El Cine

El Cine

lunes, 12 de agosto de 2013

CHRISTIAN GREY- Anastasia 14 1996celta) / EL ADIOS DE ANASTASIA

( Texto basado en la obra original Cincuenta sombras de Grey )



Al cabo de ocho horas de viaje, llego al aeropuerto de Seattle. Allí me aguarda Taylor que tan cortés y educado como siempre, me pregunta amablemente cómo he hecho el viaje.  Sigo sin tener noticias de Christian

- Taylor ¿ qué tal el señor Grey?
- Está bien- me responde-, aunque preocupado
- El "problema "¿ no se ha solucionado?
- Está en ello, señorita Steele
- Puedes llamarme Ana, si te apetece. Lo que menos te incomode

Me sonríe y me comenta

- El señor Grey, en estos días, ha tenido un humor de perros
- ¿ Ah si ?- le sonrío yo también comprendiendo que se debe a mi ausencia

Me acomodo en el asiento del coche, y mirando por el espejo retrovisor, nota en mi cara la preocupación que siento por todo lo que le ocurre a mi Cincuenta

- ¿ Quiere que ponga música?- me dice
-¡ Ay, si !, por favor.  Algo relajante y suave

Al instante oigo Canon de Pachelbel y su dulzura apacigua mi ánimo totalmente contrito por Christian http://www.youtube.com/watch?v=q-iPQh1g_Ws

Al cabo de veinticinco minutos llegamos frente a Escala. Taylor me abre la puerta para poder descender del coche. Va a aparcarlo al tiempo que me indica que me subiría el equipaje.

El ascensor me deja en el vestíbulo ,  paso al salón, y me detengo.  Frente al enorme ventanal está Christian hablando por teléfono, en voz baja .  Se le nota inquieto y preocupado.  Me alarmo más.  Ignoro lo que ocurre y mucho me temo que no lo voy a saber.  Por las palabras entrecortadas que escucho, observo que el "problema" dista mucho de haberse solucionado. No sé exactamente a qué se refiere, pero de lo que sea, no hay ni rastro, según comenta con la persona que habla.

- Mantenme informado-es todo lo que dice antes de colgar






No me atrevo a moverme.  El acorta la distancia hasta mi.  Le noto muy tenso, crispado y creo que algo horrible debe ocurrir para estar tan alterado. Cuando me alcanza me abraza con desesperación, me aprisiona contra su cuerpo y me besa como si la vida le fuera en ello.  No puede ser motivado por mi ausencia, sólo ha pasado poco más de un día desde que nos separamos.  Me mira como si hiciera siglos que no me ve, y yo noto que me necesita.  Que aquello que fuere lo que le preocupa, necesita refugiarse en mi y yo le brindo ese refugio incondicionalmente.  Nunca sentí que me necesitara, que me deseara tanto.

- ¡ Qué ganas tenía de verte ! -es su saludo-. Ven bañémonos juntos- me toma de la mano y me lleva hasta el baño de su dormitorio.





Hay desesperación en su forma de actuar ¿ qué ocurre ?, le pregunto pero por toda respuesta me da una muestra de pasión desenfrenada, desesperada.  Me empotra en la pared y allí me besa, me acaricia, me inunda de amor duro, desesperado.  Mi angustia crece, pero sé que no me lo dirá.

Más calmado, me conduce hasta la ducha y dulcemente comienza a enjabonarme la espalda como si bañara a una niña pequeña. ¿ Habrá llegado la hora de las confidencias?, me pregunto.  Pero obviamente, no han llegado. He de ser yo quién rompa el hielo, como siempre



- Gracias por el maravilloso viaje en primera. Ha sido cómodo, y me ha gustado mucho
- ¿ De veras te ha gustado ?
- Si, mucho, mucho. Tengo que decirte que el lunes empiezo a trabajar.
- ¿ Me dirás ahora en qué editorial ?- me dice sonriendo
- En la más pequeña, en SIP.  Creo que en ella tendré más oportunidades.
- Quiero que sepas que nunca intervendré en tu vida profesional, a menos que tú me lo pidas.  Pero quiero estar informado de todo
- Está bien, señor meteme-en-todo- le digo riendo y acercando mi rostro al suyo-, y continúo con las noticias- La exposición de José se celebra el próximo jueves
-¿ Y ?
- ¿ Quieres venir conmigo?
- ¿ Vas a ir ?
- Si, es mi amigo y se lo he prometido
- Muy bien, pues te acompañaré.  Y ahora déjame disfrutar de ti.  Si empiezas el lunes, tengo poco tiempo para ello
- Dime ¿ estabas nerviosa por decírmelo, te daba miedo mi reacción?
- ¿ Cómo lo has sabido ?
- Anastasia, conozco tu cuerpo perfectamente, y desde que has llegado has estado tensa. Cuando me lo has dicho, te has relajado
- Muy observador, señor Grey, muy observador
- ¿ A qué hora es ?
- A las siete y media
- Iremos en el Charlie Tango.  Te recogeré en la editorial y de allí al helipuerto
- ¿ Puedo enjabonarte yo ahora ?- le digo
- No. Ya sabes que eso no es discutible- me responde algo tenso
- ¿ Podré hacerlo algún día?

Me mira fijamente, me besa, y se calla. En ese momento sé que nuestra conversación ha finalizado.



Sentados en la cocina degustamos la cena que la señora Jones nos ha dejado preparada. Creo que es el momento de abordar el problema que tiene entre manos

- ¿ Cómo va el problema ?-le digo
- No muy bien. Descontrolado. No debes preocuparte por ello. Ya lo solucionaré. Te quiero dentro de quince minutos en el cuarto de juegos.  Te he preparado algo especial. Puedes cambiarte en tu  habitación, el vestidor está repleto de ropa para ti. Y no admito discusiones.

Yo acudo al cuarto rojo y comienzo el ritual que me enseñó la vez anterior.  Me arrodillo frente a la puerta. Él tarda en venir.  Cuando lo hace llega con esos vaqueros desgastados y rotos que me vuelven loca.  No le miro aunque le veo trastear por la habitación.  Está descalzo y con el torso desnudo.  Se dirige a la cómoda, saca algo y lo pone sobre la enorme cama de sábanas de satén rojo. Al fin se detiene frente a mi, y me ordena rotundo



- Mírame. Eres hermosa Anastasia,  y eres solo mia.  No hemos firmado contrato, pero sabemos donde están los límites y tenemos palabras para usarlos si son necesarias.   A ver dime cuáles son:
- Rojo... amarillo- respondo muerta de miedo. Estoy alarmada ante esta nueva situación desconocida para mí.  Le noto con una excitación fuera de lo normal y siento miedo
- No debes tener miedo. Seguramente no te harán falta usarlas. No te va a doler nada, pero va a ser muy intenso. Por eso quiero que no las olvides.  Sabes que cuando no puedas resistir debes decirlas y yo pararé en el acto  ¿entiendes?
- Si- digo con un tenue hilo de voz
- Te tendrás que guiar por tus sentidos, porque no me vas a ver ni oir lo que te diga. Sólo escucharas música, pero deberás obedecerme. Te ataré a la cama, y no podrás soltarte, y  te pondré un antifaz

Introduce en mis oídos los diminutos auriculares y una dulce música comienza a sonar.  Al instante siento algo como un látigo de pelo, suave que recorre mi cuerpo, alternándolo con otro cuyas terminaciones son bolitas pequeñas. De vez en cuando me pega con él, pero no me duele en absoluto, muy al contrario me place.

 


Como me dijo es intenso, muy intenso y ambos llegamos al clímax rotundo, casi infernal.  Agotada me tumba a su lado en la cama.  Le pregunto por la excelsa música que he escuchado y me da su título:  Spem in allium, de Thomas Tallis, me dice

http://www.youtube.com/watch?v=7Cn7ZW8ts3Y

- Nunca había escuchado unas voces tan angelicales. Tan hermosas- le digo mientras me repongo poco a poco del intenso esfuerzo realizado
- También ha sido la primera vez para mi, señorita Steele
- ¡ No me digas !-, le repito extrañada
- Siempre he querido hacer el amor con esta música, y hoy lo he hecho contigo, Anastasia. Tú y yo nos estamos estrenando en muchas cosas
- ¿ Me dirás ahora lo que he dicho en sueños?
-Has soñado con jaulas, con fresas... y me has dicho cosas bonitas:  que me echabas de menos...y que no te irías

Estoy en la cama de Christian, pero él no está. Algo me ha despertado sobresaltada.  me incoporo y hasta mis oídos llegan los acordes del piano.  Christian está desvelado.  Miro el reloj y marca las cinco de la mañana. Salto de la cama y me dirijo al salón sin hacer ruido para no distraerle. Me paro y escucho. Apenas está iluminado por una pequeña lámpara; le observo en toda su belleza, parece transformado, pero preocupado.

Me mira y frunce el ceño



- Deberías estar durmiendo-me dice
- Tú también
- Estoy desvelado y no puedo dormir
-¿ Estás enfadado conmigo ?-le pregunto
- No señorita Steele ¿ por qué habría de estarlo? Lo de esta noche ha estado muy bien.  Nunca dejas de sorprenderme

Yo sonrío y recuesto la cabeza en su hombro. No quiero molestarle, pero sé que desea esté allí con él

- ¿ Qué estás tocando?- le pregunto- Es una melodía muy triste, Christian
- ¿ No te gusta ? Es el Preludio n º 4, opus 28 en mi menor de Chopin

http://www.youtube.com/watch?v=3LeJXyjzx2Y

-¿ Cómo puedes saber con tanto detalle la música que tocas ?- le pregunto
-Me gusta mucho la música, Anastasia. Fué mi refugio en cierta época de mi vida. Recuerdo que me sentaba a su lado, cuando mi madre, Grace, tocaba el piano y me quedaba extasiado. ¡ Le debo tantas cosas !
- También me gustó mucho la de Bach, la que tocaste la primera noche que me quedé aquí contigo
- ¡ Ah, si ! Marcello http://www.youtube.com/watch?
v=3LeJXyjzx2Y
- Me gusta mucho- le digo sonriendo- pero es muy triste. Todas las músicas que tocas son muy tristes, dulces,  pero tristes
- También me gusta otro tipo de música. Las llevo en el iPad. Soy ecléctico Anastasia
- ¿ Cuántos años tenías cuando empezaste a tocar
- Seis, tenía seis años. Y empecé por complacer a mi madre. Después tomé clases de música, y aquí estoy, contigo,  tratando de pasar el rato- me dice burlón- Tenía que sobresalir en algo. Era difícil ser perfecto en una familia perfecta, viniendo de donde yo venia
- Eres perfecto, Christian, mandón y controlador, pero perfecto. Has llegado muy lejos, y eso te lo debes a ti mismo.  Eres muy inteligente, dulce y cariñoso. Pero no entiendo porqué crees que no eres digno de que alguien te ame.  Te amamos todos, Christian. Grace, Mia, yo... tu familia te adora,  y a mi me tienes totalmente trastornada- le digo mientras acaricio su mejilla.


- Ve a dormir. Debes estar agotada
-Si, pero he de esperar a tomarme la píldora. Comencé en Georgia y he de esperar
- Sólo se te ocurre  comenzar a tomarla en otro estado con diferencia horaria
- ¿ Y qué hago si estaba allí?  He de empezar un día determinado y en ese día tocaba Georgia. Sólo falta media hora
- ¿ Y qué hacemos en ese tiempo?
- Hablar-, le digo resuelta- Dime ¿ qué pasa con lo nuestro?
- ¿ Qué quieres decir con lo nuestro?
 -Si...,  tenemos un contrato. ¿ Cuándo lo firmaremos?
- Anastasia, nuestro contrato ha quedado obsoleto. Nos hemos saltado todas las normas. No sé si merece la pena revisarlo- me contesta riendo- Pero ellas si están en vigor.  Ya hemos estado en el cuarto rojo..
- O sea que las normas si. ¿ Y si las salto?
- Pues te castigaré
- Pero si no aguanto podré decir basta ¿ verdad?
- ¡Claro! Espero que no ocurra, pero si sucede,  debes hacerme parar.
- O sea la obediencia y el castigo están en vigor ¿ no es así ?
- Cierto, así es. Y te aviso que tengo ganas de darte unos azotes
- Pero para ello tendrás que cogerme primero- le reto, y comienzo a correr por el salón y la cocina
- Para,  Anastasia, sabes que tarde o temprano voy a pillarte, y cuanto más tarde,  va a ser peor para ti

Jugábamos como dos chiquillos, al menos es lo que yo creía. Pero no así Christian, que cada vez se ponía más nervioso tratando de cogerme. Yo regateaba y reía, pero a él no le hacía ninguna gracia.  Al fin me detengo y voy a su lado

- He de pensar que no quieres los azotes ¿ verdad?- me dice taciturno
- Exacto Christian. Para mi los azotes son como para ti el tocarte. No lo soporto- le digo
- Pero has de entender que eso es lo que a mi más me satisface
- Muy bien. ¿ No entiendes que los azotes hacen daño, y las caricias no? Azótame
- ¿ Qué dices, quieres que te azote?
- Si, deseo complacerte y además necesito comprender el porqué de tu odio a las caricias.
-¿ Estás segura ?
-Completamente
- Muy bien, pues vamos a ello

Me toma de la mano y me conduce al cuarto rojo.  Allí me abraza y me besa con desesperación



- No quiero hacerte daño. Lo necesito, ahora más que nunca
- Dime por qué
- No puedo decírtelo
- No puedes o no quieres
- No quiero Anastasia. Pero en estos momentos me es muy necesario

Siento que en verdad necesita sacar esa horrible fuerza interior que le perturba, y yo estoy allí. Quiero ayudarle

-Adelante, azótame.  Necesito saber cuánto dolor soy capaz de soportar y cuánto duele- le repito con firmeza.  Es la única forma de compararlo con las caricias que no deseas.

-Quiero que conozcas lo malo que puede ser todo esto. Necesitaba, en un principio apartarte de mi, para que no cayeras en este mundo, pero ahora es demasiado tarde. Dijiste en sueños que nunca me dejarías.  No me dejes, por favor Anastasia, no me dejes.

Vuelve a besarme y me conduce hasta el banco del cuarto rojo. Me sube el borde de  la bata con que cubria mi cuerpo desnudo, dejando mis nalgas al aire

- Inclínate- me ordena, mientras toma un cinturón que cuelga junto a los látigos y las varas de apalear


 
 

 Lo levanta y lo descarga sobre mi carne. Yo me estremezco del dolor, con temor a los que vendrán después, y me ordena

- Cuenta en voz alta, Anastasia, cuenta los que te doy



Y grito cada vez que siento como el cinturón muerde mi carne: Dos... tres..., hasta ocho.  A la octava grito desesperada "basta, basta, basta ".  Christian detiene su mano en el aire horrorizado.   El llanto surca mis mejillas incontenibles.  Lo suelta y me coge en sus brazos acariciándome y secando mi llanto,  que no cesa

- Lo siento, lo siento.  No me diste las palabras.  No las gritaste- me dice espantado del dolor que me ha causado.



 Mis nalgas están rojas y doloridas, a punto de saltarse la sangre-  Yo permanezco encogida en sus brazos sin parat de llorar.  Me lleva en brazos hasta la cama y allí me tapa y sale de la habitación.  Vuelve a los pocos minutos con un frasco en la mano.  Es una loción.  Echa un poco en la palma de sus manos y me frota suavemente para calmar el dolor.  El color ha huido de su rostro y en sus ojos se refleja el miedo, el temor, y el espanto de haberme producido ese daño.  No soy su sumisa, no soporto ese castigo.

- No puede ser, Christian. Lo nuestro no puede ser.  He querido darte lo que necesitas, pero no sirvo para ello, no puedo satisfacer tus necesidades.  No puedo seguir con ello. No sé si será más doloroso perderte que el castigo que me has dado, posiblemente si, pero lo nuestro no funciona de esta manera, y tú no puedes darme más.  Creo que será mejor que lo dejemos... Tengo que irme.  No lo soportaría otra vez
- No te marches, Ana. Te necesito ¿ por qué no gritaste rojo? Sabías que cesaría en el acto. No quiero hacerte daño, nunca, ¿ me oyes?, nunca. Lo hemos hecho porque has insistido. ¿ Por qué no gritaste antes?
- Sencillamente, el dolor me borró la memoria. No me acordé del código.  Creo que será mejor que me vista y me vaya. Debemos terminar ahora.  No conduce a nada seguir con esta angustia. Definitivamente lo nuestro es imposible.  Necesitas a alguien como tú, y yo no te valgo. Necesitas esto, y yo lo he intentado, pero no soporto el dolor. Imagino que algo semejante es lo tuyo con las caricias. Ahora lo comprendo, pero son ¡tan distintas!  He de irme, y ha de ser ahora.

A trompicones, bajé las escaleras hasta mi habitación, me vestí y recogí mi maleta.  Cuando volví al salón, encontré a Christian totalmente derrumbado.  parecía imposible que hacía poco tiempo, habíamos estado escuchando melodías en el piano y corriendo felices por la estancia. Me paro frente a él. No quiero despedirme, pero necesito decirle algo

- Te enfureció lo que para mi era un juego. Tu interpretaste como que huía de ti, cuando con sólo  hubieras abierto los brazos, yo me hubiera refugiado en ellos.

Su mirada acerada, estaba húmeda, desesperada.  Habia desaparecido la preocupación, y se había instalado el temor. Dejo encima del mostrador, el cacharro infernal, la BlackBerry y el iPad.

- Esto es tuyo, llévatelo- me dice angustiado



- No Christian, no son míos. No quiero tener nada que me recuerde a ti

 Con voz apenas audible ordena a Taylor, que me lleve a  mi casa

- No es necesario, cogeré un taxi- respondo yo



Christian con un gesto transmite la orden a Taylor, que preocupado sale de la estancia y yo le sigo.  No tengo ganas de discutir.  Ya no más.  En el coche me derrumbo. He perdido al único hombre al que he amado, el que me hace feliz, pero ya no hay vuelta atrás.  Rompo en sollozos desgarradores, y Taylor sin pronunciar palabra extrae de su bolsillo un pañuelo y me lo pasa para secar el llanto.  A los pocos minutos me deja frente a mi casa.  Seattle recibe un nuevo día.

Christian sentado en el salón, frente al gran ventanal, aguardó a que llegara Taylor

- ¿ Se ha quedado bien?-le preguntó
- Si, señor Grey, se ha quedado bien.

Taylor


Se levanta lentamente y subiendo las escaleras se dirige a su habitación, cerrando la puerta tras de si.  Aun está la cama deshecha con las huellas en la ropa de los cuerpos que la habían ocupado unas horas antes. Se tumba en el lado en donde había descansado Anastasia, y hundiendo la cara en su almohada rompe en un desgarrador sollozo.

En la cocina la señora Jones y Taylor, se miran en silencio moviendo la cabeza en señal de disgusto.  En la casa reina un absoluto silencio. Ignoran lo ocurrido entre ellos, pero saben que debe ser importante, de lo contrario Ana, no hubiera tomado esa decisión tan drástica.  La han tomado cariño. ¡ Es tan dulce, tan joven, tan inexperta!  Nunca habían visto a Christian tan feliz como cuando está junto a ella y, sin embargo todo ha terminado...




LAS FRASES DE GREY:

 
 





 

No hay comentarios:

Publicar un comentario