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domingo, 15 de septiembre de 2013

CHRISTIAN Y ANASTASIA 18 ( 1996celta ) /UN HOGAR, UN PRADO, EL AMOR

( Texto basado en la obra original Cincuenta sombras de Grey )


Me despierto cuando la claridad del día entra a raudales por el ventanal de la habitación.  Hemos dormido los dos tranquilos,  y serenos  Parece ser que hemos ahuyentado cincuenta mil demonios de ambos. Espero que haya sido definitivamente. Extiendo mi brazo buscando a Christian,  pero él no está. Miro el reloj y es hora de levantarse. Acudiré al trabajo. El dolor de cabeza también ha huido de mi, y el costado me duele bastante menos.  Me siento descansada y,  la confesión de ayer de Christian me ha relajado muchísimo. Sólo hay algo a lo que no sé cómo abordar: nuestras relaciones sexuales.  Christian está empeñado en mantener la vigilia impuesta por el médico, pero yo necesito a mi marido.  Tendré que hacer algo al respecto.


Me ducho y busco una ropa  que sea algo provocativa. Elijo una falda, quizá demasiado corta, pero es la que voy a ponerme. Mis zapatos preferidos de altísimos tacones, y con un ligero maquillaje, estoy lista para conquistar a Christian.

Voy hacia la cocina y allí está él desayunando. Observo que no se ha cambiado de ropa, sigue con la de dormir, y eso me extraña

- Buenos días rey
- ¿ Rey, soy tu rey?
- Eres el rey de ms sueños y el emperador de mi vida

Le largo un beso de esos de los que dicen de película, pero él, después de corresponderme, me retira suavemente y me dice sonriendo

- Ana, sé lo que estás haciendo y...,     no
- Christian...
- Te veo muy compuesta ¿ vas a ir a trabajar?
- ¡ Claro !, es lunes y estoy cansada de estar en la cama. La cabeza no me duele y las costillas a penas. Así que sí, iré a trabajar
- Yo no pensaba ir. Quería dedicárselo a mi mujercita. Calidad de vida, creo que lo llaman. Señora Grey, se ha puesto una falda muy corta. ¿ Acaso quiere flirtear conmigo?
- Pues eso es lo que pretendo, pero estás siendo muy duro.
- Desayuna . No debes ir a trabajar. Recuerda lo que dijo el médico. Diez días sin trabajo y sin estrés. Desayuna.  Mientras voy a ducharme



Yo así lo hago. La señora Jones me ha puesto mi desayuno preferido, pero la he indicado que necesito un poco más . Tengo mucha hambre. " Junior, vas hacer que engorde ".  Gail sonríe y agrega un poco más de avena y yogur.

Cuando he terminado, aparece Christian. ¡ Dios mio, este hombre me va a matar!  Está guapísimo, con el cabello húmedo todavía, con vaqueros y una camiseta, y oliendo a su perfume tan característico.

- ¿ Has desayunado?
- Si, y además he repetido
- Buena chica. Como recompensa te voy a llevar a un sitio
- ¿ A dónde ?
- Vamos a ver nuestro futuro hogar
- ¿ De veras?
- Si, así que vámonos. Pero creo que deberías cambiarte de zapatos ¿ no crees?
- Tienes razón en un minuto vuelvo
- Ana, no te cambies de falda- me dice riendo picaronamente.



Los dos estamos relajados y felices. Christian está cariñoso conmigo, atento, detallista y me mima como nadie.  Es como si no  hubiera ocurrido nada, pero ¡ ya lo creo que ha ocurrido! se ha liberado de casi todas las sombras.

Me abre como siempre la puerta del coche y enfilamos la carretera que nos conducirá a nuestra casa, a nuestro futuro hogar que crearemos entre los dos. 

Las obras han empezado hace poco tiempo, no obstante nos hace ilusión ver  cómo va todo.



Llegamos frente a la fachada y Christian introduce un código y sus puertas se abren. Vemos que hay camiones de la compañía inmobiliaria de Elliot frente a la entrada principal.  Christian me coge por la cintura y me besa en la mejilla. Sonrie, está satisfecho y se le ve feliz, orgulloso.

Una voz conocida nos llama, se trata de Elliot, pero no le vemos. Empieza a hacer movimientos con los brazos y entonces nos damos cuenta que está en el tejado de la casa. A gritos nos dice que no nos movamos, que baja para vernos. A los dos minutos está junto a nosotros

- ¿ Qué tal pequeña, cómo te encuentras?
- Muy bien Elliot. Ya va pasando todo
- Hola hermano -, le dice a Christian mientras le da unas palmadas en la espalda- Creí que nunca vendríais a ver cómo va todo. Os acompañaré en el recorrido. Antes poneros estos cascos. Lo manda la ley.

Nos conduce al interior de la casa y todo son plásticos, obreros que van de acá para allá...,   pero sin duda Gia ha diseñado una casa muy bonita.

- Os dejo solos para que lo disfrutéis. Cuidado,  es una obra

La escalera es la original y me alegro. Está protegida para no deteriorarla.  Pasamos a la cocina y es como un solar. Yo me quedo mirando y Christian sonriendo me dice



- ¿ En qué piensas?
- No sé donde voy a poner mis maravillosos cuadros de pimientos. ¡ No hay paredes !
- Yo pondré en esta casa los de José, y en mi estudio ese en el que te estás riendo. Es mi preferido.  Se te ve ¡ tan... niña, tan inocente !
- Pues a mi no creas que me convence verme colgada en una pared por toda la casa...

Christian suelta una carcajada y yo me quedo mirándole. ¿ Es la primera vez que le veo reírse a pleno pulmón? No lo se. A menos yo no lo recuerdo.

 Por la magnífica escalera subimos a las habitaciones , a nuestro dormitorio. Es grandioso, con ese ventanal y sus vistas impresionantes.

- ¿ Te imaginas, Christian, estas vistas en Navidad ?
- Es nuestra casa, mi vida - y me acerca más a él, besándome en la cabeza

  


Terminamos de hacer nuestro recorrido y salimos a lo que en  su día será un jardín.  Yo busco el prado y Christian adivinando mi pensamiento, me toma de la mano y caminando vamos en su dirección.  Cuando llegamos allí, me dice poniendo su mano en mi rostro y mirándome a los ojos

- Creo que este será un buen lugar para criar una familia
- Christian, será magnífico. Un hogar en donde reine el amor por encima de todo. Cuando entremos a vivir aquí, ya casi seremos tres. Los tres creceremos juntos y juntos dejaremos atrás todo lo que nos ha  perturbado. Aquí sólo reinará el amor y la armonía.
¿ Piensas en más de un niño?-le pregunto
- Quizá dos o tres, pero de uno en uno, Ana, por favor


Ante nuestra vista se extiende el precioso prado y unos cálidos rayos de sol otoñal nos acarician la cara. Todavía hace calor. Nos quitamos las chaquetas y Christian forma con ellas una almohada para que recline la cabeza.  Extiende la manta de cuadros que compramos en Londres, y me ayuda a tumbarme en ella.  Estamos entre la hierba crecida, lejos de la casa y de los obreros y en sus ojos esa luz especial brillante de amor y deseo.  Pone su mano sobre mi vientre y se queda mirando con ternura. Creo que interiormente está hablando con Junior
 
- Me alegro que no te cambiaras de falda- me dice acariciando mi pierna por encima de la media
 
Se inclina hacia mi y me besa. Yo le cojo la cabeza y enredo mis dedos entre sus cabellos. Me desabrocha la blusa y entonces desaparece la vigilia. Me gira para que yo quede encima de él, para no lastimarme las costillas, me abraza con frenesí, al tiempo que pronuncia mi nombre como una plegaria
 
- Ana... ¡ Oh Ana !
 


Una vez nos hemos calmado, permanecemos acostados uno junto al otro, con nuestras manos enlazadas. Christian gira su cabeza para mirarme.  Yo tengo los ojos cerrados, saboreando el momento de paz y amor que acabamos de vivir
 
- ¿ Qué te pasa, nena, te duele algo?
- No Christian, estoy saboreando este momento, guardándolo dentro de mi.
- Tendremos muchos,  mi reina. Vendrán muchos- me besa en los nudillos
-¿ Te apetece que comamos aquí?
- En ningún sitio mejor. En nuestro prado , en nuestro hogar
- Te advierto que la señora Jones, prepara unos picnics extraordinarios. ¿ Tienes hambre?
- Muchísima.  Entre tú y Junior me vais a poner tremendamente gorda
 
Christian vuelve a reír revolcándose por la hierba y yo le acompaño en su carcajada, no pudiendo evitar que una oleada de emoción nuble mis ojos.
 



 
- ¿Aún no le has dicho a tu madre y a Rey que tendremos un niño?- me dice
-  Pensaba decírselo a Ray ayer, pero como estaba el padre de José, no lo hice. ¿ Ya es tiempo de decirlo?
- Mi amor, yo no lo sé... soy primerizo. Seguimos haciendo primeras cosas juntos. Mi madre dice que por lo menos hay que esperar doce semanas, para hacerlo oficial, pero me da no sé qué que mis padres lo sepan y los tuyos no.
- Creo que tienes razón. A Ray se lo diré la próxima vez que le vea, y a mi madre la llamaré cuando regresemos a casa
- ¿ Y al resto? Son nuestros hermanos y está Kate...- dice Christian.  Creo que lo mejor es que organicemos una comida y se lo comuniquemos. Estoy seguro que se alegrarán.
- Me parece estupendo. Así lo haremos- respondo.
 








Mientras comemos suena en dos ocasiones la BlackBerry de Christian. La primera llamada era de Welch dándole  una información que le pone furioso. La segunda es de Rose su ayudante, y entabla una pequeña discusión con ella, y le da una orden tajante
 
- Compra las acciones de Lincoln y asegúralas en Grey Enterprises, después despide a toda la junta directiva, menos a su presidente. Sí ya lo sé Rose, que es muy desagradable, pero hazlo-, y su voz no tiene réplica
 
- Christian, ¿ qué ocurre, qué pasa?
- Estoy furioso, nena, pero no es algo que deba inquietarte. ¿ Sabes quién pagó la fianza de Jack cuando quiso secuestrarte ?
- No tengo ni idea
- Fue el capullo de Linc
-¿ El marido de.? ...
- Si el marido de Elena. Ahora ha entrado en un terreno que me atañe directamente. Ha hecho daño a mi familia y eso me lo va  a pagar.  Tengo un as en la manga guardado desde hace tiempo, y ha llegado la hora de sacarlo.  Le voy a arruinar, a hundirle en la miseria
- ¿ Qué dices?
- He comprado sus acciones a la baja. Ahora soy el dueño de la empresa y él está arruinado. La reflotaré y después la venderé, y además ganaré mucho dinero. Perdóname cariño, se lo debía a ...
- ¿A la señora Robinson? . No temas, lo entiendo.
- No,  quizás no lo entiendas, pero recibió una tremenda paliza por estar conmigo. Ella no le quiso denunciar, pero ha llegado la hora de cobrarse  aquello. Lo siento, Ana. En parte es por aquello, pero también es porque por su culpa tú estás herida y eso no se lo perdono.
- Entonces, si estaba en libertad bajo fianza... ahora...
- Exacto, la pena será doble por reincidir y no creo que nadie le pague la fianza ahora.
 
Más calmado, vuelve la paz a nuestra maravillosa tarde de picnic. Vuelve su ternura, sus besos en la comisura de mi boca y nuevamente el deseo se apodera de nosotros.
 
 
 
- ¿ Quieres que te haga el amor aquí?
- Claro es nuestra casa, es nuestro prado
 
-Eres muy imprudente nena- me dice después de amarnos, mientras me acaricia la cabeza- Cada vez que lo recuerdo.. Debes contarme todas las cosas
- Igual te digo señor Grey
- ¡Ahora te lo cuento todo.!..
- Y así quiero que sigas. Que nunca más me escondas nada, por duro que sea, por escabroso que sea. Lo quiero saber todo, porque esa es la única manera de que ambos tengamos la comunicación necesaria.
- Está bien, señora Grey. Tomo nota. ¿ Te encuentras mejor, más tranquila?
- Si ¿ y tú ?
- También. Te he echado de menos señora Grey
- Tendremos que hacer algo al respecto. Quizá cuando lleguemos a casa- le insinúo
- Me gustaría conocer tus límites, hasta donde puedes llegar
- Nada de violencias, Christian, ahora no
- No nena. Eso es algo infranqueable también para mi. Me refiero a los límites del placer. Cuánto serías capaz de aguantar.
- ¿ Cuando lleguemos a casa?
 
Christian no responde. me sigue tratando como si fuera de cristal. No me deja ir a trabajar, y a pesar de que han transcurrido los días desde nuestro picnic, ni siquiera menciona la palabra "juego"
 
Una dulce música me llega desde el salón. Es Christian al piano interpretando una melodía, pero no es triste como las de antes, al contrario es alegre, bulliciosa, que habla de esperanza.  Se me ocurre algo para limar su resistencia.  Me cambio de ropa, me pongo otra más ligera que oculte los hematomas, cojo los vaqueros que me encantan y los pongo en el suelo a mi lado . Le pongo un mensaje por la Black Berry
 
" Estoy esperando sus instrucciones, Amo
Siempre tuya"
 
 
 
"Señora G. Estoy intrigado
Voy a buscarla, Prepárese"
 
Siento la adrenalina recorriendo mi cuerpo. En unos segundos Christian está a mi lado, recoge los vaqueros y sale del vestidor con ellos puestos. Me ayuda a levantarme y me conduce a la parte de arriba, al cuarto rojo.  Antes de abrir la puerta deposita un beso en mi frente.  Una vez dentro, mi corazón palpita a mil por hora. Estoy expectante ante lo que va a hacerme. Se que no será dañino, sino todo lo contrario. Contengo la respiración cuando él se dirige a mi
 
- Así que¿ quieres jugar?
- Si
- Si ¿qué?
- Si, Amo
 
Me toma de las manos y me levanta del suelo. Acaricia mi frente, besa mis labios, y me abraza.  Mientras nuestra sangre se enciende plena de amor y deseo.
 
 
 
 

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