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domingo, 1 de septiembre de 2013

CHRISTIAN GREY Y ANASTASIA 3 (1996celta)/FOTOS, PESADILLAS, MOTOS DE AGUA

( Texto basado en la obra original Cincuenta sombras de Grey )
 
Christian está muy preocupado con el incendio en sus oficinas, a pesar de que todo el equipo está trabajando en ello, pero desde la distancia, todo se acrecienta.  Lleva muchas horas encerrado en su estudio. No le quiero interrumpir. me aburro soberanamente. Me canso de ver la televisión, de leer, he dormido durante un rato. Decido ir de compras a la ciudad.  Voy a su estudio y al entrar compruebo que está hablando por teléfono. Me mira y dice
 
- Perdón Andrea, espera un momento- Tapa con su mano el auricular
- Christian ¿ te falta mucho?
- Pues no se qué decirte, nena. Esto es complicado
- Lo entiendo. Me aburro yo sola, así que si te parece bien, me acerco a la ciudad a  hacer alguna compra
- Me parece estupendo
-¿Deseas que te traiga algo?
- No cariño, no necesito nada
- Bueno pues hasta luego. No tardaré mucho. Me llevo a Taylor
 
Me despido dándole un beso y él me lo devuelve acompañado de un ligero azotito en el trasero.  Taylor está en una dependencia al lado del estudio de Christian, está leyendo.
 
- Taylor quiero ir a la ciudad
- Muy bien señora Grey
-Iré en la moto de agua
- No creo que eso le agrade a su marido
- No te preocupes. No pasa nada
- Taylor da por sentado que Christian lo sabe y ha dado su autorización. Yo me encamino muy segura de mi misma sin dar más explicaciones, y antes de que descubra mi pequeña mentira.
 
Me da el chaleco, me lo acomodo y subo a la moto.  En la lancha está Taylor, no muy convencido.
- Señora ¿ seguro que el señor Grey ha dado su autorización? No me gustaría perder mi trabajo
- Taylor, he dicho que no pasa nada. En todo caso a quién tiene que reclamar es a mi. No te preocupes.  Ahora dime cómo pongo esto en marcha
 
Me da una serie de explicaciones y a la segunda vez que intento arrancarla, salgo del perímetro del yate a toda velocidad. Taylor va en la lancha siguiéndome.  Yo estoy excitada por la libertad que me proporciona el haberme salido con la mía, y doy varias vueltas alrededor del barco, riendo como una loca.  Observo que Christian está en cubierta y aunque no  distingo la cara, supongo que tiene algún gesto de desagrado. Más bien de enfado.  Para tratar de suavizar las cosas, por si acaso, le digo adiós con el brazo en alto, gesto al que me responde. Por fin, conduzco la moto hacia el puerto. Cuando llego, Taylor ya está esperándome. Me ayuda a salir de la moto y emprendo mi paseo por la ciudad.
 
Recorro las tiendas de primeras marcas de ropa, pero no me atraen, además Christian me ha hecho un ajuar precioso. No, no necesito comprarme vestidos.  Continúo y me paro delante de una tienda de souvenirs para turistas.  En el escaparate he visto una pulsera para el tobillo que me encanta.  Tiene distintos colgantes que al moverlos tintinean alegres. Me la pongo inmediatamente de comprarla. Ha sido muy barata  y me satisface plenamente. La marca de las esposas, quedan  ocultas con ella.
 
 
Plenamente satisfecha con mi pulsera, pienso en algún regalo para Christian . No sé qué comprarle, tiene absolutamente de todo. Recuerdo una conversación que tuvimos en una de las galerías de arte al contemplar unos cuadros de desnudos y,  en el Louvre,  el comentario que me hizo acerca del cuerpo femenino frente a estatua de la Venus de Milo
 
 
 
- A nosotros ( se refería al género masculino ), siempre nos gusta admirar las formas femeninas, tanto en cuadros, esculturas, dibujos, fotos, en cualquier representación.
 
Acudieron a mi memoria las fotografías de las sumisas que guarda en su vestidor y que ignoro si las habrá quemado,  como me dijo.  Entonces se me ocurre comprarle una máquina fotográfica.  No entiendo mucho, tampoco sé hablar francés, con lo cuál es difícil  que el vendedor me pueda aconsejar.  Llamaré a José
 
- Diga- me responde una voz somnolienta
- José ¿ eres tú ?
- Si ¿ quién llama ?
-Soy Ana. ¿ Qué te ocurre ?- le digo al notar su voz extraña
- ¡ Ana ! ¿ qué te pasa, cómo estás ?
- Estoy bien y no me pasa nada. Quería que me dieras un consejo sobre una máquina fotográfica
- Ana , ¿ sabes la hora que es ?
 Me  disculpo en el acto. No me había dado cuenta del cambio horario.  Me pregunta por Christian y al cabo de unos instantes me dice cuál es la máquina más aparente para lo que deseo, y colgamos.
 
Con todas mis compras efectuadas, regresamos al yate. Taylor va conmigo en la lancha y Gastón en la moto de agua.  Al llegar compruebo que Christian aún está trabajando y voy corriendo al camarote para envolver mi regalo. Acabo de poner el último cel-lo cuando aparece en el camarote
 
- Has tardado mucho- me dice
He estado de compras, mira- y le enseño la pulserita de mi tobillo.
 
El se queda mirando la pulsera y con su dedo pulgar acaricia la señal roja. Me doy cuenta de ello inmediatamente. Aún no se le ha pasado el disgusto.  Trato por todos los medios de que se distraiga y no le hago alusión a ello.
 
- Mira, también he comprado algo para ti
- ¿ Para mi ?- dice sonriendo, y yo respiro tranquila. Parece que no está enfadado por mi escapada
 
Se sienta en la cama y mientras lo desenvuelve me comenta
 
- Hace siglos que nadie me hace un regalo.  Creo que nunca me han regalado nada
- Christian, es que es muy difícil regalarte.  Tienes de todo
- Te tengo a ti, nena. Tú eres todo lo que yo deseo
- Claro que me tienes, cariño. Siempre
 
Destapa la caja y al comprobar que es la máquina fotográfica, se queda un poco perplejo. Sonríe y me mira como diciendo
 
- ¿ Y esto ?- le observo y parece que no le gusta
-Como me hiciste el comentario referente al cuerpo femenino, y conservabas las fotografías de ... antes, pensé que quizá quisieras retratar mi cuerpo. No importa si no te gusta. Puedo devolverlo
- ¿ Por qué piensas que deseo algo de eso nuevamente ? ¿ Quieres que te retrate?  Ana, las fotos de las sumisas eran  mi póliza de seguros. Ya te dije que no se podían publicar. Utilicé durante mucho tiempo a esas mujeres como objetos ¿ Te sientes una mujer sometida ?
-  No lo quieres porque piensas que si me retratas me convertirás en una mujer como ellas ¿ verdad ?
- Ana, estoy muy confundido. Todo esto son situaciones nuevas para mi
- Christian para mi también son nuevas. A parte de mi padre, nunca he vivido con un hombre. No hemos tenido relaciones de noviazgo, hemos pasado directamente al matrimonio, y no nos conocemos.  tenemos que hacerlo, Christian, tenemos que conocernos. Hasta el mínimo detalle.  No..., no me siento sometida aunque algunas veces sí me sometes, pero ya sabes que me encanta esa manera de someterme-. Veo que tuerce el gesto y se torna bastante serio.
- Es sólo una broma. Mira ahora te voy a convertir en un hombre sometido- Y comienzo a disparar fotografías sobre su cara, que en cuestión de segundos cambia totalmente,   para al final reírse.
 
 
- ¿ Quiere ser una mujer sometida, señora Grey ?- me dice mientras me tumba en la cama y se pone a hacerme cosquillas por todo el cuerpo
 
Yo rio nerviosa, tratando de proteger mis brazos, la planta de mis pies, mi cintura, en definitiva todas las partes sensibles de mi cuerpo a las cosquillas.  Rio histérica hasta tal punto que se me saltan las lágrimas y no puedo resistirlo más. El ríe feliz contagiado por mi risa, pero yo le digo en un momento
 
- Para Christian,  para por favor- automáticamente se detiene y se borra la risa de su rostro
- ¿ Quiere jugar señor Grey?, muy bien pues juguemos
 
El se queda mirándome esperando mi ocurrencia. Me siento a horcajadas encima de él. Entonces vuelve a repetirse:   me lee el pensamiento, y automáticamente me dice
 
-No Ana, no lo hagas, por favor. No lo soporto- su rostro se ha vuelto serio, pero continúa- Nunca nadie me ha hecho cosquillas. Veía a Carrick hacérselas a Elliot y a mi me daba risa, pero nunca me las pudieron hacer.
 
Yo me quedo con las manos en el aire, y le respondo
 
- Tranquilo,  amor. Tú no lo quieres, y yo no lo haré.
 
La temperatura en la habitación se había vuelto gélida. El miraba la caja de mi regalo pensativo. ¿ Qué le ocurría, qué es lo que le atormentaba? ¿ Sería el problema del incendio, sería mi actitud de coger la moto de agua sin su permiso?, ¿ qué ?

- Christian, gracias- le digo con una sonrisa y le acaricio sus patillas
- Gracias ¿ por qué ?- me responde sonriendo
- No te has enfadado conmigo por lo de la moto de agua
- Te equivocas, si me enfadé.  Pero te vi tan contenta cuando pasaste y me saludaste, y pensé en lo que me dijiste de Flynn " yo también debo darle un voto de confianza"  Estabas siendo sobre ella como una cría, y cada vez que te ríes se me llena el corazón de alegría a mi también

Me toma la cabeza entre sus manos, me mira detenidamente y me dice con la mayor ternura

- Anastasia, eres tan bella.  Te quiero tanto...

Su boca aprisiona la mía y sus brazos rodean mi cuerpo.  Al principio con calma, pero un instante después,  como con desesperación.  Sé que le ocurre algo, pero no me lo dirá, ni aunque despliegue mis artimañas femeninas.  Habré de deducirlo

 Me aprieta fuerte contra él, con angustia, con desesperación. Yo he de buscar el medio para que descargue toda la adrenalina. La única forma que tiene para ello, es estar conmigo.  Ambos nos unimos .Él con desesperación, yo con todo el amor del mundo que siento por este hombre que nunca conoció el amor hacia una mujer, y sin embargo a mi me lo da a manos llenas.

- Ana, mi Ana - murmura en mi oído con veneración y angustia.- ¡ Cómo te necesito, nena, cómo te necesito !





Cambio de postura y me pongo de lado, mirándole mientras acaricio su adorada cara

-Prometo serte fiel. Prometo acompañarte en las alegrías y en las tristezas, en la enfermedad y en las horas de bonanza. Prometo amarte toda la vida, hasta que la muerte nos separe.

El me mira sorprendido de que recitara mis votos matrimoniales

-Si  Christian en la salud y en la enfermedad, en todos los instantes de nuestra vida. Soy tu compañera.  Por favor háblame ¿ qué re ocurre?

Me mira dulcemente y me besa en la frente, y continúa como una letanía:

-Prometo cuidarte y mantener en lo más profundo de mi corazón esta unión y a ti . Prometo amarte fielmente, renunciando a cualquier otra, en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, nos lleve la vida donde nos lleve. Te protegeré, confiaré en ti y te guardaré respeto. Compartiré contigo las alegrías y las penas y te consolaré en tiempos de necesidad. Prometo que te amaré y animaré tus esperanzas y tus sueños y procuraré que estés segura a mi lado. Todo lo que era mío, es nuestro ahora. Te doy mi mano, mi corazón y mi amor desde este momento y hasta que la muerte nos separe.
 
Hay tanto amor, tanta dulzura en esas palabras y en su mirada, que no puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas.  El me mira y acariciando mis mejillas , las limpia con sus manos, y me dice

- Ana, no llores, no llores por favor
- Christian, háblame. No hagas que rompa mis votos, por favor. Cuéntame lo que te ocurre, qué te angustia

Se pone boca arriba y me dice con voz pausada

- Ana, hay alguien que me ha provocado, que me busca y conoce que donde tú estés, yo estaré allí. Mi preocupación eres tú, nena, no el que puedan hacerme daño, sino que te lo hagan a ti y yo no pueda protegerte.

Esa era la clave de todo: yo. Su angustia era yo, en todo momento soy yo. No sé cómo hacerle ver que soy adulta, que no soy una cría a la que tiene que cuidar, pero al mismo tiempo, entiendo que lo necesita, que es un resto del pasado que arrastrará siempre. Aunque él no quiera reconocerlo, amaba a su madre biológica, como todos los niños aman a sus madres.  Y tuvo que presenciar su autodestrucción.



Me incorporo, le beso, y le sonrío

- Gracias Christian
- ¿ Por qué ?
- Por decírmelo. Como sigas guardándote todas la preocupaciones para ti solo, vas a caer enfermo, te va a dar un infarto. Yo te necesito a mi lado, tenemos mucho por lo que vivir y si a ti te ocurre algo... No lo podría soportar.  No querría vivir, así que cuéntame todo lo que te ocurra.  Soy tu esposa y siempre estoy en vilo contigo. Vas hacer que me muera de preocupación
- Tú si que vas a matarme.  Cuando te he visto en la moto, creí que allí mismo me iba a dar un ataque al corazón
- ¿ Ves cielo ? Soy capaz de conducirla, y ha sido alucinante
- ¿ Alucinante?
-Si, amor.  Me he sentido en la gloria, a pesar que tenía miedo por si me reñías.

El se echa a reír. ¡ Vaya por fin ha vuelto a mi, le he recuperado !

- ¿ Quieres bajar a tierra para comer ? me pregunta ya calmado
-Me da igual, lo que tu quieras- le respondo
- Yo preferiría aquí. Te tengo más protegida en el barco. Voy a reforzar la seguridad no sólo nuestro, sino también la de mis padres
- ¿ Crees que están en peligro?
- Posiblemente. Mejor prevenir ¿ no crees?.  Gracias por tu regalo. Aunque no lo creas, me ha gustado mucho, sólo que me quedé algo sorprendido
- Ya lo noté. Te lo repito, puedo devolverla
- De eso nada- me responde. Me abraza y levanta su mano libre con la cámara en alto y saca una fotografía de ambos abrazándonos y riendo.


 Estamos en la Galería de los Espejos, en el palacio de Versalles, cerca de París.  Los rayos del sol se filtran a través de los grandes balcones de la estancia,  suntuosa.   Las lámparas del techo, grandiosas, la decoración barroca de sus paredes,  espléndidas. Todo lujo para un monarca absolutista. Lo que más me llama la atención son los espejos. En ellos veo la figura de Christian reflejada. Yo sonrío y soy feliz. Él se separa de mi y comienza a andar por la enorme estancia. Yo trato de seguirle y no puedo avanzar, y él se aleja, se aleja y,  ya su figura no se refleja en los espejos y se pierde por la estancia. Una angustia atenaza de pecho.  No puedo seguirle, le pierdo...

Galería de los Espejos, Versalles
- Ana, Ana, despierta mi vida, despierta, despierta

Me falta el aire, y cuando abro los ojos me encuentro entre los brazos de Christian

- Ha sido un mal sueño, cielo. Estoy aquí, estoy aquí. Cálmate mi vida, no pasa nada

Le miro con los ojos muy abiertos, viviendo aún la pesadilla de hace unos instantes. Levanto mi mano hacia su cara y le acaricio. Está a mi lado

- Bésame Christian, ´bésame-. Y rompo a llorar de nuevo desconsoladamente
- Vamos cielo, sólo ha sido un sueño

Me abrazo a él. Ha sido muy revelador: soñaba que le perdía, no sé cómo,  ni por qué, pero él me abandonaba y no podía seguirle.  Yo también tengo mis propios "demonios, y  es,  el que pueda perderle.  Su sola idea...   no lo soporto.

Me abraza fuertemente , hunde su nariz en mi pelo y chistea  para calmarme mientras me acuna con infinito amor.  Nos necesitamos el uno al otro.


Es de madrugada y acunada por los brazos de Christian, vuelvo a quedarme dormida.
Cuando la luz entra a raudales en el camarote, me despierto, me desperezo y busco a Christian que no está en la cama.  Paseo la mirada por la habitación y en un rincón le veo sentado en un sillón con algo en la mano que no distingo, lo deja en el suelo y se aproxima hasta mi

- Buenos días señora Grey. ¿ Estás más tranquila ?
- ¡Oh Christian ! Nunca me dejarás ¿ verdad ?
- Nena, ¿ a dónde voy a ir sin ti ? eres mi brújula. Sin ti estoy perdido

Me besa suavemente, mientras una dulce sonrisa acompaña sus caricias por mi rostro

- Nena, estás muy alterada estos días. No quiero que te preocupes por nada, yo te cuidaré, y no me iré a ninguna parte si tu no vienes conmigo. Anda, vamos a ducharnos, desayunamos y después vamos a tierra.  Nos queda muy poquito de luna de miel y quiero estar contigo, fuera de preocupaciones
- De acuerdo señor Grey. Dúchate conmigo
- ¿ Otra vez ? ¡ Acabo de hacerlo ! - me dice riendo- Pero... estoy para complacerla señora Grey

Salto de la cama de un brinco riendo y el me persigue hasta el cuarto de baño. Bajo la ducha vuelven los amores, las caricias y las sensuales palabras de amor.  Es nuestra forma de iniciar el día.

Ya hemos desayunado y estamos listos para hacer una de nuestras últimas excursiones. Se levanta de la mesa y charla algo con Taylor, que asiente con la cabeza y sonríe.

- ¿ Qué le has dicho?- le pregunto cuando se acerca a buscarme
- Le he dado instrucciones para nuestra excursión. Dame tu muñeca, no,  esa no,  la izquierda
- ¿ Qué le pasa a mi muñeca derecha? Ya no tengo nada
- Señora Grey ¿ por qué es usted tan cotilla ? - me dice riéndose

¡ Ay Señor , hemos amanecido de buen humor !.¡ Bendito seas!

Le alargo mi brazo y me ata en la muñeca una llave que ya conozco, al tiempo que me dice

- Bueno, creo que Taylor ya te dio instrucciones de qué tienes que hacer si la moto se para, Así que andando - y dicho esto me da un suave azotito.

- ¿ Vamos a ir con la moto? ¿ me dejas conducirla ?
- Si nena, te dejo conducirla
- Gracias, gracias, gracias. Muuua - y le doy un beso fuerte en los labios - Eres el mejor de los maridos y nuestra luna de miel es perfecta.

Riendo nos dirigimos hacia el lugar en donde está la moto y la lancha. Una vez Christian  me ha puesto el chaleco, me ayuda a bajar hasta la moto.  Me siento y detrás mi marido,  que se agarra a mi fuertemente. No tanto por temor a caerse, sino porque me abraza.  Taylor, Gastón y su hermano gemelo, que nunca me acuerdo del nombre, irán en la lancha.  Christian empuja con el pie la moto para separarse de la lancha y me dice

- ¿ Estás preparada, seguro que quieres hacerlo?
- Estoy preparadísima, y no me lo perdería por nada del mundo. Agárrese señor Grey

El sigue aferrado a mi. Hunde su nariz en mi pelo y besa mi nuca. Está feliz porque yo lo soy, pero a ambos nos encanta esta nueva aventura.


 -Iremos hacia el aeropuerto de Cannes ¿ te parece?
- Soy todo suyo, señora Grey. Vamos donde quieras. Tú mandas

Pongo la moto en marcha y lanzo un grito al aire que tanto a Christian como a los guardaespaldas, hago que lancen una carcajada.  Nos adentramos mar adentro. El aire y el sol nos da en la cara y noto a mi espalda la mejilla de Christian apoyada en mi, y sonriendo, sonriendo feliz porque nos encanta lo que estamos haciendo.

Las pistas de aterrizaje del aeropuerto están relativamente cerca del mar, de modo que cuando van a tomar tierra, da la sensación de tener los aviones encima de nuestras cabezas.



 
 Estoy distraída pensando en que voy a echar de menos los días de luna de miel, cuando el rugir de una avión próximo a aterrizar, me sobresalta y en un respingo, aprieto el acelerador, en lugar del freno. La sacudida es tan repentina, que me hace saltar hacia adelante saliendo despedida de la moto y a Christian al agua.  Me sumerjo en el mar un instante, lo suficiente para tragar agua a raudales. No me ha dado tiempo a cerrar la boca ya que la embestida ha sido inesperada.  Gracias al salvavidas salgo inmediatamente a la superficie, tosiendo y quitándome  la salina agua de los ojos.  Busco a Christian y le veo que viene hacia mi nadando a toda velocidad y en su cara refleja la angustia que está sintiendo.

-Ana, Ana ¿ estás bien ?
- Si Christian, sólo me he bebido todo el mar Mediterráneo- le digo riendo mientras él revisa mis brazos, mi cara y mi cabeza, para comprobar que estoy en perfectas condiciones.
-Ana,  ¡ qué susto !
- ¿ Ves ? esto es lo máximo que puede ocurrir:  nada- me abraza y comienza a reír al tiempo que yo
- La próxima vez, vendremos con dos motos y echaremos una carrera
- ¿ Lo dices en serio? ¿ me vas a comprar una moto para mi solita?
- Si cariño. Lo que tú quieras. Recuerda: para ti siempre flores y corazones
- Este es mi chico... le digo mientras le estampo un sonoro beso en la boca
- Si pero estamos empapados
-Si, es cierto y ¿qué hacemos ?
- A pesar de que me encantas con la ropa mojada porque estás muy sexy, creo que lo más prudente es volver al barco, cambiarnos de ropa y regresar, pero en la lancha  ¿quieres, nena?
- A sus órdenes mi capitán

Christian con su cara apoyada en la mía, rompe a  reír a carcajadas y va nadando hasta donde ha quedado la moto para recogerla y poder regresar al barco. Pero ya la lancha motora de Taylor está a nuestro lado, con gesto de alarma

- ¿ Están bien ?- pregunta asustado
- Perfectamente, Taylor. regresamos al yate a cambiarnos de ropa. Después regresaremos a tierra en la lancha. ¿ Quieres regresar en la lancha, nena?
- No, ni hablar. regreso en moto. Ve tú si lo deseas
- ¿ Y dejarte sola ? Ni hablar

Y seguimos riendo. Regresamos. Se augura un feliz día.






 

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