Si no los tengo dentro de dos horas, la mataré
- Jack, Jack, espera un momento. Yo no tengo ese dinero... No puedo recopilarlo en tan poco tiempo, dame más plazo por favor
- Dos horas, putita. Ni una más. Si dentro de dos horas no lo tengo en mi poder, despediros de ella. Te daré un plazo de tiempo que yo crea oportuno para que puedas reunirlo. Ya te llamaré, y no digas nada a nadie, o ya sabes lo que haré con ella, después de fo...
Y cuelga. Yo comienzo a mirar a mi alrededor sin saber qué hacer. No puedo decirle nada a Christian porque sabe Dios cómo reaccionaría, no bien, por supuesto. Por lo menos al estar en Portland, le mantengo alejado. Recojo mis cosas rápidamente y le digo a Hannah que no me encuentro bien y vuelvo a casa. " Suspende todas las visitas para esta tarde". Es lo único que la digo antes de emprender rápido escaleras abajo.
Sawyer me ve aparecer en el vestíbulo con la cara desencajada y se alarma, pero no hay tiempo para las explicaciones. Tampoco él debe saber nada pues contactaría inmediatamente con Christian y se presentaría rápidamente
- Señora ¿ se encuentra bien?
- No Sawyer, Lléveme a casa, no estoy bien. Y lo más rápido posible... es el estómago
El me mira y mueve la cabeza sonriendo. ¡ Cosas de su estado !, seguro que es lo que piensa. Mientras voy trazando un plan a seguir para tener el tiempo suficiente y que ese canalla no haga una barbaridad. Oigo que habla con alguien referente a mi, y al final se despide " Si la señora está conmigo,"
- ¿ Hablas con Taylor?- le pregunto
- Si señora. Le he dicho lo que pasaba
- Christian está con él
- Si, señora- me responde
-Bien, gracias
Me dirijo a mi habitación inmediatamente, me cambio de ropa y busco algún bolsón en el que quepa tanta cantidad de dinero. No tengo ni idea de lo que puede abultar. Después voy al estudio de Christian. Taylor está con él en Portland y Gail seguro que ha ido de compras. Abro el cajón del escritorio de mi marido. No puedo abrir la caja fuerte al no saber la combinación. Rebusco por el cajón a ver si la tiene apuntada en algún sitio, pero no encuentro nada. Veo los talonarios de cheque y elijo el que está a nombre de los dos. Sigo buscando y veo el arma de Leila. Lo abro y compruebo que está cargado. Le miro unos segundos y decido cogerlo, y me lo pongo en el pantalón por la parte de atrás.
Se me presenta un nuevo problema: deshacerme de Sawyer. Le llamo pidiéndole ayuda para unas cajas que tengo que mover. El sube apresuradamente, y cuando está en mi habitación, con la rapidez del rayo entro en el ascensor, bajo hasta el garaje y me meto en el coche. Salgo a toda velocidad, ante la expresión atónita de Sawyer. Llego inmediatamente al banco. No han pasado cinco minutos y veo que Sawyer entra en el establecimiento buscándome con cara de pocos amigos. Me localiza hablando con una de las cajeras, que posteriormente me conduce hasta el despacho del director.
El director es un hombre amable, aunque un poco empalagoso. me dice que mi esposo es unos de los más importantes clientes del banco, y por lo tanto pienso que no habré de tener muchos inconvenientes para el reembolso
- Señora Grey, cinco millones es mucha cantidad de dinero. Nos lo tenía que haber dicho con más antelación. Claro nuestra entidad es muy previsora y tenemos efectivo suficiente para atender con creces su petición. Habrá de rellenar unos impresos y darme alguna identificación.
- ¿ Le sirve un talón? Es de la cuenta que tengo conjunta con mi esposo
- Perdone señora, pero el carnet que me enseña es de Steele
- ¡ Oh, vaya, es mi apellido de soltera! Déjeme buscar algo en el que esté como Grey.
Le doy mi carnet de conducir y le entrego el talón
- Lo siento, tardaremos un rato para preparar el efectivo
-Tengo mucha prisa, señor. Por favor háganlo lo más rápido posible.
- ¿ Se le ofrece tomar algo, entretanto?
- No gracias, si acaso un vaso de agua
- Enseguida se lo traen. Con su permiso, señora
Entra una secretaria con una jarrita de cristal, con un vaso en una bandeja. Bebo unos sorbos de agua. Está fresca y lo agradezco, con los nervios tengo la boca seca. Al cabo de unos minutos, reaparece en el despacho el director, que tímidamente me dice
- Señora, en la línea uno está su esposo y quiere hablar con usted
- ¿ Le han llamado? ¡ Por Dios ! Eso que le advertí que no lo hiciera...
- Teníamos que pedir su conformidad, se trata de una fuerte suma de dinero
- Está bien
El director sale discretamente y yo procuro serenarme para parecer tranquila y, que Christian no note nada.
- Hola
-¿ Vas a dejarme?- esa pregunta de entrada me deja sin saber qué responder, pero ha de estar a salvo
- Si
-¿ Es por el dinero?- me dice con una voz desgarradora-¡ Siempre el maldito dinero!
¿ Te marchas?- sigue con la voz ronca
- Si
- ¿ Y el bebé?
- Yo cuidaré de él
- ¿Es eso lo que quieres?
- Exactamente eso- le digo aunque mi voz tiembla de angustia
- Llévatelo todo, coge todo. No quiero nada. Sin ti no necesito nada. Te querré siempre
Estoy a punto de flaquear y contarle que no es por mi, sino por su hermana que está en peligro. Pero antes de que salga la primera palabra, Christian ha colgado el teléfono.
El director entra para anunciarme que ya lo tengo todo dispuesto, y que me traerán el dinero en un instante. Me asomo a la cristalera de su despacho y veo que Sawyer está en la puerta. Por ahí no puedo salir. Mientras el director va a por el dinero, recibo una nueva llamada de Jack
- ¿ Has hecho cuanto te he pedido?
- Si Jack, pero tengo un serio problema. El guarda espaldas está esperándome en la puerta
- Apáñatelas y di al director que te lleve por la puerta de atrás. Allí hay un Dodge negro que te traerá hasta donde estamos. No pierdas ni un minuto. El plazo está por expirar.
¡ El Dodge !. Era él, todo va encajando. En ese momento se abre la puerta y entra el director con un seguridad que porta el bolsón . Pesa, pero no importa. Entonces se me ocurre una argucia
- Sr. Whelan, necesito que me haga un favor. Tengo miedo de que alguien me siga extrañado por el bolsón tan abultado.¿ Podría salir por la puerta lateral?
- Claro señora sin problema. Se lo llevarán hasta donde nos indique
- Ah y otra cosa. Tengo que avisar a mi guardaespaldas y no me he traído el móvil, ¿podría prestarme el suyo?
- Desde luego, tómelo
- Muchas gracias. Tengo que dar una clave y es secreta ¿ me dejan a solas un segundo, por favor?- Naturalmente- estaremos fuera.
Abro un lateral del bolsón e introduzco mi BlacBerry entre los billetes. Tengo una corazonada, o bien es que conozco la forma de actuar del entorno de Christian
- Bien, ya está¿ nos ponemos en marcha?- les digo amablemente
Llegamos hasta el Dodge. A nuestra llegada sale del interior una mujer vestida de negro con el cabello bajo una gorra. Le damos el bolsón y yo me despido de Whelan dándoles las gracias por su colaboración. Cuando se alejan puedo ver el rostro de la mujer que ha metido el dinero en la parte de atrás del coche.
- Sube- me dice escuetamente- y dame el móvil
- ¡ Elizabeth ! ¿ Por qué haces esto, eres acaso su cómplice?
- No preguntes, Ana y sube. No hay tiempo que perder, y créeme, cumplirá su amenaza
Elizabeth |
Yo a penas puedo articular palabra ante el descubrimiento ¿ era ella la que nos persiguió.¿ Qué tiene en común con Jack ? La oigo que habla con alguien
- Si lo tengo en el coche. No, no lo he contado pero abulta muchísimo. Si lo tiré a una papelera. Bien, vamos para allá.
-Ana, ponte el cinturón y no hables. Es mejor que estés calladita
- Pero Elizabeth, tú fuiste amable conmigo en la oficina ¿ Qué ganas haciendo esto?
Pero no me responde. Va pendiente del volante a buena velocidad. No conozco las calles por la que vamos. Es una zona ¿ industrial?, no sé. La mitad de los edificios están vacíos. Nos paramos frente a una fábrica en ruinas y de una puerta lateral, sale un hombre trajeado. Lleva el cabello cortado y se acerca lentamente hacia el coche que nos ha llevado hasta allí. Al bajar compruebo que es Jack ¿ con traje, y con el pelo cortado?. Una mueca de sonrisa llena su cara. Una centelleante mirada me recorre de arriba abajo y yo me encojo en mi. Estoy con muchísimo miedo. Ya conozco la talla del personaje. Lo primero que hago es preguntar por Mia
- No te preocupes, putita. La zorra esa está ahí dentro
- Quiero verla- y suelta una terrorífica carcajada
- La señora Grey quiere ver a la zorra de su cuñada...- dice como si hablara con alguien y yo cada vez siento más miedo.
Jack Hyde |
Elizabeth está a unos pasos apartada de nosotros con cara muy seria, lo que me hace sospechar que las cosas no van a ser tan sencillas como yo creí en un principio. Rezo para que a Mia no le haya ocurrido nada. " Es el ojito derecho de Christian. Señor que no le haya hecho daño".
Doy unos pasos atrás , él se va acercando y tiemblo ante esa mirada lasciva, la misma que me dirigió aquella tarde. Está tan cerca que siento su repugnante aliento en mi rostro. De repente me sube una náusea. Procuro reprimirla y abro la boca para tomar aire en mis pulmones, y que pase. No quiero ni pensar si además se entera de que llevo en mi interior un hijo de Christian.
Se queda quieto durante unos momentos, y de repente levanta un brazo y con el dorso de su mano, con toda las fuerzas del mundo, me suelta una bofetada que me hace caer al suelo. Caigo sobre el brazo, siento mucho dolor en el hombro, pero el dolor más fuerte se produce en mi cabeza que choca estrepitosamente sobre el cemento del suelo. Algo estalla en mi interior. El dolor es insoportable, y yo levanto mis brazos para protegerme de un segundo golpe. Jack me da una patada en mi costado que me quita la respiración. Pienso en mi Bip. Deseo protegerle
- Por favor Jack, en la calle no. Puede haber algún indigente y dar el chivatazo a la policía.
Es un segundo, estoy a punto de perder el conocimiento. El dolor es insoportable, pero aprovecho que no me miran y saco de mi ropa la pistola de Leila. Con la vista nublada por el dolor apunto hacia Jack y disparo sin pensarlo encima de su rodilla´. Cae al suelo dando alaridos de dolor, mientras que de su pierna sale abundante sangre. Giro mi brazo apuntando a Elizabeth, cuando un sin fin de alarmas, chirriar de ruedas, voces y sirenas de policía llegan hasta mis oídos. Lo último que escucho es la voz desgarradora y horrorizada de Christian: " Ana, Ana "
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