( Texto basado en la obra original Ciencuenta sombras de Grey )
Anastasia eligió la ropa que había de ponerse para acudir por la tarde a la exposición de José, en Portland. No sentía mucho entusiasmo. Por un lado anhelaba ver a Christian, pero por otro sabía que todo había acabado y le produciría un dolor infinito reencontrarse con él. Había adelgazado bastante, pero al fin encontró el vestido que creía la favorecía más. Algo en su interior la impulsaba a arreglarse ..., por Christian.
No se maquilló, lo haría antes de reunirse con él. Se emocionaba al pensar que le vería otra vez...
Christian apagó el ordenador y se quedó pensativo. Había intentado recuperarla y de momento, ella no habia rechazado su compañía para ir a Portland. Sonrió levemente y una alegría interna animó su rostro.
Taylor y la señora Jones, se miraron extrañados cuando le vieron entrar en el salón. ¡Sonreía y... hablaba! En todos esos días tenía permanentemente el ceño fruncido., Ahora , la arruga del entrecejo había desaparecido.
- Cuando esté la cena lista, avíseme, por favor- advirtió a la señora Jones
- Enseguida estará , señor Grey
- Bien, estaré en mi dormitorio
Subió las escaleras apresuradamente. Quería seleccionar la ropa que había de ponerse.
Se acostó tarde y se durmió aún más tarde. Lo hacía en el lado de ella, y esa noche no tuvo pesadillas.
Al ducharse, al día siguiente, lo hizo con el jabón que le gustaba a ella. Tuvo especial cuidado en rasurarse al máximo.
Se puso el traje que había elegido la noche anterior, y se puso la corbata que adoraba Anastasia. Sonrió al coger el cepillo de dientes y recordó que ella también lo usaba. Eligió con cuidado la loción, suave, elegante, la que a ella le gustaba. Pasadas unas horas iba a verla nuevamente. Sabía que no podría ni siquiera acariciarla los nudillos de la mano para tranquilizarla, como había hecho siempre, pero iba a ver sus hermosos ojos . De momento eso tendría que bastar.
Bajó hasta la cocina, desayunó y sonriente se despidió de la señora Jones para acudir a la oficina. Ella le devolvió la sonrisa.
Se enfrentaría al "problema", pero tenía nuevos ánimos para hacerlo. No quería que nada ni nadie empañase la esperanza de ese día.
Nunca se había esmerado en el arreglo de su persona. Nunca le había importado en demasía su imagen, que siempre era impecable. Sabía del entusiasmo que provocaba en las damas, entusiasmo que a él siempre le era indiferente. Nunca se había preocupado de ponerse una loción que gustase a la sumisa de turno, e incluso nunca se cuidó de ello cuando tenía relaciones con la señora Robinson. A ella sólo la importaba una cosa: el sexo y..., a él también. Tenía pocas, muy pocas amistades femeninas: las sumisas y Elena, En un principio, cuando iniciaron su relación, no le permitía que estuviera con alguien que no fuera ella. Fue su sumiso desde los diecisiete años.
Luego él se convirtió en su "amo", gozando de más libertad en sus apetencias sexuales. No sólo en sumisas, también en prostitutas. Pero nunca llegó a interesarse por alguna en especial. Eran cuerpos más que rostros Debido a las enseñanzas recibidas por la señora Robinson, quiso hacer lo mismo con Anastasia en el mismo momento en que la vio por primera vez, pero estaba claro, que ella no quería seguir ese tipo de vida.
Para él, fue durante varios años una vida totalmente normal y defendía frente a Anastasia, a la señora Robinson. Ella le había guiado en ese mundo, y cuando acabó, conservaron una buena amistad afectiva y de negocios.
. Pero con el tiempo, se dio cuenta de que no conseguiría con Anastasia lo que en un principio había programado. De sumisión nada... Y eso le había cautivado. La inocencia de su mirada, su confianza en él, que deseaba introducirla en un mundo oscuro y desconocido para ella, pero su personalidad era firme, y precisamente eso, es lo que hacía que se hubiera "sometido " a ella. Deseaba darla más. Lo había intentado firmemente, cada día. Con las sumisas había buscado su propio placer, y después el de ellas, pero con Anastasia, lo primero fue averiguar sus puntos sensibles para complacerla y, después complacerse él mismo. Era una gran diferencia. Ella se había convertido en el eje central de su existencia, pero nunca se lo había dicho, no sabía decírselo, no se lo enseñaron. El sólo aprendió la relación desenfrenada y lasciva de la señora Robinson. A sus diecisiete años sólo vivía para acudir a casa de Elena y disfrutar de la posesión de esa mujer experimentada, que hacía que tocase el cielo con las manos de puro placer.
Toro era distinto con Anastasia. Daría su vida por ella. Ansiaba cuidarla y protegerla de todo y de todos. Ella no lo entendía. Lo interpretaba como acoso, pero lo cierto es que no sabía expresarlo de otra forma. Se reprochaba, como si hubiera sido culpa suya, el que su madre muriera joven y apaleada.
La jornada transcurre lenta , pero por fin llega a su fin, y con ello el encuentro con Christian. Se dirige al baño y se maquilla . Procura disimular las ojeras violáceas de sus ojos, se peina, pone rímel en sus pestañas y con un toque de lápiz de labios, da por concluido su arreglo.
- ¿ Sales con alguien?- la pregunta Jack
- Con un amigo, bueno, mejor dicho con un ex
- Quizá mañana te apetezca que tomemos unas copas al final de la jornada. Tenemos que celebrar tu incorporación al equipo- dice Jack a Anastasia
" No me gusta nada este tipo. Me produce escalofríos, y no sé porqué" ...
Sale de la editorial y enseguida divisa el coche de Christian y a Taylor que la aguardan
- Buenas tardes, señorita Steele- dice Taylor abriéndola la puerta del coche
- Buenas tardes Taylor ¿ Tú y la señora Jones estáis bien ?
- Perfectamente gracias. La transmitiré sus saludo
Entra en el coche y se sienta al lado de Christian
- Pero ¿ que te has hecho ? Estás muy delgada. ¿ Te alimentas bien?
- ¡ Oh ! Buenas tardes Christian. Yo también me alegro de verte- dice con sorna Anastasia
- ¿ Desde cuando no comes ? ¡ Mira que ojeras tienes ! ¿ Qué has comido hoy ?
- Un gogur... ¡ah! y un plátano
- ¿ Nada más ?-le contesta alarmado
- ¡ Oh si !, el viernes comí pasta
- ¿ Te parece lógico ?- la dice enfadado
- Mira Christian, lo que coma o deje de comer, no te interesa en absoluto
- Todo lo tuyo me interesa. Deberías saberlo. Todo lo tuyo es asunto mío
- No, no lo es, y te ruego que no te metas-le contesta con voz airada y sin querer pongo los ojos en blanco
No puedo reprimir la satisfacción que me produce ese gesto y no tener que recibir un castigo por ello. Un amago de sonrisa aparece en mis labios y Christian se queda mirándome y tampoco puede evitar su sonrisa
- Anastasia, come. Come por favor, o caerás enferma. y Ahora dime ¿ cómo estás ?
Me le quedo mirando y entonces los ojos se vuelven brillantes y la sonrisa de antes queda desdibujada al tiempo que le contesto
- Te mentiría si te dijera que bien, porque no lo estoy
- A mi me ocurre lo mismo. Te echo mucho de menos
Toma una de sus manos y con el dedo pulgar inicia suavemente una caricia. Quiero hablarle y en ese momento todas las palabras se esfuman de mi garganta
- Christian... yo ...
- Ana, tenemos que hablar. Con tranquilidad, sin rencores, pero es necesario que hablemos y aclaremos de una vez todo lo que tengamos que aclarar.
Con un movimiento rápido de sus brazos, me veo sentada en su regazo. El hunde su cara en mi pelo y yo, me refugio en su pecho. Las lágrimas pugnan por salir- no ahora no- me repito. no quiero llorar ahora
- No, nena, no llores, por favor
- Lo he hecho mucho en estos días. Siento mucho dolor y te echado de menos hasta no poder respirar. No he dormido apenas, ni tampoco he comido. No podía tragar... sólo llorar, llorar y llorar. Pensaba que no te acordabas de mi, que no sentías mi ausencia
Me besa el pelo repetidas veces y yo me refugio en él, a pesar de que en un principio deseaba guardar la distancia, pero la cercanía y el abrazo que me dio desarmaron toda mi resistencia. Siempre querría estar en sus brazos, como si fuera una niña, refugiada en él, a salvo de todo
El coche se detiene y Taylor solícito me abre la puerta para salir, acompañado de una afectuosa sonrisa .
- Christian me toma de la mano y me señala a lo alto del edificio
- Mira Ana, es Charlie Tango- da instrucciones a Taylor, que se ausenta. Nosotros quedamos uno frente al otro, sin decir nada, sólo mirándonos, y yo siento que esa mirada gris fija en mi, hace que de nuevo corra la sangre por mis venas, y que el pulso de Christian se acelere. Seguimos teniendo la magia de siempre
- ¿ Lo notas ? -, me dice
-Si, lo noto- Sin darme cuenta comienzo a morderme el labio
- No te muerdas el labio, por favor. Sabes el efecto que produce en mi- me dice mientas acaricia mi mejilla
Pienso en la repercusión que esos momentos pueden tener, habiendo cerca un ascensor. Entramos en él, sin que ocurra nada... Y antes que nos demos cuenta, estamos en la terraza y frente a nosotros Charlie Tango, nos espera.
Sale a nuestro encuentro la persona encargada del mantenimiento del helicóptero. Intercambian palabras técnicas entre los dos y al final nos desea un vuelo bonito.
- Buen viaje a Portland señor Grey..., señora...- dice dirigiéndose a mi. Me ruborizo porque no estoy acostumbrada a tanto ceremonial, pero comprendo que es el respeto que infunde Christian en todo lo que le rodea
- ¿ Estás lista, cariño ? - me dice totalmente feliz. Es la primera vez que se dirige a mi de esa manera, y me desarma totalmente.
Me ayuda a subir, me sujeta con los cinturones comprobando que están firmes sin ahogar. Todo lo hace con una sonrisa en los labios y un brillo especial en sus ojos grises, maravillosos
- Te gusta atarme ¿ verdad?- le digo riéndome
- Siempre señorita Steele, siempre atada a mi... por tu seguridad... y por la mia- me responde- No toques nada
- Eso ya me lo dijiste la otra vez. No soy una cria para toquetear todo
Comienza a poner en marcha el aparato y a contactar con la torre de control. Hecho esto, me mira y con ese brillo en sus ojos recuperado me dice tiernamente
- Nena, ya hemos perseguido al amanecer. Ahora perseguiremos el atardecer.
Y lentamente nos elevamos.
Llegamos a la exposición a tiempo y somos recibidos en la entrada por una atractiva joven, que sin duda es la ayudante de José. Me trata con familiaridad y me extraña cuando me dice: Anastasia, muchas gracias por tu colaboración.
Nos ofrecen una copa de champán y damos una vuelta por la sala para contemplar la obra. José advierte nuestra presencia y viene hacia nosotros. Me levanta en brazos y me gira como si jugaran dos críos pequeños. Saluda a Christian, al que no le ha gustado la efusividad de mi amigo. En un aparte y en voz baja, le digo
- Es sólo un amigo, nada más. No debes incomodarte; hace mucho que no nos hemos visto
- Ya lo se, ya lo se, pero... no me gusta que toqueteen lo que es mio
-¿ Te refieres a mi ?-, le digo en plan de broma y riéndome. El no puede por menos de corresponderme. Estamos juntos de nuevo y somos felices
Christian hace un aparte, mientras charlo con José y observo que está hablando con alguien. Hay algunas personas que me miran y sonríen. Extrañada pienso " no conozco a nadie, pero ellos parece ser que a mi si me conocen. No sé..., no entiendo"...
La ayudanta avisa a José que hay un periodista que desea hacerle una entrevista y yo aprovecho para dar una vuelta.
- ¡ Claro, ahora me lo explico !
Frente a mi hay una colección de retratos míos a gran tamaño en distintas poses , de mi vida normal. Instantáneas que José ha sacado sin darme cuenta. En ese momento Christian se reúne conmigo, y yo le señalo que la gente me saluda no porque me conozca, sino porque involuntariamente he sido su modelo. Un reportero nos saca una foto para una revista.
- Ya lo sé- me dice
- No querrás decirme que has comprado una de esas fotos
- ¿ Una ? Las he comprado todas
- Pero Christian, ¿ te has vuelto loco ?
- No quiero que algún chiflato las cuelgue en el salón de su casa, y disfrute viendo a mi novia.
- Señor Grey, nunca termina de sorprenderme- le digo riendo en alusión a él mismo
- Mira cielo, se nos hace tarde y aún no hemos cenado. Creo debemos despedirnos de tu amigo e irnos
- Pero es que hemos estado muy poquito tiempo
- Ya lo sé. Pero es que a las nueve hemos de volver y ´él está ocupado
- Si, quizá tengas razón
Me dirijo en busca de José que está rodeado de admiradoras y nos excusamos por la brevedad de la visita. " Te llamaré", le digo. José me abraza efusivamente ante la mirada de Christian, yo le devuelvo el abrazo tratando de darle algo de celos , sin pensar que le estaba haciendo daño . Estrecha la mano de José , y nos despedimos.
Me toma fuerte del brazo y mira a un lado y otro de la calle, como buscando algo. Me extraño y le pregunto
- ¿ Qué ocurre ?
El no responde, pero a paso ligero me conduce hasta un callejón. Allí me estampa contra la pared y aprisiona mi cuerpo con el suyo, a la vez que me besa con fuerza, con furia. Yo noto que se me altera la sangre y respondo de la misma forma. Al cabo de unos momentos, nos separamos con la respiración entrecortada. Me dice mirándome fijamente a los ojos
- Eres mia, y solo mia. Lo nuestro es visceral. Es algo carnal de lo que no podemos huir, y nadie más que yo debe sentir tus abrazos. Ha sido infantil el pretender darme celos con tu amigo. Eso no se hace. Le has utilizado
Yo me quedo confundida por ese ataque de celos, nunca vivido. Me cuelgo de su brazo y reposo mi cabeza en el hombro feliz porque con eso , demuestra la intensidad de lo que siente por mi. Le respondo
- Si Christian, soy solamente tuya, y siempre será así, no lo olvides.... Siempre
- Muy bien. Pues aclarado todo, vamos a buscar un restaurante para que hablemos y comas
No puedo por menos de echarme a reir. Han vuelto mis cincuenta sombras, el de siempre, el dominador, el mandón,... Pero me quiere y yo le quiero a él.
- No tengo hambre Christian. No puedo comer
- Pues tienes que hacerlo. Tienes que comer.¡ Mírate! Has perdido como cinco kilos.
- Espero que algún día me cuentes por qué tienes esa obsesión por la comida.
Christian me sonríe dulcemente y acariciándome los nudillos, me dice
- Siempre tan ansiosa de información, señorita Steele... Si,.. algún día te lo contaré.
Me rodea la cintura con su brazo y entramos en un restaurante. Mientras cenamos, le comento lo impresionada que he quedado en el helicóptero con las vistas de Seattle que he podido ver, de noche, tan distintas a las vistas al amanecer. Ha sido algo maravilloso.
- Gracias Christian por todo ello, ha sido muy romántico
- ¿ Romántico, yo ?- me dice riendo
- Si tú. Lo eres aunque no quieras reconocerlo o quizá no te des cuenta de ello.
Me mira fijamente a los ojos y en ellos me expresa todo el cúmulo de sentimientos que ha vivido en estos días sin mi
- Tenemos que hablar, Christian. Tenemos que aligerar la carga que cada uno de nosotros llevamos dentro, de lo contrario, nos volverá a ocurrir lo del otro día. Créeme no quisiera volverlo a vivir nunca
- Bien pues empecemos hablar- me dice-.¿ Qué tal tu trabajo?
- Bien, el trabajo estupendo. Me gusta, tengo buenos compañeros, y puedo desarrollarlo cómodamente. Tan solo...- y me detengo no debo comentarle lo de Jack
- Tan solo ¿ qué ?, dime nena
- Se trata de mi jefe. No me es muy simpático. Está empeñado en que tome una copa con él a la salida del trabajo, y la verdad, no me apetece. Me cohíbe, me pone nerviosa, y no se porqué. Porque él se muestra amable conmigo, pero no termina de caerme bien
- ¿ Te ha molestado?- me dice con alarma
- No, no es eso... No te preocupes , le mantendré a raya si se propasa en algo
- Si me preocupo. Naturalmente que me preocupo. Prométeme que si ocurre algo me lo vas a decir
- Te lo prometo, pero no te enfades, por favor. Lo he pasado tan mal... déjame disfrutar de este momento , por favor
Christian suaviza su gesto y besa la mano de ella que reposa encima de la mesa
-Te lo prometo, si comes algo más... Aunque sea un postre ¿ De verdad lo has pasado mal ? Mientras veía tus retratos, te mostrabas relajada, sonriendo abiertamente, te ha reflejado tal y como eres. Sin embargo yo no he podido conseguir que cuando estés conmigo estés relajada y tranquila. Tiene talento tu amigo- dice como queriendo cambiar de conversación
- Christian - le digo acariciando su cara- Lo nuestro es muy intenso y estresante, pero yo lo quiero así. Te deseo impulsivo, dominador, amante perfecto... pero no me gustas cuando buscas mi daño
- Nunca más, cariño. Nunca más... Y ahora vámonos que Taylor nos estará esperando.
- Ves, es lo que te digo. Eres cambiante, pero dueño absoluto de cualquier situación, y por eso me siento siempre segura a tu lado, siempre. Tenemos que buscar el modo de aclarar todo. Estamos en el mismo punto de partida del otro día. Ocurrió porque no soy como tu quieres que sea, y no voy a serlo nunca.
- Eres como yo quiero que seas. No quiero que cambies. Fui un estúpido al no darme cuenta de ello, pero tú debiste usar las palabras y no hubiera ocurrido nada. Los dos tenemos la culpa. Pero te aseguro que me ha servido de escarmiento. Nunca volverá a ocurrir
- Christian, lo he pasado francamente mal. He llorado muchísimo. Te echado mucho de menos, pero las cosas están ahí y hemos de afrontarlas
- Insisto, debiste decir las palabras de seguridad- me repite
- Es que se me olvidaron. Tenía miedo de lo que me esperaba. Estaba abrumada por la música, por ti y tus amenazas Sencillamente no las recordé. Solamente estaba pendiente de poder soportar el castigo para demostrarte que si yo lo aguantaba, tú también serías capaz de dejar que te tocase. Pero no pudo ser, no sirvo Christian. No soy lo que tú necesitas
- Si, si te necesito. Sé que no podré confiar en ti, en que recuerdes las palabras de seguridad, y por ello te digo, que no ocurrirá de nuevo. Estos días sin ti, he recordado lo que decías en sueños: que me querías y que nunca te irías. ¿ Sigues queriéndome, Anastasia. Te quedarás conmigo ?
- Christian, Christian... siempre te querré, toda mi vida. Y nunca te dejaré Nunca
Acaricia mi mano y mejilla con infinita ternura. Su sonrisa es dulce y en ella me expresa el infinito amor que siente por mi. No ha rechazado el mio como hacía al principio, ahora lo admite y admite que me ama. hemos dado un gran paso.
- Ahora come. O me veré obligado a darte unos azotes aquí mismo
Lo dice sonriendo y yo le acompaño en la risa. Sé que todo no está aclarado entre nosotros que hay aún muchas lagunas, pero pienso que ya hemos abierto un camino, estrecho, pero confío en que se irá agrandando. Consulta su reloj y dice
- Es tarde, Taylor debe estar aguardándonos. Debemos irnos- me repite de nuevo
-¿ No regresaremos en el Charlie?
- No lo necesitaban en Seattle. Iremos en coche, y así te tendré algunas horas para mi solo. Quiero hacerte una proposición. te lo explico cuando estemos en el coche.
Me reclino en su hombro y él me acaricia. Se muestra algo remiso a decirme lo que ha pensado , y yo expectante se lo reclamo
- Decías que ibas hacerme una proposición, bien te escucho
- He decidido que nada de castigos, nada de cinturones, ni palas, ni varas, ni nada que te asuste y te produzca dolor. Ni contratos, ni normas. Sólo palabras de seguridad. Nada cuyo dolor no puedas soportar; quizá algunos azotes con la mano, y nada de sexo pervertido que tú no desees. Empezaremos con sexo vainilla, y sólo si tu quieres y lo deseas, quizá, algún sexo pervertido. Partamos de cero, empecemos de cero
- Pero tú necesitas los castigos
- Pero te necesito más a ti, Anastasia. Tú eres la fuente de mi energía. Más allá de ti no hay nada. Mi vida anterior me parecía normal y estaba tranquilo y satisfecho con ella. Cuando te conocí, de repente todo se volvió aburrido y carente de interés. A tu lado me siento vivo y capaz de romper con algunas de las barreras que siempre he tenido. De repente el sábado me di cuenta de que tú habías admitido muchas cosas que ni siquiera imaginabas hacer, y lo hacías por mi. Me di cuenta de ello, porque todo mi mundo se desplomó de golpe. Cuando cerraste la puerta tras de ti, todo se me vino abajo. Me aprisionaba tu ausencia hasta ahogarme. Nada me compensa si tu no estás a mi lado. No puedo soportar que me toques. Tuve una infancia horrible con maltratos espantosos y es algo que no he podido superar. Deseo que lo comprendas, no es nada contra ti. Imagina que mi madre nunca ha podido abrazarme, como hace con Elliot o Mía. Espero que me comprendas, es superior a mi.
- ¿ Quién te maltrataba, tu madre ?
- No ella no. Pero había un chulo... perdona no puedo recordar aquello. Es demasiado doloroso. Tengo muchas sombras, Ana, muchas. Hasta cincuenta. Mi madre no me maltrató, aunque tampoco supo defenderme de ese bestia.
Entonces entiendo que las señales de su pecho son de cigarrillo, y la angustia me inunda el pecho y no puedo contener el llanto Me quito el cinturón de seguridad y me acurruco encima de él refugiando mi cabeza en su pecho y le beso, como para que olvide tanto dolor.
- ¡ Eh !- me despierta- Ya hemos llegado a casa
- Pero¿ no vamos a la tuya?
- No, cielo
- ¿ Por qué ? yo tenía algo en mente
- En primer lugar, mañana has de trabajar y en segundo no voy a tocarte hasta que no me lo pidas. De esta forma estaré seguro de lo que hagamos es exactamente lo que quieres que ocurra. Tendrás que suplicármelo. No correré mas riesgos, no te volveré a perder
- Tengo una cosa para ti- me dice dirigiéndose al porta equipajes y me entrega una caja algo grande, que Taylor deposita en mi salón.
- Christian, mañana tendré que salir con mi jefe
-Ten cuidado, y no te fíes de sus buenas palabras
- ¿ Por qué no vas a buscarme? Contigo al lado no se atreverá a nada
- Muy bien, dime dónde y la hora . Allí estaré
Me toma de la barbilla y comienza a recorrer mi cara con besitos dulces y suaves, para terminar en uno grande, fuerte, rotundo en mis labios. ¡ Madre mia !, pienso
Abro la caja y ante mi vista aparece, el portátil, el iPad, la BlackBerry... en fin todos los aparatos que me había comprado. Sonrío y con la mano le lanzo un beso al aire, a sabiendas de que ya no está y no me ve. Esta noche creo que podré dormir
Anastasia eligió la ropa que había de ponerse para acudir por la tarde a la exposición de José, en Portland. No sentía mucho entusiasmo. Por un lado anhelaba ver a Christian, pero por otro sabía que todo había acabado y le produciría un dolor infinito reencontrarse con él. Había adelgazado bastante, pero al fin encontró el vestido que creía la favorecía más. Algo en su interior la impulsaba a arreglarse ..., por Christian.
No se maquilló, lo haría antes de reunirse con él. Se emocionaba al pensar que le vería otra vez...
Christian apagó el ordenador y se quedó pensativo. Había intentado recuperarla y de momento, ella no habia rechazado su compañía para ir a Portland. Sonrió levemente y una alegría interna animó su rostro.
Taylor y la señora Jones, se miraron extrañados cuando le vieron entrar en el salón. ¡Sonreía y... hablaba! En todos esos días tenía permanentemente el ceño fruncido., Ahora , la arruga del entrecejo había desaparecido.
- Cuando esté la cena lista, avíseme, por favor- advirtió a la señora Jones
- Enseguida estará , señor Grey
- Bien, estaré en mi dormitorio
Subió las escaleras apresuradamente. Quería seleccionar la ropa que había de ponerse.
Se acostó tarde y se durmió aún más tarde. Lo hacía en el lado de ella, y esa noche no tuvo pesadillas.
Al ducharse, al día siguiente, lo hizo con el jabón que le gustaba a ella. Tuvo especial cuidado en rasurarse al máximo.
Se puso el traje que había elegido la noche anterior, y se puso la corbata que adoraba Anastasia. Sonrió al coger el cepillo de dientes y recordó que ella también lo usaba. Eligió con cuidado la loción, suave, elegante, la que a ella le gustaba. Pasadas unas horas iba a verla nuevamente. Sabía que no podría ni siquiera acariciarla los nudillos de la mano para tranquilizarla, como había hecho siempre, pero iba a ver sus hermosos ojos . De momento eso tendría que bastar.
Bajó hasta la cocina, desayunó y sonriente se despidió de la señora Jones para acudir a la oficina. Ella le devolvió la sonrisa.
Se enfrentaría al "problema", pero tenía nuevos ánimos para hacerlo. No quería que nada ni nadie empañase la esperanza de ese día.
Nunca se había esmerado en el arreglo de su persona. Nunca le había importado en demasía su imagen, que siempre era impecable. Sabía del entusiasmo que provocaba en las damas, entusiasmo que a él siempre le era indiferente. Nunca se había preocupado de ponerse una loción que gustase a la sumisa de turno, e incluso nunca se cuidó de ello cuando tenía relaciones con la señora Robinson. A ella sólo la importaba una cosa: el sexo y..., a él también. Tenía pocas, muy pocas amistades femeninas: las sumisas y Elena, En un principio, cuando iniciaron su relación, no le permitía que estuviera con alguien que no fuera ella. Fue su sumiso desde los diecisiete años.
(imagen Yo si veo la historia de amor en Fifty Shades) |
Para él, fue durante varios años una vida totalmente normal y defendía frente a Anastasia, a la señora Robinson. Ella le había guiado en ese mundo, y cuando acabó, conservaron una buena amistad afectiva y de negocios.
No sólo las sumisas, la señora Robinson, también prostitutas |
. Pero con el tiempo, se dio cuenta de que no conseguiría con Anastasia lo que en un principio había programado. De sumisión nada... Y eso le había cautivado. La inocencia de su mirada, su confianza en él, que deseaba introducirla en un mundo oscuro y desconocido para ella, pero su personalidad era firme, y precisamente eso, es lo que hacía que se hubiera "sometido " a ella. Deseaba darla más. Lo había intentado firmemente, cada día. Con las sumisas había buscado su propio placer, y después el de ellas, pero con Anastasia, lo primero fue averiguar sus puntos sensibles para complacerla y, después complacerse él mismo. Era una gran diferencia. Ella se había convertido en el eje central de su existencia, pero nunca se lo había dicho, no sabía decírselo, no se lo enseñaron. El sólo aprendió la relación desenfrenada y lasciva de la señora Robinson. A sus diecisiete años sólo vivía para acudir a casa de Elena y disfrutar de la posesión de esa mujer experimentada, que hacía que tocase el cielo con las manos de puro placer.
Toro era distinto con Anastasia. Daría su vida por ella. Ansiaba cuidarla y protegerla de todo y de todos. Ella no lo entendía. Lo interpretaba como acoso, pero lo cierto es que no sabía expresarlo de otra forma. Se reprochaba, como si hubiera sido culpa suya, el que su madre muriera joven y apaleada.
La jornada transcurre lenta , pero por fin llega a su fin, y con ello el encuentro con Christian. Se dirige al baño y se maquilla . Procura disimular las ojeras violáceas de sus ojos, se peina, pone rímel en sus pestañas y con un toque de lápiz de labios, da por concluido su arreglo.
- ¿ Sales con alguien?- la pregunta Jack
- Con un amigo, bueno, mejor dicho con un ex
- Quizá mañana te apetezca que tomemos unas copas al final de la jornada. Tenemos que celebrar tu incorporación al equipo- dice Jack a Anastasia
" No me gusta nada este tipo. Me produce escalofríos, y no sé porqué" ...
Sale de la editorial y enseguida divisa el coche de Christian y a Taylor que la aguardan
- Buenas tardes, señorita Steele- dice Taylor abriéndola la puerta del coche
- Buenas tardes Taylor ¿ Tú y la señora Jones estáis bien ?
- Perfectamente gracias. La transmitiré sus saludo
Entra en el coche y se sienta al lado de Christian
- Pero ¿ que te has hecho ? Estás muy delgada. ¿ Te alimentas bien?
- ¡ Oh ! Buenas tardes Christian. Yo también me alegro de verte- dice con sorna Anastasia
- ¿ Desde cuando no comes ? ¡ Mira que ojeras tienes ! ¿ Qué has comido hoy ?
- Un gogur... ¡ah! y un plátano
- ¿ Nada más ?-le contesta alarmado
- ¡ Oh si !, el viernes comí pasta
- ¿ Te parece lógico ?- la dice enfadado
- Mira Christian, lo que coma o deje de comer, no te interesa en absoluto
- Todo lo tuyo me interesa. Deberías saberlo. Todo lo tuyo es asunto mío
- No, no lo es, y te ruego que no te metas-le contesta con voz airada y sin querer pongo los ojos en blanco
No puedo reprimir la satisfacción que me produce ese gesto y no tener que recibir un castigo por ello. Un amago de sonrisa aparece en mis labios y Christian se queda mirándome y tampoco puede evitar su sonrisa
- Anastasia, come. Come por favor, o caerás enferma. y Ahora dime ¿ cómo estás ?
Me le quedo mirando y entonces los ojos se vuelven brillantes y la sonrisa de antes queda desdibujada al tiempo que le contesto
- Te mentiría si te dijera que bien, porque no lo estoy
- A mi me ocurre lo mismo. Te echo mucho de menos
Toma una de sus manos y con el dedo pulgar inicia suavemente una caricia. Quiero hablarle y en ese momento todas las palabras se esfuman de mi garganta
- Christian... yo ...
- Ana, tenemos que hablar. Con tranquilidad, sin rencores, pero es necesario que hablemos y aclaremos de una vez todo lo que tengamos que aclarar.
Con un movimiento rápido de sus brazos, me veo sentada en su regazo. El hunde su cara en mi pelo y yo, me refugio en su pecho. Las lágrimas pugnan por salir- no ahora no- me repito. no quiero llorar ahora
- No, nena, no llores, por favor
- Lo he hecho mucho en estos días. Siento mucho dolor y te echado de menos hasta no poder respirar. No he dormido apenas, ni tampoco he comido. No podía tragar... sólo llorar, llorar y llorar. Pensaba que no te acordabas de mi, que no sentías mi ausencia
Me besa el pelo repetidas veces y yo me refugio en él, a pesar de que en un principio deseaba guardar la distancia, pero la cercanía y el abrazo que me dio desarmaron toda mi resistencia. Siempre querría estar en sus brazos, como si fuera una niña, refugiada en él, a salvo de todo
El coche se detiene y Taylor solícito me abre la puerta para salir, acompañado de una afectuosa sonrisa .
- Christian me toma de la mano y me señala a lo alto del edificio
- Mira Ana, es Charlie Tango- da instrucciones a Taylor, que se ausenta. Nosotros quedamos uno frente al otro, sin decir nada, sólo mirándonos, y yo siento que esa mirada gris fija en mi, hace que de nuevo corra la sangre por mis venas, y que el pulso de Christian se acelere. Seguimos teniendo la magia de siempre
- ¿ Lo notas ? -, me dice
-Si, lo noto- Sin darme cuenta comienzo a morderme el labio
- No te muerdas el labio, por favor. Sabes el efecto que produce en mi- me dice mientas acaricia mi mejilla
Pienso en la repercusión que esos momentos pueden tener, habiendo cerca un ascensor. Entramos en él, sin que ocurra nada... Y antes que nos demos cuenta, estamos en la terraza y frente a nosotros Charlie Tango, nos espera.
Sale a nuestro encuentro la persona encargada del mantenimiento del helicóptero. Intercambian palabras técnicas entre los dos y al final nos desea un vuelo bonito.
- Buen viaje a Portland señor Grey..., señora...- dice dirigiéndose a mi. Me ruborizo porque no estoy acostumbrada a tanto ceremonial, pero comprendo que es el respeto que infunde Christian en todo lo que le rodea
- ¿ Estás lista, cariño ? - me dice totalmente feliz. Es la primera vez que se dirige a mi de esa manera, y me desarma totalmente.
Me ayuda a subir, me sujeta con los cinturones comprobando que están firmes sin ahogar. Todo lo hace con una sonrisa en los labios y un brillo especial en sus ojos grises, maravillosos
- Te gusta atarme ¿ verdad?- le digo riéndome
- Siempre señorita Steele, siempre atada a mi... por tu seguridad... y por la mia- me responde- No toques nada
- Eso ya me lo dijiste la otra vez. No soy una cria para toquetear todo
Comienza a poner en marcha el aparato y a contactar con la torre de control. Hecho esto, me mira y con ese brillo en sus ojos recuperado me dice tiernamente
- Nena, ya hemos perseguido al amanecer. Ahora perseguiremos el atardecer.
Y lentamente nos elevamos.
Llegamos a la exposición a tiempo y somos recibidos en la entrada por una atractiva joven, que sin duda es la ayudante de José. Me trata con familiaridad y me extraña cuando me dice: Anastasia, muchas gracias por tu colaboración.
Nos ofrecen una copa de champán y damos una vuelta por la sala para contemplar la obra. José advierte nuestra presencia y viene hacia nosotros. Me levanta en brazos y me gira como si jugaran dos críos pequeños. Saluda a Christian, al que no le ha gustado la efusividad de mi amigo. En un aparte y en voz baja, le digo
- Es sólo un amigo, nada más. No debes incomodarte; hace mucho que no nos hemos visto
- Ya lo se, ya lo se, pero... no me gusta que toqueteen lo que es mio
-¿ Te refieres a mi ?-, le digo en plan de broma y riéndome. El no puede por menos de corresponderme. Estamos juntos de nuevo y somos felices
Christian hace un aparte, mientras charlo con José y observo que está hablando con alguien. Hay algunas personas que me miran y sonríen. Extrañada pienso " no conozco a nadie, pero ellos parece ser que a mi si me conocen. No sé..., no entiendo"...
La ayudanta avisa a José que hay un periodista que desea hacerle una entrevista y yo aprovecho para dar una vuelta.
- ¡ Claro, ahora me lo explico !
Frente a mi hay una colección de retratos míos a gran tamaño en distintas poses , de mi vida normal. Instantáneas que José ha sacado sin darme cuenta. En ese momento Christian se reúne conmigo, y yo le señalo que la gente me saluda no porque me conozca, sino porque involuntariamente he sido su modelo. Un reportero nos saca una foto para una revista.
- Ya lo sé- me dice
- No querrás decirme que has comprado una de esas fotos
- ¿ Una ? Las he comprado todas
- Pero Christian, ¿ te has vuelto loco ?
- No quiero que algún chiflato las cuelgue en el salón de su casa, y disfrute viendo a mi novia.
- Señor Grey, nunca termina de sorprenderme- le digo riendo en alusión a él mismo
- Mira cielo, se nos hace tarde y aún no hemos cenado. Creo debemos despedirnos de tu amigo e irnos
- Pero es que hemos estado muy poquito tiempo
- Ya lo sé. Pero es que a las nueve hemos de volver y ´él está ocupado
- Si, quizá tengas razón
Me dirijo en busca de José que está rodeado de admiradoras y nos excusamos por la brevedad de la visita. " Te llamaré", le digo. José me abraza efusivamente ante la mirada de Christian, yo le devuelvo el abrazo tratando de darle algo de celos , sin pensar que le estaba haciendo daño . Estrecha la mano de José , y nos despedimos.
Me toma fuerte del brazo y mira a un lado y otro de la calle, como buscando algo. Me extraño y le pregunto
- ¿ Qué ocurre ?
El no responde, pero a paso ligero me conduce hasta un callejón. Allí me estampa contra la pared y aprisiona mi cuerpo con el suyo, a la vez que me besa con fuerza, con furia. Yo noto que se me altera la sangre y respondo de la misma forma. Al cabo de unos momentos, nos separamos con la respiración entrecortada. Me dice mirándome fijamente a los ojos
- Eres mia, y solo mia. Lo nuestro es visceral. Es algo carnal de lo que no podemos huir, y nadie más que yo debe sentir tus abrazos. Ha sido infantil el pretender darme celos con tu amigo. Eso no se hace. Le has utilizado
Yo me quedo confundida por ese ataque de celos, nunca vivido. Me cuelgo de su brazo y reposo mi cabeza en el hombro feliz porque con eso , demuestra la intensidad de lo que siente por mi. Le respondo
- Si Christian, soy solamente tuya, y siempre será así, no lo olvides.... Siempre
- Muy bien. Pues aclarado todo, vamos a buscar un restaurante para que hablemos y comas
No puedo por menos de echarme a reir. Han vuelto mis cincuenta sombras, el de siempre, el dominador, el mandón,... Pero me quiere y yo le quiero a él.
- No tengo hambre Christian. No puedo comer
- Pues tienes que hacerlo. Tienes que comer.¡ Mírate! Has perdido como cinco kilos.
- Espero que algún día me cuentes por qué tienes esa obsesión por la comida.
Christian me sonríe dulcemente y acariciándome los nudillos, me dice
- Siempre tan ansiosa de información, señorita Steele... Si,.. algún día te lo contaré.
Me rodea la cintura con su brazo y entramos en un restaurante. Mientras cenamos, le comento lo impresionada que he quedado en el helicóptero con las vistas de Seattle que he podido ver, de noche, tan distintas a las vistas al amanecer. Ha sido algo maravilloso.
- Gracias Christian por todo ello, ha sido muy romántico
- ¿ Romántico, yo ?- me dice riendo
- Si tú. Lo eres aunque no quieras reconocerlo o quizá no te des cuenta de ello.
Me mira fijamente a los ojos y en ellos me expresa todo el cúmulo de sentimientos que ha vivido en estos días sin mi
- Tenemos que hablar, Christian. Tenemos que aligerar la carga que cada uno de nosotros llevamos dentro, de lo contrario, nos volverá a ocurrir lo del otro día. Créeme no quisiera volverlo a vivir nunca
- Bien pues empecemos hablar- me dice-.¿ Qué tal tu trabajo?
- Bien, el trabajo estupendo. Me gusta, tengo buenos compañeros, y puedo desarrollarlo cómodamente. Tan solo...- y me detengo no debo comentarle lo de Jack
- Tan solo ¿ qué ?, dime nena
- Se trata de mi jefe. No me es muy simpático. Está empeñado en que tome una copa con él a la salida del trabajo, y la verdad, no me apetece. Me cohíbe, me pone nerviosa, y no se porqué. Porque él se muestra amable conmigo, pero no termina de caerme bien
- ¿ Te ha molestado?- me dice con alarma
- No, no es eso... No te preocupes , le mantendré a raya si se propasa en algo
- Si me preocupo. Naturalmente que me preocupo. Prométeme que si ocurre algo me lo vas a decir
- Te lo prometo, pero no te enfades, por favor. Lo he pasado tan mal... déjame disfrutar de este momento , por favor
Christian suaviza su gesto y besa la mano de ella que reposa encima de la mesa
-Te lo prometo, si comes algo más... Aunque sea un postre ¿ De verdad lo has pasado mal ? Mientras veía tus retratos, te mostrabas relajada, sonriendo abiertamente, te ha reflejado tal y como eres. Sin embargo yo no he podido conseguir que cuando estés conmigo estés relajada y tranquila. Tiene talento tu amigo- dice como queriendo cambiar de conversación
- Christian - le digo acariciando su cara- Lo nuestro es muy intenso y estresante, pero yo lo quiero así. Te deseo impulsivo, dominador, amante perfecto... pero no me gustas cuando buscas mi daño
- Nunca más, cariño. Nunca más... Y ahora vámonos que Taylor nos estará esperando.
- Ves, es lo que te digo. Eres cambiante, pero dueño absoluto de cualquier situación, y por eso me siento siempre segura a tu lado, siempre. Tenemos que buscar el modo de aclarar todo. Estamos en el mismo punto de partida del otro día. Ocurrió porque no soy como tu quieres que sea, y no voy a serlo nunca.
- Eres como yo quiero que seas. No quiero que cambies. Fui un estúpido al no darme cuenta de ello, pero tú debiste usar las palabras y no hubiera ocurrido nada. Los dos tenemos la culpa. Pero te aseguro que me ha servido de escarmiento. Nunca volverá a ocurrir
- Christian, lo he pasado francamente mal. He llorado muchísimo. Te echado mucho de menos, pero las cosas están ahí y hemos de afrontarlas
- Insisto, debiste decir las palabras de seguridad- me repite
- Es que se me olvidaron. Tenía miedo de lo que me esperaba. Estaba abrumada por la música, por ti y tus amenazas Sencillamente no las recordé. Solamente estaba pendiente de poder soportar el castigo para demostrarte que si yo lo aguantaba, tú también serías capaz de dejar que te tocase. Pero no pudo ser, no sirvo Christian. No soy lo que tú necesitas
- Si, si te necesito. Sé que no podré confiar en ti, en que recuerdes las palabras de seguridad, y por ello te digo, que no ocurrirá de nuevo. Estos días sin ti, he recordado lo que decías en sueños: que me querías y que nunca te irías. ¿ Sigues queriéndome, Anastasia. Te quedarás conmigo ?
- Christian, Christian... siempre te querré, toda mi vida. Y nunca te dejaré Nunca
Acaricia mi mano y mejilla con infinita ternura. Su sonrisa es dulce y en ella me expresa el infinito amor que siente por mi. No ha rechazado el mio como hacía al principio, ahora lo admite y admite que me ama. hemos dado un gran paso.
- Ahora come. O me veré obligado a darte unos azotes aquí mismo
Lo dice sonriendo y yo le acompaño en la risa. Sé que todo no está aclarado entre nosotros que hay aún muchas lagunas, pero pienso que ya hemos abierto un camino, estrecho, pero confío en que se irá agrandando. Consulta su reloj y dice
- Es tarde, Taylor debe estar aguardándonos. Debemos irnos- me repite de nuevo
-¿ No regresaremos en el Charlie?
- No lo necesitaban en Seattle. Iremos en coche, y así te tendré algunas horas para mi solo. Quiero hacerte una proposición. te lo explico cuando estemos en el coche.
Me reclino en su hombro y él me acaricia. Se muestra algo remiso a decirme lo que ha pensado , y yo expectante se lo reclamo
- Decías que ibas hacerme una proposición, bien te escucho
- He decidido que nada de castigos, nada de cinturones, ni palas, ni varas, ni nada que te asuste y te produzca dolor. Ni contratos, ni normas. Sólo palabras de seguridad. Nada cuyo dolor no puedas soportar; quizá algunos azotes con la mano, y nada de sexo pervertido que tú no desees. Empezaremos con sexo vainilla, y sólo si tu quieres y lo deseas, quizá, algún sexo pervertido. Partamos de cero, empecemos de cero
- Pero tú necesitas los castigos
- Pero te necesito más a ti, Anastasia. Tú eres la fuente de mi energía. Más allá de ti no hay nada. Mi vida anterior me parecía normal y estaba tranquilo y satisfecho con ella. Cuando te conocí, de repente todo se volvió aburrido y carente de interés. A tu lado me siento vivo y capaz de romper con algunas de las barreras que siempre he tenido. De repente el sábado me di cuenta de que tú habías admitido muchas cosas que ni siquiera imaginabas hacer, y lo hacías por mi. Me di cuenta de ello, porque todo mi mundo se desplomó de golpe. Cuando cerraste la puerta tras de ti, todo se me vino abajo. Me aprisionaba tu ausencia hasta ahogarme. Nada me compensa si tu no estás a mi lado. No puedo soportar que me toques. Tuve una infancia horrible con maltratos espantosos y es algo que no he podido superar. Deseo que lo comprendas, no es nada contra ti. Imagina que mi madre nunca ha podido abrazarme, como hace con Elliot o Mía. Espero que me comprendas, es superior a mi.
- ¿ Quién te maltrataba, tu madre ?
- No ella no. Pero había un chulo... perdona no puedo recordar aquello. Es demasiado doloroso. Tengo muchas sombras, Ana, muchas. Hasta cincuenta. Mi madre no me maltrató, aunque tampoco supo defenderme de ese bestia.
Entonces entiendo que las señales de su pecho son de cigarrillo, y la angustia me inunda el pecho y no puedo contener el llanto Me quito el cinturón de seguridad y me acurruco encima de él refugiando mi cabeza en su pecho y le beso, como para que olvide tanto dolor.
- ¡ Eh !- me despierta- Ya hemos llegado a casa
- Pero¿ no vamos a la tuya?
- No, cielo
- ¿ Por qué ? yo tenía algo en mente
- En primer lugar, mañana has de trabajar y en segundo no voy a tocarte hasta que no me lo pidas. De esta forma estaré seguro de lo que hagamos es exactamente lo que quieres que ocurra. Tendrás que suplicármelo. No correré mas riesgos, no te volveré a perder
- Tengo una cosa para ti- me dice dirigiéndose al porta equipajes y me entrega una caja algo grande, que Taylor deposita en mi salón.
- Christian, mañana tendré que salir con mi jefe
-Ten cuidado, y no te fíes de sus buenas palabras
- ¿ Por qué no vas a buscarme? Contigo al lado no se atreverá a nada
- Muy bien, dime dónde y la hora . Allí estaré
Me toma de la barbilla y comienza a recorrer mi cara con besitos dulces y suaves, para terminar en uno grande, fuerte, rotundo en mis labios. ¡ Madre mia !, pienso
Abro la caja y ante mi vista aparece, el portátil, el iPad, la BlackBerry... en fin todos los aparatos que me había comprado. Sonrío y con la mano le lanzo un beso al aire, a sabiendas de que ya no está y no me ve. Esta noche creo que podré dormir
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