( Texto basado en la obra original Cincuenta sombras de Grey )
Ante la revelación de que Leila ha conseguido un arma, la sangre deja de circular por mis venas. El color huye de mis mejillas. Christian preocupado, me abraza fuertemente y me besa en la cabeza
- Tienes que venir a mi casa. Allí puedo protegerte. Iremos a tu apartamento, recoge los que necesites y regresemos al Escala. Si ha sido capaz de conseguir una licencia, no puedo preveer lo que siente ahora mismo, de modo que será mejor estar prevenidos. No te preocupes, nena, yo cuidaré de ti.
-. Pero..., ¿ y si no es a mi a quién persigue? Si tuvisteis algo, quizá siga enamorada de ti, y precisamente seas tú su objetivo.
La sola idea de que a Christian le ocurriera algo, hace que esté a punto de desmayarme. Ya no pongo objeciones. Comprendo que es lo mejor. La entrada al edificio tiene bastantes dificultades, además el acceso a la casa de Christian tampoco es fácil. Por lo menos allí estaremos más a salvo. No puedo soportar la idea de que le pueda agredir .
Entramos en casa y preparo mi mochila con algo de ropa y todos los aparatos que me regaló . Desato el globo de Charlie Tango, y me pregunta
- El globo ¿ también viene?
- Por supuesto. Viene conmigo- Christian sonríe levemente, pero yo se que le agrada, por el significado que tiene para nosotros.
- El martes llega Ethan, el hermano de Kate. Se quedará a vivir aquí hasta que decida qué hacer. No tiene llaves, así que tendré que regresar en esa fecha y dárselas- le digo mientas recojo la mochila
- Pero después regresas- me dice en tono imperativo- No quiero que andes por ahí hasta que la localicemos, además Éthan tendrá más espacio para moverse, tendrá más libertad que si tu pululas por aquí.
Yo sé que no es el que se encuentre incómodo en el apartamento lo que preocupa a Christian, sino que yo pudiera quedarme una noche en el mismo lugar que el hermano de Kate
Sonrio levemente, ante la reacción de esa posibilidad. Nos encaminamos al aparcamiento donde está el coche. Sigo con la mirada a todas las personas que nos cruzamos, miro sin parar tratando de localizar alguna sombra sospechosa. Al fin llegamos, Christian abre la puerta del copiloto y me pregunta impaciente
- ¿ Vas a entrar ?
- ¿ No voy a conducir yo ?- le digo molesta
- No lo haré yo. Entra - y su tono de voz no da lugar a réplicas
-. ¿Tienes alguna duda sobre mi forma de conducir?- él no contesta, pero me dice de forma cortante
- Entra ya
Nos incorporamos al tráfico, pero no dejamos de mirar a nuestro alrededor por si alguien nos sigue. El silencio se corta dentro del coche, y yo le pregunto
- Todas las sumisas ¿ son morenas ?
-. Si - me contesta tajante
- ¿ Por qué ?- insisto
- Me gustan las morenas
- Pero la señora Robinson no lo es
- Por eso mismo. Con ella tuve suficiente para toda la vida
- ¿ Estás bromeando?
- Si lo estoy- noto que no quiere seguir hablando. Mientras tanto yo busco en la calle alguna chica morena que nos mire con malas intenciones.
- Cuéntame algo sobre ella
- ¿ Qué quieres saber?- me dice en plan cortante
- No sé..., por ejemplo vuestro acuerdo en el negocio
- Soy el socio capitalista. No es que tenga demasiado interés en ese negocio, pero a ella le gustaba y la verdad es que ha sabido sacarle producto. Yo la ayudé en su día
- ¿ Por qué la ayudaste?
- Le debía el favor. Cuando terminé en la universidad, ella me prestó dinero para emprender mi negocio, y así empecé mi carrera.
- ¿ Tus padres no se enfadaron al colgar los estudios?
- ¡Claro que se enfadaron, y mucho!. Me costó más de dos años hacerles comprender que lo mio eran las finanzas
- Y...¿ que habías elegido para tu carrera?
- Economía y Política
- De esta manera se ha convertido en una mujer rica ¿ no es así?
- Ella estaba harta. Su marido no le hacía mucho caso. Era lo que se dice una mujer "florero", y ella necesitaba algo más que ser meramente espectadora de la vida. Era muy controlador
- ¡ No me digas! ¿ existen hombres controladores ?- le digo con sorna
Christian me mira rápido y se ríe
- Creí que ese tipo de hombres ya no existían, que eran mitos, leyendas urbanas. ¡ Vaya, de manera que existen !- continúa con la broma
Pero yo quiero más información y no estoy dispuesta a perder la ocasión
- Dime, el dinero que te prestó, ¿ era de su marido ?
Asiente afirmativamente y yo me escandalizo y le recrimino
- Pero... eso es tremendo,. No debiste aceptarlo o era en pago de ...
- ¿ De qué, Anastasia, de qué ? El tenia sus apaños por ahí y cada dos por tres la ponía los cuernos, así que le pagó con la misma moneda. Pero claro otra cosa es que lo haga la mujer...
- Pero tú eras un crio, Christian y ella una mujer madura
- Anastasia, yo crecí muy rápido. No tuve adolescencia. Mi niñez fue muy dura . Tuve que madurar deprisa, y ella se ofreció para enseñarme
- Y para sacar partido. Te imagino bastante experimentado y ella encantada de la vida
- ¿ De verdad crees eso ?- lo dice en tono algo amargo. y de repente cambia de conversación
- Vamos entra. Franco debe estar por llegar. Me dice después de aparcar el coche en Escala
- Franco, Franco... ¿ quién es Franco ? -le pregunto. Se me había olvidado que es el estilista que vendrá a arreglarme el cabello.
Al salir del ascensor Taylor nos aguarda y me recoge el equipaje. Christian me mira de reojo y me pregunta
- ¿ Sigues enfadada ?
- Si lo estoy, y mucho- le contesto
Christian se dirige a Taylor
- ¿ Se sabe algo, ha llamado Welch ?
- Si señor Grey, y ya está todo solucionado
- Muy bien ¿ Cómo está tu hija?
- Está bien señor Grey, gracias
- Taylor ¿ tienes una hija?-le pregunto
- Si señorita Steele, está con su madre.
.- Tengo que hacer unas llamadas. Ponte cómoda- me dice Christian
Se marcha en dirección a su estudio y me deja sola en el inmenso salón, del inmenso ventanal. Recojo mi mochila y subo a mi habitación. Mi asombro es extraordinario cuando contemplo que el vestidor está totalmente lleno de ropa: trajes largos de noche, de media fiesta, de vestir... incluso con las etiquetas puestas. Compruebo los precios y me llevo las manos a la cabeza. Es inaudito que haya pagado tal cantidad de dinero. Estoy abrumada. Me siento en el suelo. Decido llamar a mi madre que no tengo noticias desde hace mucho. Están bien y proyectando volver a Las Vegas. Christian hace su entrada en la habitación y se sienta a mi lado
- Mamá tengo que colgar. Ya te llamaré- y corto la comunicación con ella
- Creí que te habías marchado- me pregunta con preocupación- ¿ Qué te pasa?
- Christian, no quiero que te gastes esta cantidad tan brutal de dinero. Me haces sentir incómoda
- Anastasia, quiero hacerlo. Una de las cosas que más admiro de ti, es que no vienes buscando mi dinero. Contigo me siento distinto. Has roto muchos esquemas.Me haces ver la vida de otra manera. No quiero que me dejes nunca. Sólo te pido que tengas paciencia y me des tiempo. No estoy acostumbrado a tus protestas. Las mujeres con las que he tratado antes de conocerte, se limitaban a cumplir con mis deseos, cuando yo quería y de la forma que quería. Tú me frustras, haces tu santa voluntad y eso es lo que me fascina de ti. Por favor no me dejes-. Me lo dice inclinando su cabeza sobre la mia, y no puedo por menos de abrazarle y besarle
- Anda nena, tenemos que bajar. Franco ya ha llegado
El estilista habla de forma afectada simulando un deje italiano. Es simpático e inmediatamente conectamos los dos.
- Tienes un pelo precioso, Ana. Yo que tú no me lo cortaría
- Sólo un poquito las puntas- le digo yo
- Bien. Tienes razón, pero no dejes que nadie te ponga las manos en tu preciosa melena. Sólo Franco te arreglará siempre.
- Lo veo difícil, Franco, porque yo no iré por el Instituto
- ¿ Por qué ? ¿ No te gusta ? ¿ No te han tratado bien ?
- No, no es eso. Es que me corta un poco todo el ambiente tan chic. Soy más sencilla en mis gustos
- No te preocupes. Siempre que me necesites aquí estaré. Ahora dime dónde te puedo arreglar
- Sígueme por favor- y nos encaminamos al cuarto de baño de mi habitación.
Al cabo de poco rato, aparecemos ante Christian, que me mira embobado, lleno de ternura
- Estás preciosa, nena. Me alegro que no te cortaras el pelo. me encanta la hermosa melena oscura que tienes-. En el momento se da cuenta de que el comentario ha sido poco afortunado, al acordarse de nuestra conversación referente a las sumisas
Yo tuerzo el gesto, también, dudando de que Christian lo dijera sin querer. Quizá me ha dejado claro cuáles son sus preferencias. Él inmediatamente me mira y se da cuenta de que yo estoy pensando en lo mismo que él.
Despedimos a Franco que deposita un par de besos en mis mejillas, y me recuerda que siempre estará a mi disposición. Al desaparecer en el ascensor, Christian y yo nos miramos. Él trata de decir algo, pero yo doy media vuelta y sigo escaleras arriba sin prestarle atención
- Ana, Ana, espera. Lo has interpretado mal. Ha sido una casualidad que comentara algo que acabábamos de hablar. No lo dije en ese sentido. Para ya, por favor. Me asfixias ¿ no te das cuenta ?. ¿ Por qué llevas toda la tarde enfadada?
- Necesitaría una gran lista para que te enteraras- le contesto furiosa
- Bueno, después de cenar lo hablamos cuando nos acostemos. Ahora vayamos a comer; tengo mucha hambre ¿ y tú ?
- ¿ Que si tengo hambre, me dices que si tengo hambre con todo lo que nos ha caído encima? Pues no, ni pizca- le contesto malhumorada
- Pues vas a cenar, quieras o no- y la crispación de su cara me deja muda
- A veces no te entiendo... ahora estás enfadada por mi comentario, porque te he comprado esa ropa, que si no te gusta la devuelvo y ya está. Te enfadas por Elena: si hablo de ella , porque tu me preguntas, te sienta mal, y si no también. Me desconciertas, francamente no sé qué hacer contigo. Y no es nada mío, no es mi señora Robinson ¿queda claro ? Y he de decirte que no me halaga en absoluto que me montes estas escenas de celos absurdos. No tengo ojos más que para ti. Se me agotan las ideas para demostrártelo...- toma un poco de aire, respira y concluye- Y dicho esto, vamos a cenar ahora mismo.
- Estoy cabreada, muy cabreada. Esta tarde ha sido muy reveladora. He sabido de tu relación con ella. Por cierto puede tocarte y yo no. Explícame eso ¿ son celos también ?
- Ella sabe dónde hacerlo. Siempre he tenido las normas muy presente. No he tenido nunca ninguna relación que no las siguiera. Pero tú no las tienes y el pensar que puedes hacerlo, no me gusta nada, me pone muy nervioso. Contigo todo es distinto son...- y se detiene indeciso- son mucho más...son mucho más para mi.
Alargo el brazo para intentar una caricia, pero él retrocede
- Ese es un límite infranqueable, Ana. No lo hagas, por favor
- Y si fuera yo la que no quisiera que me tocaras, que me acariciaras ¿ cómo te sentirías?
- Confío y espero que nunca lo hagas. Me sentiría mal, frustrado, totalmente descolocado- me dice
- Algún día tendrás que explicarme por qué no puedo acariciarte como no sea en el cabello
-¡ Algún día, Ana ! quizá algún día pueda explicártelo.
Le veo apesadumbrado. Lo que quiera que sea lo que lo motive, le hunde moralmente. Yo siento una infinita ternura, mezclada con pena por el camino tan duro que hubo de recorrer. Siento que toda mi furia de momentos antes, ha quedado olvidada
- ¿Qué otras quejas tienes de mi? Ah si: tu privacidad. Lo se todo de ti, Anastasia. Siempre he sabido todo de mis sumisas, no te quiero decir que tú lo seas. Quiero decir que me informo a fondo de todas las personas que me rodean. He creado un archivo con todos los datos,. De ti lo se absolutamente todo. Supe que serías mía en cuanto entraste en mi despacho para la entrevista, aunque nunca imaginé que tendríamos esta relación, que ha derivado en otra muy distinta. Ven y te lo enseño
Nos dirigimos a su estudio y en un mueble con una clave hay un archivo de todas las sumisas, y entre ellas figuro yo: Anastasia Rose Steele.
-Toma, puedes quedarte con ello, ya no lo necesito- me dice
- Muchas gracias- Procedo a ver su contenido y compruebo que tiene todos los datos sobre mi. Desde mi nacimiento hasta mi primera llegada a Escala.
Le miro con los ojos muy abiertos, asombrada ante la invasión de mi privacidad. El viendo la sorpresa en mi rostro, me dice
- Te había destinado para sumisa. Tenía que saberlo todo de ti. Una relación de ese tipo se basa en conocer hasta el más mínimo detalle de la persona con la que vas a tener esa relación. Lo que ocurrió después ya lo sabes. Todo lo que hasta entonces me había funcionado, se fué al traste contigo. Pasaste de ser una posible sumisa, a tener absolutamente todo el control sobre mi. Eres muy importante en mi vida. Todo ha cambiado desde que te conocí. Todo es diferente contigo, te lo he repetido ciento de veces, pero parece ser que tú no terminas de creerme.
Mientras me habla, sigo mirando las páginas en las que figuro. Lo sabe ¡ todo !
- Así que no fue casualidad que pasaras por Clayton´s., Sabías que trabajaba allí. Eso es juego sucio, Christian
- No, nena. Es una información que cualquiera puede tener . Yo necesitaba saber a quién iba a admitir para poder controlarla. Necesito tener todas las situaciones controladas, y tú eras en ese momento una situación.
- Ya, ya lo sé. Me lo dejaste muy claro la primera vez que me llevaste a tu casa. Me siento espiada, vulnerable. Todos necesitamos privacidad. Me he sentido mal cuando me has ingresado el dinero en mi cuenta. Es una cantidad exagerada por un coche de segunda mano
- Pero es lo que pagaron. Había un forofo de esas antigüedades, y fue lo que pagó, nena
- Pero no sólo está el coche, los libros, los cacharros para controlarme. Lo es todo, Christian. Yo nunca me he interesado en conocer el dinero que tienes. No me interesa, no quiero saberlo. pero tampoco quiero que lo gastes en mi a tontas y a locas
-Pero yo gano mucho dinero, Ana. El coche, los libros y todo lo que te regale, no es nada...¿ Sabes cuánto gano a la hora?
- No, no lo sé, pero tampoco quiero saberlo. Me incomoda mucho Christian, no me siento bien
- Pero yo quiero darte el mundo, ponerlo a tus pies. Dudo mucho que algún día sepas lo importante que eres para mi. Lo feliz que me hace cada vez que te doy algún regalo y no protestas por ello. Quiero que tengas de todo lo que te haga feliz, lo que desees
- Pero yo no necesito nada de eso, Christian, para ser feliz. Lo soy cuando estoy contigo y te veo relajado, tranquilo. Pero eso casi nunca lo consigo, porque en cuestión de minutos cambias de actitud cincuenta veces. Y yo me siento desorientada y culpable. No sé cómo actuar contigo.. Hay veces que no admites que te bese. No digo el tocarte... me siento frustrada y pienso que sólo buscas mi compañía porque te lo pasas bien en la cama
- Ni se te ocurra pensarlo. No voy a llevarte la contraria. Te mentiría si lo negara. Contigo es especial, pero no sólo por eso te quiero a mi lado. No voy a repetírtelo más veces, al menos por esta noche... Y ahora vamos a cenar de una puñetera vez. Los sábados libra la señora Jones, de modo que tendremos que improvisar algo. Nena, te toca cocinar
- Ah claro...-le digo en broma-. Tus sumisas cocinaban ¿ verdad ?
- Ana, distas mucho de ser sumisa, y mucho menos una dócil mujercita. Veremos que hay en el frigorífico.
Propongo hacer una tortilla española. Me dirijo al iPad de Christian y busco una música. Me gusta cocinar con ello, y además necesito seguir el ritmo , y olvidarme de nuestra intensa conversación. Selecciono la primera canción, y observo que es la que Leila puso en el iPad.
- No esta no- digo en voz alta
- Si no te gusta la borro. No tengo especial interés en ella-. Yo no le contesto y paso a la siguiente
Es Nina Simone la que nos regala los oídos. Christian se acerca a mi besuqueando como sólo él sabe hacerlo, el lóbulo de la oreja, y en ese momento sé que la tortilla de patata habrá de esperar.
-¿ Sigues enfadada?- me pregunta insinuante- No voy a tocarte hasta que me lo autorices.
- Déjame al menos acariciarte la cara- le digo
Él no me contesta, pero tampoco huye. Mientras recorro su mejilla al son de la música, siento su cuerpo tenso, pero a medida que bailamos muy juntos, compruebo que se va relajando. Me besa apasionadamente.
En ese momento Taylor hace acto de presencia. Nos separamos, algo violentados por la situación, y observo que con la mirada los dos hombres se dicen algo.
- A mi estudio- dice Christian a Taylor e imagino que hay novedades.
Mientras ellos hablan, yo me dedico a preparar la tortilla. Me da tiempo a terminarla antes de que vuelvan. Dispongo la mesa y enseguida llega Christian. Observo que viene algo preocupado. Taylor le comenta: " en diez minutos les informo"
No sé a qué se refieren, aunque lo imagino. Seguro que es relacionado con Leila, pero no pregunto. No quiero acrecentar más su ansiedad.
- ¿ Comemos ?- me dice Christian con gesto serio
- Si, ya esta todo preparado ¿ Hay alguna novedad?
- No- me responde tajante y se que no me va a contar nada.
Rechazo la copa de vino que me brinda. Como poco, no tengo apetito. Ël pone una deliciosa música francesa antigua.
- Mis padres tenían especial empeño en tres cosas en nuestra educación: los idiomas, la música y el deporte. Aprendimos todo. Mia, se hartó del deporte y lo dejo- Mientras habla de su hermana se le ilumina el rostro. Se nota que la adora.
-Tu madre está muy orgullosa de ti. Cada vez que te ve se le nota que eres su ojito derecho- le comento. El asiente con un signo de seriedad en su rostro
Como siempre decide dar un giro de ciento ochenta grados a la conversación
- ¿ Has decidido lo que te vas a poner esta noche, o tendré que elegirlo yo?- me dice en tono áspero, como regañándome. Me pregunto qué es lo que he hecho ahora
- Cualquier prenda será perfecta. Si la ropa la has elegido tu...
- Yo sólo di tu talla y tus medidas. El resto lo eligió la asistente personal de la tienda en la que suelo hacer mis compras.
Luego cambiando de nuevo radicalmente, me dice
- He aumentado la guardia personal de todos nosotros. Leila anda por aquí, así que hazme el favor y no salgas sola. Dime cada vez que vayas a salir y te acompañará alguien. Te lo pido por favor... mientras solucionemos todo este embrollo
Sale nuevamente de la habitación, está inquieto. Creo que la situación debe ser más preocupante de lo que dice. Yo me siento en la cama y empiezo a buscar por Internet la doble personalidad de una persona. La actitud tan cambiante de Christian me desconcierta. Estoy en ello cuando entra y se fija en lo que estoy consultando
- ¿ Qué ves ?-me pregunta- ¿ Soy yo acaso sobre lo que consultas?
- Si Christian, eres tu. Deberías seguir una terapia- le digo
Me mira fijamente a los ojos y con tono arrebatadoramente dulce me dice
- Ana, tú eres lo que necesito. Tu eres mi terapia
Se sienta junto a mi, se quita la camisa y saca del bolsillo del pantalón, una barra de labios, color rojo pasión. Yo extrañada le pregunto si es ese el color que desea lleve por la noche. El sonriendo me responde
- He pensado en lo que me planteaste en cierta ocasión: creo que debemos hacer un mapa en el que puedas acceder a las caricias que tanto empeño tienes en hacerme
Le miro como no dando crédito a lo que escucho
- ¿ Me vas a permitir tocarte ?
-. Alto, alto, no te embales... Hay restricciones.
Toma la barra de labios y traza una línea desde la garganta hasta la clavícula, baja por el costado y me dice:
- Ahora tu continua haciendo lo mismo que yo te he mostrado. Todo lo que está dentro de la raya, está prohibido sin discusión. Cuando termines con el pecho, continúa en el mismo sentido por la espalda. Es todo cuanto puedo consentirte, Anastasia
Le noto tenso, pero tranquilo a la vez. Mientras dibujo la ruta cuento las cicatrices de quemaduras de cigarrillo y se me encoge el corazón. Cuando termino se vuelve de espaldas para que haga lo mismo que hice en el pecho. Nunca le había visto por detrás. Me quedo horrorizada al ver hasta nueve cicatrices. ¡ Por Dios santo ! ¿que han hecho contigo Christian?. Me pregunto, sintiendo que la angustia me nubla la garganta.
Sigue controlándose. Sabe que no traspasaré la roja barrera que me ha impuesto, y que cuando se borre, respetaré esos lugares a los que no tendré acceso. Otra conquista, enorme, que hemos logrado. Christian me mira y sonríe dulce y satisfecho al comprobar mi complacencia. Me indica que en el cuello debo señalar desde donde empieza el pelo.
- Bueno ya está- le digo y noto que la tensión que hasta entonces sentía su cuerpo, decae ¿ Es miedo, recuerdos ? Le sonrío y él también lo hace. Me abalanzo para abrazarle, y entonces Christian me dice
- Y bien, señorita Steele, soy todo tuyo. Ahora podemos seguir con lo que estábamos haciendo cuando nos interrumpió Taylor.
LA MUSICA DE GREY: Cauteloube (Bailero) Auvernia
http://www.youtube.com/watch?v=JxspdNcRuWk
FRASES DE GREY:
Ante la revelación de que Leila ha conseguido un arma, la sangre deja de circular por mis venas. El color huye de mis mejillas. Christian preocupado, me abraza fuertemente y me besa en la cabeza
- Tienes que venir a mi casa. Allí puedo protegerte. Iremos a tu apartamento, recoge los que necesites y regresemos al Escala. Si ha sido capaz de conseguir una licencia, no puedo preveer lo que siente ahora mismo, de modo que será mejor estar prevenidos. No te preocupes, nena, yo cuidaré de ti.
-. Pero..., ¿ y si no es a mi a quién persigue? Si tuvisteis algo, quizá siga enamorada de ti, y precisamente seas tú su objetivo.
La sola idea de que a Christian le ocurriera algo, hace que esté a punto de desmayarme. Ya no pongo objeciones. Comprendo que es lo mejor. La entrada al edificio tiene bastantes dificultades, además el acceso a la casa de Christian tampoco es fácil. Por lo menos allí estaremos más a salvo. No puedo soportar la idea de que le pueda agredir .
Entramos en casa y preparo mi mochila con algo de ropa y todos los aparatos que me regaló . Desato el globo de Charlie Tango, y me pregunta
- El globo ¿ también viene?
- Por supuesto. Viene conmigo- Christian sonríe levemente, pero yo se que le agrada, por el significado que tiene para nosotros.
- El martes llega Ethan, el hermano de Kate. Se quedará a vivir aquí hasta que decida qué hacer. No tiene llaves, así que tendré que regresar en esa fecha y dárselas- le digo mientas recojo la mochila
- Pero después regresas- me dice en tono imperativo- No quiero que andes por ahí hasta que la localicemos, además Éthan tendrá más espacio para moverse, tendrá más libertad que si tu pululas por aquí.
Yo sé que no es el que se encuentre incómodo en el apartamento lo que preocupa a Christian, sino que yo pudiera quedarme una noche en el mismo lugar que el hermano de Kate
Sonrio levemente, ante la reacción de esa posibilidad. Nos encaminamos al aparcamiento donde está el coche. Sigo con la mirada a todas las personas que nos cruzamos, miro sin parar tratando de localizar alguna sombra sospechosa. Al fin llegamos, Christian abre la puerta del copiloto y me pregunta impaciente
- ¿ Vas a entrar ?
- ¿ No voy a conducir yo ?- le digo molesta
- No lo haré yo. Entra - y su tono de voz no da lugar a réplicas
-. ¿Tienes alguna duda sobre mi forma de conducir?- él no contesta, pero me dice de forma cortante
- Entra ya
Nos incorporamos al tráfico, pero no dejamos de mirar a nuestro alrededor por si alguien nos sigue. El silencio se corta dentro del coche, y yo le pregunto
- Todas las sumisas ¿ son morenas ?
-. Si - me contesta tajante
- ¿ Por qué ?- insisto
- Me gustan las morenas
- Pero la señora Robinson no lo es
- Por eso mismo. Con ella tuve suficiente para toda la vida
- ¿ Estás bromeando?
- Si lo estoy- noto que no quiere seguir hablando. Mientras tanto yo busco en la calle alguna chica morena que nos mire con malas intenciones.
- Cuéntame algo sobre ella
- ¿ Qué quieres saber?- me dice en plan cortante
- No sé..., por ejemplo vuestro acuerdo en el negocio
- Soy el socio capitalista. No es que tenga demasiado interés en ese negocio, pero a ella le gustaba y la verdad es que ha sabido sacarle producto. Yo la ayudé en su día
- ¿ Por qué la ayudaste?
- Le debía el favor. Cuando terminé en la universidad, ella me prestó dinero para emprender mi negocio, y así empecé mi carrera.
- ¿ Tus padres no se enfadaron al colgar los estudios?
- ¡Claro que se enfadaron, y mucho!. Me costó más de dos años hacerles comprender que lo mio eran las finanzas
- Y...¿ que habías elegido para tu carrera?
- Economía y Política
- De esta manera se ha convertido en una mujer rica ¿ no es así?
- Ella estaba harta. Su marido no le hacía mucho caso. Era lo que se dice una mujer "florero", y ella necesitaba algo más que ser meramente espectadora de la vida. Era muy controlador
- ¡ No me digas! ¿ existen hombres controladores ?- le digo con sorna
Christian me mira rápido y se ríe
- Creí que ese tipo de hombres ya no existían, que eran mitos, leyendas urbanas. ¡ Vaya, de manera que existen !- continúa con la broma
Pero yo quiero más información y no estoy dispuesta a perder la ocasión
- Dime, el dinero que te prestó, ¿ era de su marido ?
Asiente afirmativamente y yo me escandalizo y le recrimino
- Pero... eso es tremendo,. No debiste aceptarlo o era en pago de ...
- ¿ De qué, Anastasia, de qué ? El tenia sus apaños por ahí y cada dos por tres la ponía los cuernos, así que le pagó con la misma moneda. Pero claro otra cosa es que lo haga la mujer...
- Pero tú eras un crio, Christian y ella una mujer madura
- Anastasia, yo crecí muy rápido. No tuve adolescencia. Mi niñez fue muy dura . Tuve que madurar deprisa, y ella se ofreció para enseñarme
- Y para sacar partido. Te imagino bastante experimentado y ella encantada de la vida
- ¿ De verdad crees eso ?- lo dice en tono algo amargo. y de repente cambia de conversación
- Vamos entra. Franco debe estar por llegar. Me dice después de aparcar el coche en Escala
- Franco, Franco... ¿ quién es Franco ? -le pregunto. Se me había olvidado que es el estilista que vendrá a arreglarme el cabello.
Al salir del ascensor Taylor nos aguarda y me recoge el equipaje. Christian me mira de reojo y me pregunta
- ¿ Sigues enfadada ?
- Si lo estoy, y mucho- le contesto
Christian se dirige a Taylor
- ¿ Se sabe algo, ha llamado Welch ?
- Si señor Grey, y ya está todo solucionado
- Muy bien ¿ Cómo está tu hija?
- Está bien señor Grey, gracias
- Taylor ¿ tienes una hija?-le pregunto
- Si señorita Steele, está con su madre.
.- Tengo que hacer unas llamadas. Ponte cómoda- me dice Christian
Se marcha en dirección a su estudio y me deja sola en el inmenso salón, del inmenso ventanal. Recojo mi mochila y subo a mi habitación. Mi asombro es extraordinario cuando contemplo que el vestidor está totalmente lleno de ropa: trajes largos de noche, de media fiesta, de vestir... incluso con las etiquetas puestas. Compruebo los precios y me llevo las manos a la cabeza. Es inaudito que haya pagado tal cantidad de dinero. Estoy abrumada. Me siento en el suelo. Decido llamar a mi madre que no tengo noticias desde hace mucho. Están bien y proyectando volver a Las Vegas. Christian hace su entrada en la habitación y se sienta a mi lado
- Mamá tengo que colgar. Ya te llamaré- y corto la comunicación con ella
- Creí que te habías marchado- me pregunta con preocupación- ¿ Qué te pasa?
- Christian, no quiero que te gastes esta cantidad tan brutal de dinero. Me haces sentir incómoda
- Anastasia, quiero hacerlo. Una de las cosas que más admiro de ti, es que no vienes buscando mi dinero. Contigo me siento distinto. Has roto muchos esquemas.Me haces ver la vida de otra manera. No quiero que me dejes nunca. Sólo te pido que tengas paciencia y me des tiempo. No estoy acostumbrado a tus protestas. Las mujeres con las que he tratado antes de conocerte, se limitaban a cumplir con mis deseos, cuando yo quería y de la forma que quería. Tú me frustras, haces tu santa voluntad y eso es lo que me fascina de ti. Por favor no me dejes-. Me lo dice inclinando su cabeza sobre la mia, y no puedo por menos de abrazarle y besarle
- Anda nena, tenemos que bajar. Franco ya ha llegado
El estilista habla de forma afectada simulando un deje italiano. Es simpático e inmediatamente conectamos los dos.
- Tienes un pelo precioso, Ana. Yo que tú no me lo cortaría
- Sólo un poquito las puntas- le digo yo
- Bien. Tienes razón, pero no dejes que nadie te ponga las manos en tu preciosa melena. Sólo Franco te arreglará siempre.
- Lo veo difícil, Franco, porque yo no iré por el Instituto
- ¿ Por qué ? ¿ No te gusta ? ¿ No te han tratado bien ?
- No, no es eso. Es que me corta un poco todo el ambiente tan chic. Soy más sencilla en mis gustos
- No te preocupes. Siempre que me necesites aquí estaré. Ahora dime dónde te puedo arreglar
- Sígueme por favor- y nos encaminamos al cuarto de baño de mi habitación.
Franco, el estilista |
Al cabo de poco rato, aparecemos ante Christian, que me mira embobado, lleno de ternura
- Estás preciosa, nena. Me alegro que no te cortaras el pelo. me encanta la hermosa melena oscura que tienes-. En el momento se da cuenta de que el comentario ha sido poco afortunado, al acordarse de nuestra conversación referente a las sumisas
Yo tuerzo el gesto, también, dudando de que Christian lo dijera sin querer. Quizá me ha dejado claro cuáles son sus preferencias. Él inmediatamente me mira y se da cuenta de que yo estoy pensando en lo mismo que él.
Despedimos a Franco que deposita un par de besos en mis mejillas, y me recuerda que siempre estará a mi disposición. Al desaparecer en el ascensor, Christian y yo nos miramos. Él trata de decir algo, pero yo doy media vuelta y sigo escaleras arriba sin prestarle atención
- Ana, Ana, espera. Lo has interpretado mal. Ha sido una casualidad que comentara algo que acabábamos de hablar. No lo dije en ese sentido. Para ya, por favor. Me asfixias ¿ no te das cuenta ?. ¿ Por qué llevas toda la tarde enfadada?
- Necesitaría una gran lista para que te enteraras- le contesto furiosa
- Bueno, después de cenar lo hablamos cuando nos acostemos. Ahora vayamos a comer; tengo mucha hambre ¿ y tú ?
- ¿ Que si tengo hambre, me dices que si tengo hambre con todo lo que nos ha caído encima? Pues no, ni pizca- le contesto malhumorada
- Pues vas a cenar, quieras o no- y la crispación de su cara me deja muda
- A veces no te entiendo... ahora estás enfadada por mi comentario, porque te he comprado esa ropa, que si no te gusta la devuelvo y ya está. Te enfadas por Elena: si hablo de ella , porque tu me preguntas, te sienta mal, y si no también. Me desconciertas, francamente no sé qué hacer contigo. Y no es nada mío, no es mi señora Robinson ¿queda claro ? Y he de decirte que no me halaga en absoluto que me montes estas escenas de celos absurdos. No tengo ojos más que para ti. Se me agotan las ideas para demostrártelo...- toma un poco de aire, respira y concluye- Y dicho esto, vamos a cenar ahora mismo.
- Estoy cabreada, muy cabreada. Esta tarde ha sido muy reveladora. He sabido de tu relación con ella. Por cierto puede tocarte y yo no. Explícame eso ¿ son celos también ?
- Ella sabe dónde hacerlo. Siempre he tenido las normas muy presente. No he tenido nunca ninguna relación que no las siguiera. Pero tú no las tienes y el pensar que puedes hacerlo, no me gusta nada, me pone muy nervioso. Contigo todo es distinto son...- y se detiene indeciso- son mucho más...son mucho más para mi.
Alargo el brazo para intentar una caricia, pero él retrocede
- Ese es un límite infranqueable, Ana. No lo hagas, por favor
- Y si fuera yo la que no quisiera que me tocaras, que me acariciaras ¿ cómo te sentirías?
- Confío y espero que nunca lo hagas. Me sentiría mal, frustrado, totalmente descolocado- me dice
- Algún día tendrás que explicarme por qué no puedo acariciarte como no sea en el cabello
-¡ Algún día, Ana ! quizá algún día pueda explicártelo.
Le veo apesadumbrado. Lo que quiera que sea lo que lo motive, le hunde moralmente. Yo siento una infinita ternura, mezclada con pena por el camino tan duro que hubo de recorrer. Siento que toda mi furia de momentos antes, ha quedado olvidada
- ¿Qué otras quejas tienes de mi? Ah si: tu privacidad. Lo se todo de ti, Anastasia. Siempre he sabido todo de mis sumisas, no te quiero decir que tú lo seas. Quiero decir que me informo a fondo de todas las personas que me rodean. He creado un archivo con todos los datos,. De ti lo se absolutamente todo. Supe que serías mía en cuanto entraste en mi despacho para la entrevista, aunque nunca imaginé que tendríamos esta relación, que ha derivado en otra muy distinta. Ven y te lo enseño
Nos dirigimos a su estudio y en un mueble con una clave hay un archivo de todas las sumisas, y entre ellas figuro yo: Anastasia Rose Steele.
-Toma, puedes quedarte con ello, ya no lo necesito- me dice
- Muchas gracias- Procedo a ver su contenido y compruebo que tiene todos los datos sobre mi. Desde mi nacimiento hasta mi primera llegada a Escala.
Le miro con los ojos muy abiertos, asombrada ante la invasión de mi privacidad. El viendo la sorpresa en mi rostro, me dice
- Te había destinado para sumisa. Tenía que saberlo todo de ti. Una relación de ese tipo se basa en conocer hasta el más mínimo detalle de la persona con la que vas a tener esa relación. Lo que ocurrió después ya lo sabes. Todo lo que hasta entonces me había funcionado, se fué al traste contigo. Pasaste de ser una posible sumisa, a tener absolutamente todo el control sobre mi. Eres muy importante en mi vida. Todo ha cambiado desde que te conocí. Todo es diferente contigo, te lo he repetido ciento de veces, pero parece ser que tú no terminas de creerme.
Mientras me habla, sigo mirando las páginas en las que figuro. Lo sabe ¡ todo !
- Así que no fue casualidad que pasaras por Clayton´s., Sabías que trabajaba allí. Eso es juego sucio, Christian
- No, nena. Es una información que cualquiera puede tener . Yo necesitaba saber a quién iba a admitir para poder controlarla. Necesito tener todas las situaciones controladas, y tú eras en ese momento una situación.
- Ya, ya lo sé. Me lo dejaste muy claro la primera vez que me llevaste a tu casa. Me siento espiada, vulnerable. Todos necesitamos privacidad. Me he sentido mal cuando me has ingresado el dinero en mi cuenta. Es una cantidad exagerada por un coche de segunda mano
- Pero es lo que pagaron. Había un forofo de esas antigüedades, y fue lo que pagó, nena
- Pero no sólo está el coche, los libros, los cacharros para controlarme. Lo es todo, Christian. Yo nunca me he interesado en conocer el dinero que tienes. No me interesa, no quiero saberlo. pero tampoco quiero que lo gastes en mi a tontas y a locas
-Pero yo gano mucho dinero, Ana. El coche, los libros y todo lo que te regale, no es nada...¿ Sabes cuánto gano a la hora?
- No, no lo sé, pero tampoco quiero saberlo. Me incomoda mucho Christian, no me siento bien
- Pero yo quiero darte el mundo, ponerlo a tus pies. Dudo mucho que algún día sepas lo importante que eres para mi. Lo feliz que me hace cada vez que te doy algún regalo y no protestas por ello. Quiero que tengas de todo lo que te haga feliz, lo que desees
- Pero yo no necesito nada de eso, Christian, para ser feliz. Lo soy cuando estoy contigo y te veo relajado, tranquilo. Pero eso casi nunca lo consigo, porque en cuestión de minutos cambias de actitud cincuenta veces. Y yo me siento desorientada y culpable. No sé cómo actuar contigo.. Hay veces que no admites que te bese. No digo el tocarte... me siento frustrada y pienso que sólo buscas mi compañía porque te lo pasas bien en la cama
- Ni se te ocurra pensarlo. No voy a llevarte la contraria. Te mentiría si lo negara. Contigo es especial, pero no sólo por eso te quiero a mi lado. No voy a repetírtelo más veces, al menos por esta noche... Y ahora vamos a cenar de una puñetera vez. Los sábados libra la señora Jones, de modo que tendremos que improvisar algo. Nena, te toca cocinar
- Ah claro...-le digo en broma-. Tus sumisas cocinaban ¿ verdad ?
- Ana, distas mucho de ser sumisa, y mucho menos una dócil mujercita. Veremos que hay en el frigorífico.
Propongo hacer una tortilla española. Me dirijo al iPad de Christian y busco una música. Me gusta cocinar con ello, y además necesito seguir el ritmo , y olvidarme de nuestra intensa conversación. Selecciono la primera canción, y observo que es la que Leila puso en el iPad.
- No esta no- digo en voz alta
- Si no te gusta la borro. No tengo especial interés en ella-. Yo no le contesto y paso a la siguiente
Es Nina Simone la que nos regala los oídos. Christian se acerca a mi besuqueando como sólo él sabe hacerlo, el lóbulo de la oreja, y en ese momento sé que la tortilla de patata habrá de esperar.
-¿ Sigues enfadada?- me pregunta insinuante- No voy a tocarte hasta que me lo autorices.
- Déjame al menos acariciarte la cara- le digo
Él no me contesta, pero tampoco huye. Mientras recorro su mejilla al son de la música, siento su cuerpo tenso, pero a medida que bailamos muy juntos, compruebo que se va relajando. Me besa apasionadamente.
En ese momento Taylor hace acto de presencia. Nos separamos, algo violentados por la situación, y observo que con la mirada los dos hombres se dicen algo.
- A mi estudio- dice Christian a Taylor e imagino que hay novedades.
Mientras ellos hablan, yo me dedico a preparar la tortilla. Me da tiempo a terminarla antes de que vuelvan. Dispongo la mesa y enseguida llega Christian. Observo que viene algo preocupado. Taylor le comenta: " en diez minutos les informo"
No sé a qué se refieren, aunque lo imagino. Seguro que es relacionado con Leila, pero no pregunto. No quiero acrecentar más su ansiedad.
- ¿ Comemos ?- me dice Christian con gesto serio
- Si, ya esta todo preparado ¿ Hay alguna novedad?
- No- me responde tajante y se que no me va a contar nada.
Rechazo la copa de vino que me brinda. Como poco, no tengo apetito. Ël pone una deliciosa música francesa antigua.
- Mis padres tenían especial empeño en tres cosas en nuestra educación: los idiomas, la música y el deporte. Aprendimos todo. Mia, se hartó del deporte y lo dejo- Mientras habla de su hermana se le ilumina el rostro. Se nota que la adora.
-Tu madre está muy orgullosa de ti. Cada vez que te ve se le nota que eres su ojito derecho- le comento. El asiente con un signo de seriedad en su rostro
Como siempre decide dar un giro de ciento ochenta grados a la conversación
- ¿ Has decidido lo que te vas a poner esta noche, o tendré que elegirlo yo?- me dice en tono áspero, como regañándome. Me pregunto qué es lo que he hecho ahora
- Cualquier prenda será perfecta. Si la ropa la has elegido tu...
- Yo sólo di tu talla y tus medidas. El resto lo eligió la asistente personal de la tienda en la que suelo hacer mis compras.
Luego cambiando de nuevo radicalmente, me dice
- He aumentado la guardia personal de todos nosotros. Leila anda por aquí, así que hazme el favor y no salgas sola. Dime cada vez que vayas a salir y te acompañará alguien. Te lo pido por favor... mientras solucionemos todo este embrollo
Sale nuevamente de la habitación, está inquieto. Creo que la situación debe ser más preocupante de lo que dice. Yo me siento en la cama y empiezo a buscar por Internet la doble personalidad de una persona. La actitud tan cambiante de Christian me desconcierta. Estoy en ello cuando entra y se fija en lo que estoy consultando
- ¿ Qué ves ?-me pregunta- ¿ Soy yo acaso sobre lo que consultas?
- Si Christian, eres tu. Deberías seguir una terapia- le digo
Me mira fijamente a los ojos y con tono arrebatadoramente dulce me dice
- Ana, tú eres lo que necesito. Tu eres mi terapia
Se sienta junto a mi, se quita la camisa y saca del bolsillo del pantalón, una barra de labios, color rojo pasión. Yo extrañada le pregunto si es ese el color que desea lleve por la noche. El sonriendo me responde
- He pensado en lo que me planteaste en cierta ocasión: creo que debemos hacer un mapa en el que puedas acceder a las caricias que tanto empeño tienes en hacerme
Le miro como no dando crédito a lo que escucho
- ¿ Me vas a permitir tocarte ?
-. Alto, alto, no te embales... Hay restricciones.
Toma la barra de labios y traza una línea desde la garganta hasta la clavícula, baja por el costado y me dice:
- Ahora tu continua haciendo lo mismo que yo te he mostrado. Todo lo que está dentro de la raya, está prohibido sin discusión. Cuando termines con el pecho, continúa en el mismo sentido por la espalda. Es todo cuanto puedo consentirte, Anastasia
Le noto tenso, pero tranquilo a la vez. Mientras dibujo la ruta cuento las cicatrices de quemaduras de cigarrillo y se me encoge el corazón. Cuando termino se vuelve de espaldas para que haga lo mismo que hice en el pecho. Nunca le había visto por detrás. Me quedo horrorizada al ver hasta nueve cicatrices. ¡ Por Dios santo ! ¿que han hecho contigo Christian?. Me pregunto, sintiendo que la angustia me nubla la garganta.
Sigue controlándose. Sabe que no traspasaré la roja barrera que me ha impuesto, y que cuando se borre, respetaré esos lugares a los que no tendré acceso. Otra conquista, enorme, que hemos logrado. Christian me mira y sonríe dulce y satisfecho al comprobar mi complacencia. Me indica que en el cuello debo señalar desde donde empieza el pelo.
- Bueno ya está- le digo y noto que la tensión que hasta entonces sentía su cuerpo, decae ¿ Es miedo, recuerdos ? Le sonrío y él también lo hace. Me abalanzo para abrazarle, y entonces Christian me dice
- Y bien, señorita Steele, soy todo tuyo. Ahora podemos seguir con lo que estábamos haciendo cuando nos interrumpió Taylor.
LA MUSICA DE GREY: Cauteloube (Bailero) Auvernia
http://www.youtube.com/watch?v=JxspdNcRuWk
FRASES DE GREY:
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